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2013-09-10
 

“Somos misterios con patas”: Enrique Vargas

 
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<div align=\"justify\">El director y dramaturgo manizalita, quien recibi&oacute; la Orden al M&eacute;rito Cultural que otorga el Ministerio de Cultura, visit&oacute; Colombia despu&eacute;s de 18 a&ntilde;os con su obra Or&aacute;culos. En entrevista con&nbsp; MinCultura, revel&oacute; los secretos de su dramaturgia. <br /></div>

“Heráclito decía que carácter es destino, si tú intuyes cuál es tu carácter, en el fondo uno sabe cuál es su destino”. Dice Enrique Vargas, con una voz apacible y movimientos lentos. Vargas emana solo tranquilidad. Se mueve en silencio. Como si el tiempo no importara. Es de esperarse, ha navegado los siete mares y pisado los cinco continentes haciendo teatro en busca de los códigos sensoriales de cada lugar. “Colombia huele a tierra”, dice Vargas, mientras en una oficina de la Casa del Teatro Nacional, termina de comerse una taza de granola.

Enrique Vargas se inició en el mundo del teatro desde muy joven, inventando juegos en los intrincados y laberínticos cafetales del paisaje andino en el que creció. Desde entonces, su trabajo de creación se dedica a la búsqueda de este espíritu de los primeros juegos prohibidos y a desarrollar una poética sensorial que los llene de significado.


 Vargas es la cabeza de la compañía Teatro de los Sentidos,un núcleo estable de artistas-investigadores de múltiples disciplinas y nacionalidades que   , trabajan en la poética de los sentidos e investigan la relación entre lenguajes sensoriales y la creación teatral.

La compañía apunta su trabajo hacia un lenguaje basado en lo no dicho. Siguiendo la huella de tradiciones orales ancestrales, pone en escena el Silencio como condición indispensable para una comunicación entre la obra y el público.

Teatro de los Sentidos tiene su sede en el edificio del antiguo Polvorín de Montjuïc (1733)  gracias a una cesión del Exm. Ajuntament de Barcelona

Después de 18 años usted volvió con una obra a Colombia ¿Cómo lo recibió el público bogotano?

Nos sorprendió mucho cómo era diferente el público de Bogotá, muy diferente al público de Barcelona, Dinamarca o Australia, que es de dónde venimos. Porque generalmente el público llega a la obra y no se detiene a observar  y  este es el primer público que los mira, los mide, los escoge, los analiza, y da mucho significado a las cosas. Generalmente la gente que vive en una ciudad grande anda sin tiempo y no tiene la capacidad de conectar el interior con el exterior para darle el significado de las cosas.

¿Cómo es el montaje de las obras?

Cuando llegamos a un país hacemos talleres con la gente local para analizar los códigos sensoriales. Los olores que se usan en Chile no se pueden usar aquí. El código sensorial de cada región es diferente. Hacemos un taller de los códigos sensoriales de ese sitio y de la memoria del cuerpo para saber qué tipo de sensaciones despiertan, qué tipo de memorias  y de paso en ese mismo proceso, formamos gente que aprenda nuestro lenguaje y continúe la obra. La obra la montamos siempre mitad y mitad, y generalmente al final casi alguien se pega.

¿Con el cambio de país o de región las obras cambian?

Es como una partitura de jazz. La gran pregunta es cómo llegar a la memoria del cuerpo, la idea no es hacer las obras para que nos escuchen, no las hacemos para que los imaginantes escuchen lo que la gente tiene que decirles. Yo creo que el imagínate no debe entrar a escuchar la obra sino para ser escuchado. La gente debe saber que uno cuando entra en contacto es para ser escuchado, que no le están dando un mensaje ideológico mamón. La gran pregunta que nos hacemos es cómo escuchar, cómo trabajar el arte de la escucha, entonces en estas obras creamos algo especial para que la gente que entre se sepa escuchada.

¿Cómo se gestan las historias que luego lleva al escenario?

Generalmente todas las cosas que yo he hecho en mi vida empiezan con una pregunta. Es encontrar la pregunta, si uno encuentra la pregunta precisa, es como la palanca de Arquímedes, ya después todo fluye, pero lo más importante es encontrar la pregunta. Por ejemplo, en la obra anterior a esta, pensamos en un mito de la Costa pacífica colombiana que son los cuentos de Ananse, que vienen del África central y de los yorubas, que en la costa mediterránea es Ananque, que para los latinos son las parcas. Ananse es la gran madre la que con sus hilos teje amistades, pueblos, guerras, dimensiones. Dicen que al nacer cada uno de nosotros tiene un hilo y que da hilo es diferente al del otro, pero nos toca entender cada hilo lleva un destino diferente y nos toca saber por qué a cada uno de nosotros nos tocó ese hilo y no otro. Entonces yo planteo una pregunta y sobre eso hicimos una obra. Porque pienso que siempre estamos saliendo de una puerta para entrar a otra. Somos misterios con patas.

¿Y en Oráculos?

La pregunta fue, ¿hasta dónde podemos ser nuestros creadores de nuestra propia historia? No en un futuro cuando me gane la lotería, sino ahora. Cómo crear condiciones para ser los creadores de nuestra propia historia, entonces en el origen de Oráculos se unieron varias historias con la misma pregunta.
      
      

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