“Me llaman Eudhes”, así se describía el Maestro Guillermo Eudhes Asprilla Paz en sus propia poesía, en ella nos contó como su nombre le fue dado casualmente, pero en cambio su origen chocoano, su nacimiento en Itsmina un 25 de diciembre de 1931 y su raza no fueron casualidad, a través de sus letras enalteció al negro azabache, se sintió vibrar los tambores de legado africano y se saboreó el arroz y el coco chocoano.

Estudió un año de derecho en la Universidad La Gran Colombia, fue docente y dedicó su vida a la poesía negra y mulata.

En mayo del 2002 Jairo Mercado Rom-ero describió al maestro como “más que un recitador o un declamador, como un estudioso que se dio al trabajo de recorrer el largo camino de la poesía llamada afroamericana”. En su testimonio, Romero cuenta cómo el maestro en su ritual poético se transfiguraba, saliéndose de su carnadura física; su imponente altura de prócer y sus ademanes de caballero negro estremecían al público, haciendo que su poesía les llegara al corazón.

Compartió escenario con otros grandes maestros y sabedores, como Manuel Zapata Olivella, Totó la Momposina, la Negra Grande de Colombia y Jairo Varela.

El pasado 21 de octubre de 2013 en Bogotá D.C. murió el cuerpo de este importante maestro, quien llegó a diversos escenarios en Colombia, América y Europa, difundiendo y preservando la cultura de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Sin embargo, su trayectoria y legado no muere con su cuerpo, su alma y su obra queda en la memoria de un sinnúmero de auditorios, de quienes trabajaron con él en su Fundación Cultural Eudhes Asprilla, en su familia y en el país que reconoce la herencia de estas comunidades.

A lo largo de sus 82 años recibió diversos homenajes y reconocimientos, el más reciente, en julio de 2013, en el cual el Ministerio de Cultura, a través del Programa Nacional de Estímulos a la creación e investigación, lo selecciona como uno de los ganadores al premio a la dedicación del enriquecimiento de la cultura ancestral de las comunidades negras, raizales, palenqueras y afrocolombianas.

Murió el maestro, pero sus letras continúan emergiendo como él mismo nos lo enseñó en su poesía “Voy emergiendo de mi propio esquema, con un vuelo de manos y una estela de dientes. Nací negro y casi ni lo noto, y vuelvo a nacer en cada palabra, en cada movimiento, en cada gesto, en cada risa”.