Omitir los comandos de cinta
Saltar al contenido principal
Skip Navigation LinksEnrique-Lozano-Premio-Nacional-de-Dramaturgia-al-autor-y-su-trayectoria
2015-12-09

Enrique Lozano: Premio Nacional de Dramaturgia al autor y su trayectoria

 
Foto: Alejandro Lozano Franco,Ministerio de Cultura.
Compartir en:

 
El ganador del Premio Nacional de Dramaturgia por la obra Noche oscura lugar tranquilo se refiere a algunos aspectos de la pieza ganadora, el nuevo reconocimiento, su trayectoria y el oficio de escribir para teatro.

​​

Egresado del postgrado en dramaturgia de la Universidad de Antioquia en Medellín y del programa de dramaturgia del Instituto Nacional de Arte Dramático de Australia (NIDA), el director y dramaturgo Enrique Lozano (Cali, 1972) tiene un  Máster en escritura creativa de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) en Sídney, Australia.

Cofundador del grupo teatral Cualquiera Producciones, ha sido docente de los programas de arte dramático de la Universidad del Valle y del Instituto Departamental de Bellas Artes en Cali, así como  de la Universidad Nacional de Colombia.

Ha sido merecedor de múltiples reconocimientos entre los que destacan el Premio Nacional de Dramaturgia convocado por la Embajada de Francia en Colombia y las Alianzas Colombo Francesas  por Los difusos finales de las cosas (2006), y la admisión al programa de Residences Internationales Aux Recollets (París, 2007).

Este año se hizo merecedor del Premio Nacional de Dramaturgia del Ministerio de Cultura y el Premio Nacional de Dramaturgia de la Universidad de Antioquia por Noche oscura lugar tranquilo y Transmigración (los lobos no van a la guerra), respectivamente.

“En Colombia las obras de​​​​​ corte realista no suelen ser vistas con muy buenos ojos porque se ha preferido dejar ese aspecto a la televisión; postura que encuentro algo cómoda. Pese a que mi escritura no sea caracterice por el realismo, intenté imponerme ese reto en esta obra: buscar una vertiente del realismo con un carácter estilizado y acotado, en la que preponderara el aspecto psicológico que llevara la historia hacia otro lado”, explica sobre la obra ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia 2015 otorgada por el Ministerio de Cultura.

“El Premio Nacional de Dramaturgia de cualquier país debe ser el máximo reconocimiento que un Estado le da a un dramaturgo por su trabajo, y este año, el Ministerio de Cultura diseñó una convocatoria que le da la envergadura y el peso que debe tener este tipo de reconocimiento”,  manifiesta Lozano, para quien además de la calidad del jurado –integrado por Fabio Rubiano, Gilberto Bello e Ignacio García-, llama la atención que la selección realizada dejara de lado textos que solían presentarse de manera anónima, para concentrase en los autores y sus trayectorias. Como parte del premio se publicará una antología de cinco textos que dan cuenta de su recorrido.

“Son cinco obras, escritas entre 2006 y 2015 –por supuesto no todas las que escribí en ese periodo, pero sí las más representativas, producto de unas exploraciones de escritura relacionadas con lo narrativo, el realismo y un cierto uso de una palabra poética capaz de detonar ciertas imágenes-: Los difusos finales de las cosas; Desaparecido; La Sierra Nevada de Eliseo Reclus (Beca de creación Iberescena – Alcaldía de Paris); La ira de Kinski y Noche oscura lugar tranquilo.

Un narrador de clóset

 
Se ha vuelto un lugar común que al referirse a Cali, se piense en cine. ¿Por qué decidió dedicarse a escribir y dirigir teatro?

