En la tarde de este 19 de marzo, el ayapalense Jaime Luis Cuello se presentará en el Polideportivo Santa Ana, justo al lado de la cancha de fútbol donde antes jugaba en la posición de arquero. Lo hará con los 16 integrantes de la banda San Jerónimo de Ayapel, de la que es director y en la que ha hecho simbiosis con un instrumento de viento.
Todo comenzó por su abuelo, fundador de la banda en 1926. Jaime quiso imitar lo que veía en las fotos antiguas de los álbumes familiares cuando su mamá señalaba con el dedo lo que su padre sostenía en las manos. No dudó. A él le dio una razón suficiente para abandonar los platillos con los que había incursionado como músico. Se enamoró, dice, del clarinete.
El nombre de la persona que le puso la primera escala en el clarinete fue José Antonio Barrios Bolaños. “Él nació en el municipio de Pedraza y llegó acá a dirigir la banda San Jerónimo de Ayapel. Gracias a ese maestro, que nos trajo esas piezas inmortales, hemos aprendido de ellas y las hemos conservado”, cuenta Jaime. El siguiente fue Manuel Secundino Hernández, mejor conocido como Siko, un representante del folclor del San Jorge cordobés y el artífice de la música del himno de Ayapel.
Ahora es Jaime el maestro de otros. De las niñas y los niños. De los jóvenes. De sus músicos. Cuando no está ensayando con ellos dos veces por semana ni actualizando el repertorio, se refugia en la Casa de la Cultura para enseñarle a los más jóvenes con la misma paciencia que a él le tuvieron. “La música construye paz a través del instrumento. Es preferible agarrar un instrumento que un fusil. Con el fusil hago más daño. Con la música se consigue la papa, se paga la universidad”, asegura.
Se enamoró del clarinete gracias a su abuelo, fundador de la banda. Foto: Alberto Sierra
Una de las apuestas de Jaime es la reestructuración de la Casa de la Cultura, en la que también se alberga la Biblioteca Municipal. “Eso es prácticamente una bodega, no una casa de cultura”, cuenta. “Buscamos que se les dé continuidad a los procesos. Aquí hay mucho talento y creatividad. En dos, tres meses, un niño apenas está mirando el instrumento, ni siquiera lo ha cogido todavía”.
La banda San Jerónimo de Ayapel, declarada patrimonio histórico y cultural por el Concejo Municipal en 1998, ha sido su casa y un camino que quiere compartir, que otros tomen, que se haga cuerpo, como cuando él escucha el porro palitiao llamado El sapo viejo.
“Siempre que hago un arreglo en el porro pienso en la gente que lo va a escuchar, cómo es, cómo lo va a bailar. Uno no baila el porro con los brazos pegados, sino que los alza. Se quita el sombrero, mueve el pie, ‘paseaito’”.
Hoy, en Ayapel, Córdoba, Jaime y la banda serán parte de la muestra cultural en la jornada del Gobierno con el Pueblo en el Caribe. Él estará, claro, mirando quién alza los brazos cuando suene el porro, mirando quién no le teme a bailar.
"Siempre que hago un arreglo en el porro pienso en la gente que lo va a escuchar, cómo es, cómo lo va a bailar". Foto: Alberto Sierra