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PazRock: la música fue un lenguaje de paz

 Unas 40000 personas compartieron, bailaron, saltaron y cantaron en la Plaza de Bolívar con ska, punk, heavy metal y sonidos del Pacífico y el Caribe colombiano. La música fue convivencia y cultura de paz.

14-04-2024
PazRock
 
La Pestilencia cerró PazRock con una presentación llena de emotividad. Foto: Lina Rozo.

​Fueron 11 horas llenas de música, energía y convivencia. 11 horas en las que la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá, fue testigo de cómo la música tiene el poder para amplificar voces, para denunciar injusticias, para reivindicar a los oprimidos y para unir en medio de la diferencia. Dancehall, música del Pacífico, bullerengue de los Montes de María mezclado con hip hop, ska, punk, trash metal, heavy metal. Todo en un mismo espacio, todo en un mismo día.

PazRock, organizado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes como parte de su Estrategia de Cultura de Paz, con el apoyo del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, fue un éxito que cerró con el anunció de una nueva edición en Cali. "Qué chimba de noche", dijo Dilson Díaz de La Pestilencia, en tarima, hacia las 11 de la noche, cuando el concierto terminaba, con la plaza totalmente llena. Unas 22.000 personas pogueando, gritando, cantando y saltando.

"La música es pluricultural: no tiene color, no tiene raza", había dicho una de los asistentes cuando la jornada hasta ahora empezaba, a mediodía. En ese momento, mientras unas 100 personas intentaban coger los mejores puestos en la Plaza de Bolívar, el cielo bogotano se abrió para dar paso al sol. Y con el sol salió Verito Asprilla, desde Tumaco.

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No fue coincidencia que la primera artista en aparecer sobre el escenario de PazRock fuera de este municipio del Pacífico Sur. Este concierto nació del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes como un espacio de cuidado en el que la música mostrara todo su poder como un lenguaje de paz y como un vehículo para dignificar y reivindicar la cultura de los territorios más abandonados en el país. Y Verito demostró que esto es mucho más que una frase bonita: no solo porque su dancehall mezclado con ritmos del Pacífico puso a bailar a quienes madrugaron a verla, sino también porque con sus canciones dejó un mensaje de empoderamiento femenino y mostró la alegría y la fuerza que caracteriza a su gente.

"Venir de Tumaco es calentura. Y no precisamente por la violencia, como todos piensan, sino por el sabor", dijo sobre el escenario, mientras abajo llegaba cada vez más gente. Había personas de todas las edades y géneros, familias, parches de amigos, diferentes pintas y estilos unidos por el amor a la música.
PazRockVerito Asprilla, desde Tumaco, comenzó la fiesta a la 1 de la tarde. Foto: Lina Rozo.

Un tiempo después aparecieron sobre el escenario los músicos de Plu con Pla, un también de Tumaco. Tres voces que, juntas, parecen un alabao, con marimba y guitarra eléctrica. Ellos le cantaron al agua, al medio ambiente y a la paz: "es lo que anhelamos, lo que queremos y vamos por ella a través de la música". Su grupo nació a partir de investigar, aprender y difundir la música tradicional del Pacífico, y en la Plaza de Bolívar pusieron a bailar hasta a los más metaleros.

Lo mismo hicieron los de Bullenrap, músicos de los Montes de María que mezclan el bullerengue con el hip hop. Juan José Pérez, su líder, protagonizó uno de los momentos más emotivos en tarima, cuando presentó 'Muchachos, vámonos del pueblo', una canción que escribió en San Onofre cuando los grupos armados lo amenazaron en medio de una de las peores olas de asesinatos y masacres.

Por la tarima fueron rotando artistas de Colombia, Argentina, Estados Unidos, México, Paraguay y Venezuela. La Muchacha y el Propio Junte pusieron a corear a los asistentes con su música protesta, sus menciones a la movilización social ("esto va por las heridas que quedaron del paro, porque además de heridas nos dejaron rabia") y su sorpresiva colaboración con el rapero Realidad Mental. Luego, La Chancha Muda, desde Argentina, y Kchiporros, desde Paraguay, pusieron la cuota de ska. Los primeros no pudieron evitar mencionar las políticas nefastas de Javier Milei y los tiempos duros que vive el movimiento social argentino. "Para nosotros es imprescindible vivir encuentros como estos, llenos de paz, de comunión y, sobre todo, de resistencia ante estos tiempos violentos que nos intentan someter", dijo su líder.