Es curioso porque mi primera obra era un guión de cine. Corría el año 98 y salió la convocatoria del Premio de autores vallecaucanos Jorge Isaacs; cuando la leí –ya había hecho teatro y era algo que me interesaba, aunque no había tenido referencia distinta a lo que hacía el Teatro Experimental de Cali (TEC)-, pensé que podía resultar interesante traducir ese guión cinematográfico a un texto de carácter teatral, porque además me permitía explorar la relación entre uno y otro lenguaje. Eso fue lo que hice y gané el premio.

¿Qué vio primero, teatro o cine?

Cine, sin lugar a dudas: Marcelino, pan y vino; El niño y el Papa. Películas de semana santa, y por supuesto en pantalla grande; La guerra de las galaxias. Eso fue lo primero que vi, aunque también recuerdo mi primera obra de teatro –por allá en el año 78-: El convertible rojo del TEC, que llamó mi atención porque una de las actrices aparecía desnuda. Yo tenía seis años y eso resultó ser toda una revelación, no solo de la anatomía femenina sino de las posibilidades y excepciones que permite el arte.

¿Cuándo decide que quiere hacer teatro?

Teatro y cine son disciplinas que para mí están muy emparentadas; de hecho en este momento se está rodando un guión de largometraje animado que escribí a partir de una adaptación de Virus tropical, novela gráfica de Power Paola, y un cortometraje con ese mismo equipo –UYUYUY, de Santiago Caicedo- que estuvo en salas de cine y ha ganado algunos festivales. Principalmente hago teatro, pero el cine es una disciplina y un modo de expresión que me interesa mucho y en el que espero seguir trabajando.

Entre los principales referentes que acostumbra citar, nombra no solo a dramaturgos sino también a escritores. ¿Qué influencias tuvieron unos y otros en su formación?

La narrativa ha sido muy importante en mi vida como lector y escritor –aunque no escriba narrativa o por lo menos no lo haga de manera pública. ¡Soy un narrador de clóset!-. Yo aprendí a escribir a partir de la lectura de narradores y leía teatro porque mi mamá tenía una biblioteca con un espacio en el que había varias obras de este tipo, aunque principalmente novelas: Rulfo, Sábato, García Márquez, Borges –aunque no escribió novela- fueron muy importantes en mi proceso formativo.

¿En algún momento consideró salir de ese clóset literario?

Hace poco alguien me decía que yo siempre le había sido fiel al teatro; sin embargo creo que secretamente siempre quise ser novelista y terminé siéndole infiel a la literatura porque francamente no me paró bolas. A Vargas Llosa le ocurrió lo mismo pero con el teatro: tuvo una historia de amor no correspondido con la escena.

Tengo dos intentos fallidos de novela y también me llama la atención la escritura de no ficción, algo similar a lo que hizo Javier Cercas con Anatomía de un instante, en la que mezcla novela y ficción.

¿Qué autores recuerda de esa primera biblioteca sobre teatro?

Molière sin duda, y algo que me sorprende respecto a la vigencia que tiene su comedia -la que se hace hoy en día tiene una fecha de caducidad que expira pronto-, debido a que se trata de un clásico con un sentido de lo cómico de gran inteligencia y profundidad, a partir de unas verdades que conservan la vigencia.

Luego están –aunque no hacían parte de esa primera biblioteca- Beckett, Heiner Müller, y autores como Enrique Buenaventura y Santiago García, sin lugar a dudas. Sartre, que estaba en esa biblioteca, y cuya lectura –al igual que con Beckett- me causó una perplejidad respecto a la forma como lograron armar la estructura de obras como A puerta cerrada y Esperando a Godot.



Noche oscura lugar tranquilo

 
De hecho Noche oscura lugar tranquilo recuerda algo de la estructura de A puerta cerrada

Sí, la verdad no había hecho nunca ese paralelo, pero sin duda alguna mi obra también se desarrolla en un espacio del que no se puede salir, porque a pesar de que hay salidas hay una especie de enclaustramiento mental.

