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Tumaco impregnó con su sabor del Pacífico a la Orquesta Sinfónica Nacional

 Con un concierto en la Catedral de San Andrés, la agrupación cerró una gira de presentaciones en Nariño, en la que también participó el Coro Nacional.

14-04-2024
Orquesta Sinfónica Nacional
 
Concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia en la Catedral de San Andrés (Tumaco). Foto: Alberto Sierra Restrepo.

Por los ventanales de la Catedral de San Andrés, en el centro de Tumaco, se empezaron a colar los sonidos de violines, trompetas, violas, fagots, contrabajos y más instrumentos. 

Eran las 10 de la mañana y algo fuera de lo usual estaba pasando. 

De hecho, promediando las 9:30 a.m., después de una corta sesión de rezo en esta mañana de sábado, y tras darle un vistazo a las decenas de sillas que están distribuidas en varios semicírculos en la parte delantera de la catedral, los feligreses habituales recitaron la misma pregunta:

“¿Aquí va a haber algo ahorita?”

Y sí, iba a pasar algo, después de más de quince años, la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia se presentó de nuevo en este municipio nariñense. La agrupación protagonizó el Concierto por la vida y por la paz, que hizo parte de una gira que empezó en Pasto junto al Coro Nacional de Colombia y que se articula con la visita a Tumaco del programa Sonidos para la Construcción de Paz del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. 

Al interior de la catedral, las sillas en semicírculo se llenaron con los músicos de la orquesta, quienes, con recursos como abanicos, pañuelos, botellas de agua, guayaberas y vestidos de materiales ligeros, trataron de adaptarse a los húmedos 27 grados de temperatura que impregnaban el ambiente de San Andrés de Tumaco.

En la nave central de la catedral, niñas, niños, y jóvenes que hacen parte de procesos de formación musical de la Fundación Nacional Batuta estaban atentos a la prueba de sonido, en la que los músicos le dieron unos últimos retoques al repertorio del concierto, que incluyó el segundo y el cuarto movimiento de la Sinfonía n.° 7 de Beethoven y el Concierto para violín de Mendelssohn, además de algunas sorpresas. 

Tras una media hora de espera, de seleccionar la mejor ubicación y de guardar sillas para quienes estaban por llegar, desde el púlpito reservado para el sacerdote llegaron unas palabras protocolarias que agradecieron a los asistentes su presencia y destacaron la importancia de la presencia de la Sinfónica en este municipio. 

“La Orquesta Sinfónica de Colombia es una orquesta que recoge el sonido del país porque lo recorre”, dijo durante los preámbulos Antonio Suárez, director ejecutivo de la Asociación Sinfónica Nacional de Colombia.​

Primeros acordes​

Una última afinación colectiva fue la señal de que el concierto estaba por empezar. En la nave lateral izquierda, los rostros expectantes de varios niños y niñas parecían tratar de empujar el tiempo. Pero, faltaba un paso más, pues la idea era que este fuera un concierto didáctico. 

Por eso, la maestra Olga Correa se tomó unos minutos para presentar las secciones de instrumentos, empezando con los vientos, divididos en violines, violas, violonchelos y contrabajos. Luego de que cada grupo de músicos elevara sus fagots, sus violas y hasta sus chelos, los espectadores reaccionaron con un aplauso de reconocimiento.

Orquesta Sinfónica NacionalFoto: Alberto Sierra Restrepo.

“Me parece muy interesante que el concierto sea didáctico, es una manera de acercarnos a la cultura, a la música tradicional colombiana, pero también de acercarlos a ellos a la música sinfónica”, aseguró Manuela Vergara Rivillas, quien interpreta el fagot.

En un último preludio, el director asistente de la Sinfónica, Jeisson Segura, saludó desde su atril, le anticipó al público que este concierto plantearía un viaje musical que empezaría en Alemania y le dio la bienvenida a Angélica Gámez, solista del Concierto para violín de Mendelssohn. 

“Para mí es tal vez más hermoso que llegar a un teatro que tenga una acústica idónea y un público conocedor. Esto me parece que enaltece nuestra labor como músicos colombianos”, dijo Gámez en su camerino, minutos antes de empezar el concierto, sobre presentarse en un escenario como este.  

En su fresco vestido lila, Gámez bailó con su violín al ritmo de Mendelssohn. Fue una danza apasionada, de ojos cerrados, una unión íntima que los asistentes acompañaron e incentivaron con su silencio y premiaron al final con su propia sinfonía de aplausos. 

Tras esta celebración, entró a escena uno de los compositores más famosos de la historia. Los cornos marcaron el ritmo solemne, que se elevó con las cuerdas y los vientos de maderas, creando así un crescendo con el que se erigió ese monumental inicio del segundo movimiento de la Sinfonía n.° 7 de Beethoven.

De Beethoven a Petronio Álvarez​​

El cuarto movimiento de la Séptima de Beethoven propuso una transición hacia un estado de ánimo más optimista, como aseguró el propio Segura en su corto prólogo sobre esta obra. Es un estado de ánimo que dialogó con la temperatura y con la tradición cultural de esta región y que también anticipaba lo que estaba por llegar.

Segura se despidió y le pidió al público recibir con un aplauso a Juan David Forero, quien sería la batuta de las siguiente cuatro piezas. Forero le planteó un juego a los espectadores para que repitieran en coro el nombre del compositor que escucharían a continuación: Petronio Álvarez.

Orquesta Sinfónica NacionalFoto: Alberto Sierra Restrepo.

De este ícono de la música del Pacífico la Sinfónica interpretó Mi Buenaventura en arreglo para orquesta, lo que generó un cambio inmediato en la disposición de los asistentes, al punto que una madre empezó a bailar con su hijo pequeño en uno de los bancos de la parte izquierda de la iglesia. 

En la penúltima pieza del repertorio, las primeras notas de percusión, a las que se sumaron los clarinetes, empezaron a remover las entrañas de este templo religioso. Los violines parecían tener voz y entonar junto a todos los espectadores esos célebres versos que creó Mario Gareña: Yo me llamo cumbia, yo soy la reina por donde voy. 

Algunos celulares grababan, muchas palmas celebraban y más de una cadera se agitaba para celebrar esta fusión del formato sinfónico con la música tradicional colombiana. 

“Me pareció muy especial cuando empezó la música de nuestra tierra, nos llevó muy adentro de nosotros y por eso tuvimos esa manera de movernos y de socializar con la Sinfónica”, aseguró Berta Liliana Cabezas, una de las asistentes al concierto.

El objetivo general es que esta visita produzca mucho más que un único concierto. Además, quedó rondando una idea por el aire, tan potente como las notas que interpretaron los músicos. 

“Nosotros estamos acá esperando que algún día ustedes puedan venir a tocar con nosotros”, les dijo Forero a los pequeños estudiantes de música que estaban sentados dentro del público.

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