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Bernardo Romero Lozano, el primer autor de la televisión colombiana

 El actor, director y libretista adaptó su cuento ‘El niño del pantano’ para el programa con el que se inauguró este medio en nuestro país. Primera entrega de la serie sobre los 70 años de la televisión colombiana.

22-03-2024
 
Bernardo Romero Lozano protagonizó y dirigió el teleteatro 'John Gabriel Borkman', adaptación de la obra de Ibsen.

Ese domingo 13 de junio de 1954, cuando se prendió por primera vez un televisor en Colombia, además de las palabras protocolarias de Gustavo Rojas Pinilla, de las interpretaciones de música clásica y del humor del grupo Los Tolimenses, también se emitió la primera ficción nacional para este medio. 

Fue El niño del pantano, una adaptación de un cuento de Bernardo Romero Lozano, que el propio autor dirigió y en la que actuaron su hijo, Bernardo Romero Pereiro; su esposa, Anuncia Pereiro, conocida como Carmen de Lugo, y el actor Jaime Monsalve.

La producción tenía como protagonista a una madre soltera que, tras conseguir una nueva pareja que tiene una gran solvencia económica, decide abandonar a su hijo, interpretado por el pequeño Romero Pereiro. 

En ese programa inaugural confluyeron muchos caminos y se desprendieron muchas rutas que marcarían el desarrollo de la televisión colombiana. Por un lado, estaba la influencia de la radio y, especialmente, el radioteatro, cuyo catálogo se alimentó de grandes clásicos del repertorio universal, como Edipo Rey de Sófocles.

Romero Lozano, que nació en Buga en 1909 y falleció en 1971, fue clave en esa tradición  colombiana del radioteatro, cuyo espíritu después se trasladó a la televisión. 

Más allá de su especialización en este campo, Romero Lozano creció en una familia que tenía intereses en otro campo artístico: la música clásica. Así lo recuerda su nieta, la actriz, directora y dramaturga Adriana Romero, quien apunta que el director usualmente trabajaba guiado por ese oído musical. 

Adriana Romero habló con artistas que trabajaron bajo la dirección de su abuelo, quienes le contaron que en sus producciones involucraba lenguajes que no necesariamente eran exclusivos del teatro, tal como el montaje y la actuación, sino de otras artes. 

El niño del pantanoAsí se anunció la emisión de 'El niño del pantano' en el programa inaugural de la televisión colombiana. Foto: Archivo Señal Memoria.  

“Dirigía mucho como si estuviera trabajando con una gran orquesta: cada actor, cada voz, cada persona que participaba en esa puesta en escena o ese trabajo audiovisual era parte de un ensamble que él veía desde lo musical. Es una mirada muy diferente de cómo se suele trabajar en este medio”, asegura Romero. 

Romero Lozano, que entre otras fue asesor para el manejo de la voz del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, fue enviado a Buenos Aires por el director de la Televisora Nacional, Fernando Gómez Agudelo, para que contratara a varios actores argentinos. El objetivo era que estos artistas instruyeran a sus colegas colombianos. 

El crítico de televisión Ómar Rincón apunta que esa primera emisión de la televisión colombiana reunió entonces varias instancias: el talento técnico cubano, pues llegaron operadores que habían trabajado en un canal que quebró en la isla; la influencia del teatro argentino y esa idea de una élite “culturosa” colombiana cuyos intereses estaban vinculados con la literatura y al teatro universal. 

“Esa juntura entre la técnica cubana, el estilo argentino y la “culturosa” colombiana creó una cosa que sigue siendo importante al día de hoy: un estilo colombiano de las cosas (...) En el siglo XX nosotros teníamos actores y actrices con mucha voz, con mucha entonación, con mucha presencia escénica y eso marcó un estilo completo de actuación”, asegura Rincón. 