Regresando a Molière, su obra parece tener un carácter más dramático que cómico…

Creo que mis textos tienen un carácter dramático, pero en todo caso el humor es un eje transversal que atraviesa toda mi obra. No escribo comedias, salvo la primera que es una comedia negra, y Yodo. Pero el humor siempre se cuela, porque ver el drama a través de un humor oscuro hace parte de nuestra cultura colombiana.

Curiosamente, antes de terminar Noche oscura lugar tranquilo, comencé a escribir otro texto: Transmigración (los lobos no van a la guerra), cuyo carácter es muy diferente, en el sentido de ser una versión post dramática de Madre Coraje de Brecht, y una metáfora de la violencia.

Ése texto, de manera casi diría que sospechosa, ganó también este año el Premio Nacional de Dramaturgia de la Universidad de Antioquia. Al igual que en la obra anterior, había algo que tenía reprimido pero finalmente salió.

Ambas obras fueron escritas en tiempo récord –tres y dos meses-, porque normalmente tardo este mismo tiempo en escribir un primer borrador que posteriormente reviso seis meses más tarde y luego vuelvo a guardar hasta que fácilmente transcurren dos años.

¿Qué pudo haberlo hecho cambiar ese ritmo de escritura?

Hay una cuestión personal y es que llevaba tres años en una crisis creativa y personal sin escribir una obra larga; así que de alguna forma estas obras resolvieron ese episodio.

¿Se pueden rastrear algunas referencias de carácter autobiográfico?

Hay ciertas referencias veladas a un proceso de separación que inició en 2012 y estos duelos suelen ser prolongados; pero además creo que en todas mis obras hay ciertas referencias autobiográficas que hacen parte de ese paisaje emocional.

La obra misma parece estar escribiéndose…

Por supuesto hay ese juego: la obra concluye con esta imagen del personaje argentino leyendo una novela que el otro protagonista está escribiendo. 

Noche oscura lugar tranquilo es una obra que se desarrolla en Colombia. ¿Qué tanto tuvo que ver la distancia con el país a la hora de escribir?

La distancia para mí ha sido muy importante porque gran parte de la labor del escritor es encontrar un lugar que le permita identificar qué tanto de lo que se escribe proviene de sí mismo y qué de la cultura. Creo que existe una tendencia a escribir de manera automática que está asociada a ese bagaje del cual uno no es muy consciente.

Estar lejos permite adelantar ese proceso de auto descubrimiento, así que eso me permitió escribir una obra situada en un pueblo de ficción llamado Tibizaque, situado en algún lugar de la sabana cundiboyacence que yo asociaba con una mezcla entre Guasca, Tabio y Tenjo.

Y un poco también de Argentina, gracias a ese otro personaje que hace parte de la historia…

Ese personaje está basado en dos personas que realmente conocí, uno allá en Buenos Aires, y otro acá, quien vivió mucho tiempo en Colombia, y era absolutamente delirante porque decía tener un hijo que era mitad extraterrestre.

De ahí viene la referencia a los ovnis, que para el caso de Colombia, me pareció que cumplía con la función de explicar toda esta serie de hechos inexplicables que vivimos aquí, y sobre los que hay todo una serie de explicaciones a partir de lo mágico.

¿Cuándo tiene proyectado el montaje de la obra?

César Badillo –Coco-, quien estuvo a cargo de la dirección y participó en las lecturas que se hicieron en Bogotá, está interesado en montar el texto; así que espero que se pueda tener un montaje para el primer semestre del próximo año. Pero todo depende de su calendario, vamos a ver qué pasa.

Usted suele preferir que sean otros los directores a cargo de sus montajes…

En ocasiones escribo y también monto, pero resulta muy liberador y además me siento muy feliz y orgulloso cada vez que otra persona decide montar mis textos.

Alguna vez tuve una discusión con un director argentino quien no permitía que nadie más montara sus textos, porque de acuerdo con su punto de vista él los entendía mejor que nadie. Yo no estoy de acuerdo, porque algunas veces uno no es consciente de lo que escribe y otra gente puede verlo desde otra perspectiva.