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La Plaza de Bolívar, mientras tanto, se iba llenando, al tiempo que aparecían carteles contra la violencia, el paramilitarismo y los genocidios. Arriba y abajo del escenario hubo alusiones y críticas a la situación en Palestina, a las corridas de toros y a la violencia en Colombia y el mundo.

A las 6 de la tarde, cuando la plaza ya estaba casi completamente llena, apareció sobre el escenario la banda mexicana Panteón Rococo. Fue uno de los puntos altos de la noche por la energía (de artistas y público), el baile y los clásicos coreados en medio del frío bogotano.

"Bienvenidos a esta fiesta comunal, a esta fiesta de comunidad, donde todos nos sonreímos y nos amamos mutuamente", dijo Shenka, su líder, quien también habló del poder de la música para romper barreras y unir distintas generaciones de personas.
PazRockLa Plaza de Bolívar ya estaba llena cuando llegó el turno de Panteón Rococo. Foto: Lina Rozo.

Luego fue el turno del heavy metal, con Gillman, Las Póker y A.N.I.M.A.L., que entregaron una descarga de música que puso a vibrar la Plaza de Bolívar, que ya a esa hora se veía repleta desde los drones que surcaban el cielo.

"Llevamos seis horas de concierto, seis horas de rock como actitud -dijo en ese momento el ministro de las Culturas, Juan David Correa-. Hemos dado un ejemplo de convivencia, de cultura de paz. De eso se trata este concierto. PazRock es un ejercicio ciudadano de emancipación juvenil en el sentido profundo".

Algo similar dijo Chucky García, director de programación de PazRock. Para él, "no es la primera vez que estas bandas a través de su música, de sus letras o de sus participaciones, están representando unas historias y unas voluntades de paz". Y esa fue la idea de juntarlas: que más allá del concierto, se diera un diálogo, una suma de voluntades para construir paz.

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Las últimas dos horas de concierto fueron para el punk. Primero con los neoyorquinos de The Casualties y luego con La Pestilencia, el grupo colombiano encargado de cerrar la noche.

Tampoco fue una casualidad que ellos cerraran PazRock. "Llevamos gritando esto por más de 40 años -dijo Dilson Díaz-. Llevamos cantando sobre la violencia, los mutilados, los secuestrados, las balas, hablando de paz, de justicia". Tanto él como la bajista Isabel Valencia, el baterista Marcelo Gómez y el guitarrista Carlos A. Marín se mostraron conmovidos por la plaza llena, el público emocionado y las miles de personas coreando sus canciones.

"¡Peste, Peste, Peste, Peste!", gritaba la gente, mientras la banda hacía un repaso por sus cuatro décadas de música -enfocándose en aquellas canciones que le han dedicado al conflicto y a quejarse de la violencia-, Dilson hablaba del poder de los jóvenes ("que por fin se atrevieron a elegir y a decidir"), y de lo paradójico que era que hubieran escrito tantas canciones pensando en la Plaza de Bolívar (en el poder que representa) y ahora estuvieran ahí, cantando las mismas canciones frente a miles de personas ovacionándolos. 
PazRockLas 14 bandas se unieron a la conversación sobre la música como un lenguaje de paz. Foto: Lina Rozo.

Incluso entonces, en medio del pogo, Dilson recordó que la idea de este concierto era disfrutar, convivir y pasarla bien. "Hay mucha gente acá. Por favor, vamos a cuidarnos. Si alguien en el pogo se cae, vamos a recogerlo y a ayudarlo. ¡Porque nosotros la vamos a dar toda!", dijo.

Y en ese momento la Plaza de Bolívar fue un sentimiento de unión y agradecimiento por la música. El rock fue un lenguaje de paz.

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