Por María Victoria de Robayo
Hace ya muchos años tuve la inmensa fortuna de pasar una temporada en Grecia. Mi marido era entonces un joven profesor de Cultura Griega y se le presentó la posibilidad de viajar para estudiar, in situ, los lugares donde se supone ocurrieron los hechos que dieron lugar a la guerra de Troya, y donde surgieron la democracia, la tragedia y el pensamiento filosófico.
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