¿Tiene alguna mecánica particular de trabajo?

Cada obra trae su estructura y metodología, Noche oscura partió de una imagen: una cocina de una casa de campo en la sabana cundiboyacence y dos hombres que toman aguardiente sin decirse nada. A partir de ahí comienzo a tratar de entender esa situación y la inquietud que me genera, ya que una de las labores más difíciles del dramaturgo, y el escritor en general, es tratar de preservar lo más limpio posible el vínculo emocional que se establece con el texto. Suena medio esotérico pero el centro emocional es lo que hace de la obra de teatro ese lugar de reunión colectivo.


 
De aquí y de allá

 
¿Qué diferencias encuentra entre el teatro que se hace en Colombia y el de Argentina?

La oferta teatral que tiene Buenos Aires difícilmente tiene algún paralelo y cuesta trabajo creer que en Londres, Nueva York o París se haga tanto teatro. Leía en la página de Alternativa teatral –donde se centralizan las noticias sobre la actividad teatral del circuito no comercial- que solo a través de esa plataforma en el año 2013 se habían hecho 430.000 reservas, para algo más de 3.200 obras en todo tipo de espacios.

Claro, hay que tener en cuenta que los espacios alternativos son más bien chicos y cuentan con un aforo entre 30 y 100 personas, pero con unas condiciones de producción mucho más fáciles. Aquí y en Argentina el teatro se hace con poca plata, de manera que contar con ese tipo de espacios no solo facilita una mayor afluencia de público sino también la posibilidad de explorar.

De alguna manera esas diferencias contribuyeron al estilo realista de Noche oscura lugar tranquilo, porque así como hablamos de una oferta muy amplia, la teatralidad es también muy similar y hasta diría que mucho menos diversa a la de acá, puesto que gira alrededor de los mismos temas –la familia disfuncional, la historia reciente de Argentina, las desapariciones-, aunque con un nivel actoral extraordinario.

¿Qué factores inciden en esa diversidad nuestra, en oposición a la temática más bien reiterativa del teatro en Argentina?

Allá existe una tradición con un peso muy grande dentro de la que se explora sin salir de esa esfera; en cambio acá, como no hay una tradición constituida –aparte de este gran momento del nuevo teatro colombiano y la creación colectiva- hay mucha mayor libertad.

¿Cuál es el riesgo de permanecer en una u otra esfera y ser demasiado ortodoxos o exageradamente creativos?

Acá existe una tendencia muy generalizada a creer que cada generación tiene un carácter fundacional: ¡Todos queremos ser los primeros y desconocemos cualquier cosa que se hubiera hecho antes! Eso ha sido nefasto, porque lo que permite desarrollarse y alcanzar la madurez es justamente la ampliación de las posibilidades que ofrece la tradición.

Eso ha ido cambiando, afortunadamente, y creo que hemos llegado a un punto que nos permite mirar hacia atrás sin rencor; así que estamos en el camino de alcanzar una madurez teatral que todavía nos falta.

Una situación similar a la que se vivió en el campo de la literatura con Gabriel García Márquez…

García Márquez era una figura tan descomunal y brillante que de alguna manera logró eclipsar a la generación posterior. En Cali ocurrió algo similar con Enrique Buenaventura, otro monstruo bajo cuya sobra creció la generación siguiente. Sin embargo como ya ha pasado el tiempo, es una situación que ha cambiado.


La formación y el teatro en Colombia

 
¿Qué importancia tuvo el haber continuado sus estudios académicos en el exterior?

Estudiar acá o allá resultó igual de importante y complementario, porque cualquier colombiano –por el solo hecho de ser americano- tiene un pasado colonial que está presente en su educación: el teatro, por ejemplo, viene de otras tradiciones y acá suele estudiarse mirando hacia Europa como el principal referente.