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​Figura familiar

Luego de esa precoz actuación en El niño del pantano, Bernardo Romero Pereiro también se convirtió en una figura influyente de la televisión colombiana. Además de su faceta como productor —cofundó la programadora Coestrellas—, dirigió producciones como Caballo viejo, Las Juanas, La potra zaina, San Tropel, Dejémonos de vainas y Señora Isabel. Esta última tuvo como protagonista a su esposa, Judy Henríquez, otro ícono de la llamada pantalla chica.

La hija de la pareja, Adriana Romero, también forjó su camino entre el teatro, el cine y la televisión e incluso transitó a ese formato nostálgico del radioteatro. En el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá de 2012, la artista revivió la adaptación de Edipo Rey que había dirigido su abuelo.

“Compartí con actores que habían trabajado con mi abuelo y fue una experiencia increíble, tuve de primera mano ese feedback de saber cómo trabajaba él, cómo trabajó incluso ese montaje en particular, dónde encontró sus referentes y sus fuentes. Ahí fue donde conocí a mi abuelo”, asegura Romero. 

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En ese remontaje de Edipo Rey incluso participó Gabriel Vanegas, quien estuvo a cargo de crear los efectos de sonido para la versión original de Romero Lozano. Según Adriana Romero, la producción respetó las maneras en como se hacía radioteatro en la época de su abuelo, por lo que utilizaron una máquina de producción de sonidos que, por ejemplo, reproducía el relincho de un caballo o el ruido de una puerta.

​Adriana Romero cuenta que su abuelo, por supuesto, fue una figura icónica en su familia y, debido al dolor que género su fallecimiento tan “abrupto” —murió a sus 62 años—, muchas personas que tuvieron la oportunidad de trabajar con él también quedaron huérfanas de su guía, su mirada y su visión.

“Fue muy difícil de reemplazar, creo que se tardó un tiempo importante en encontrar una figura que pudiera llenar ese vacío que él dejó. Y yo creo que eso hizo que mi papá muy rápidamente tuviera que recomponer su vida, porque de alguna manera se lo puso en la mira, ya que él y mi abuelo trabajaron juntos desde el nacimiento de la televisión”, cuenta Romero.

Televisión de autor

Según Ómar Rincón, esas primeras décadas de la televisión colombiana tuvieron al Estado como principal director, pues este fue el encargado de diseñar la programación. “Al comienzo, (el Estado) decía: se hace teatro universal; después dijo, se hace literatura universal adaptada a la televisión; luego, literatura latinoamericana, y ahí se hicieron cosas de Mario Benedetti, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez”, cuenta Rincón. 

ProgramaEl programa inaugural que se emitió el 13 de junio de 1954.

En el caso de Bernardo Romero Lozano, luego de El niño y el pantano, el director llevó al teleteatro obras de autores como William Shakespeare, Federico García Lorca, Arthur Miller, Franz Kafka, Esquilo e incluso el noruego Henrik Ibsen, de quien adaptó el drama John Gabriel Borkman. De esa pieza, aún sobrevive un fragmento en video que se puede ver en Señal Memoria. 

Luego de esa etapa de programación que se alimentó de adaptaciones de ficciones teatrales y literarias, en Colombia se formó el modelo de la telenovela, que según Rincón jugaba entre lo popular y lo urbano, con mucho de comedia. 

“Se creó un modelo narrativo gracias a que tuvimos una televisión de autores. Bernardo Romero Lozano fue el primero, pero también estaba Pepe Sánchez, después, Carlos Duplat, Julio Jiménez, Dago García y Fernando Gaitán, que definitivamente fue el mayor”, asegura el crítico. 

Para Adriana Romero, su abuelo era muy respetuoso con esos clásicos que adaptaba y buscó montarlos de una manera muy cercana al texto original. Además, según la actriz y dramaturga, esa unión de diferentes lenguajes que manejaba Romero Lozano, inspirado en su formación musical, fue lo que hizo de él un artista tan singular.

“Mi abuelo pasó por todos los caminos, inclusive en el cine hizo algunas cosas como actor. Era verdaderamente un artista integral”, finaliza Romero.

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