Así que para mí fue igual de importante estudiar lo que ha pasado acá y a quienes nos han precedido, así como también ver de cerca lo que se ha hecho allá, con el fin de poder tener una mayor amplitud que nos permita descubrir nuestro propio camino.

¿Realiza procesos de formación para dramaturgos o un diálogo de saberes con sus pares?

Claro, por supuesto. Acá desarrollamos una primera clínica de dramaturgia en 2010 junto con Pedro Miguel Rozo, Tania Cárdenas y Erick Leyton, con el interés de llenar ese vacío, porque pese a que acá existen procesos de formación –cada vez más y mejores-, no hay espacios de intercambio entre pares.

Así que decidimos juntarnos para construir un dialogo que alimentara nuestros respectivos procesos creativos a través de esta clínica de dramaturgia, a partir de esa tradición tan común en Argentina, pero que en realidad surgió en el campo de la pintura.

Afortunadamente hemos logrado continuar trabajando -en diciembre lanzamos el libro de la clínica de este año-, y mantengo una comunicación constante con el parche de dramaturgos.

¿Se trata de un parche exclusivamente para dramaturgos?

Por ahora se encuentra restringido al entorno de la dramaturgia, pero hace falta traer otras prácticas. Lo que sucede es que las personas de mi generación no teníamos acceso a este tipo de espacios porque sencillamente no existían, pero el paso siguiente es vincular a los directores, por ejemplo, porque el texto teatral, solo, está cojo. 

El diálogo es importante con todas las disciplinas. Yo, por ejemplo, tengo una relación muy cercana a las artes visuales debido a que mi mamá estudió Artes y tengo grandes amigos que son artistas, así que para mí resulta fundamental mantener ese vínculo.

¿Cuál es su opinión respecto a la calidad de las obras que se escriben en Colombia?

Ése es uno de los grandes cambios que ha habido en el país gracias a la cualificación de los dramaturgos. Antes no había los espacios formativos de ahora y todos hacían su carrera en las tablas –eso está bien, pero no había una educación en escritura teatral y eso hacía que a veces terminara faltando algo a los textos-.

Actualmente algunas de las cosas más interesantes que se escriben en Colombia son dramaturgia. Sin embargo,  hay un desfase entre lo que se escribe y lo que se monta, por lo que para mí resulta muy importante que el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección de Artes y el Área de Teatro y Circo, tenga previsto crear unas becas para el montaje de dramaturgia colombiana.

¿Qué obras y autores destacaría de esta nueva etapa?

Mencionaría a Erik Leyton y una obra muy interesante –Quemado- en la que trabaja el tema de la ciencia ficción en Bogotá, además de hacer un uso notable de la técnica narrativa; Pedro Miguel Rozo y Nuestras vidas privadas, me llama mucho la atención porque al desconocer si los personajes están pensando o hablando hay una invitación a explorar la obra.

Están también Tania Cárdenas, Felipe Vergara, Verónica Ochoa, Felipe Botero, Juan David Pascuales, Diego Fernando Montoya… ¡Hay mucha gente joven que escribe cosas muy interesantes!
 

Texto:
Juan Carlos Millán Guzmán
Dirección de Artes,
Ministerio de Cultura
 
Fotos:
Alejandro Lozano Franco,
Ministerio de Cultura
 

Cerrar X
Compartir con un Amigo

Ministerio de Cultura

Calle 9 No. 8 31
Bogotá D.C., Colombia
Horario de atención:
Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. (Días no festivos)

Contacto

Correspondencia:
Presencial: Lunes a viernes de 8:00 a.m. a 3:00 p.m. jornada contínua
Casa Abadía, Calle 8 #8a-31

Virtual: correo oficial - [email protected]
(Los correos que se reciban después de las 5:00 p. m., se radicarán el siguiente día hábil)

Teléfono: (601) 3424100
Fax: (601) 3816353 ext. 1183
Línea gratuita: 018000 938081