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2013-05-06
 

Inés Granja, una voz para la marimba

 
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<div align=\"justify\">Oriunda de Timbiqu&iacute;, Cauca, In&eacute;s Granja es, a sus sesenta y dos a&ntilde;os, una de las grandes cantaoras del Pac&iacute;fico Sur Colombiano. El mes de la herencia africana tambi&eacute;n es ocasi&oacute;n para recordar manifestaciones musicales como la marimba y los cantos de esta regi&oacute;n, reconocidos como patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.<br /></div><br />

Por: Camilo Gómez Gaviria

Oír a Inés Granja cantando en escena es un lujo que no se tiene todos los días. Con su vestido tradicional de encajes, blanco con azul, pañuelo recogiéndole el pelo y sombrero de paja que remata el conjunto, sube en la tarima donde la esperan las percusiones del cununo y el bombo, las coristas con sus guasás (cilindros con semillas que agitan mientras cantan) y por supuesto, la marimba de chonta, mejor conocida como el piano de la selva. Al sonido de los instrumentos contonea su falda y mientras el público comienza a bailar, contagiado por el ritmo del currulao, la voz sale de la garganta como desde cuando niña ganaba los concursos de canto en la escuela y tuvieron que nombrarla jurado para que sus compañeritos pudieran participar. Diríase que a sus sesenta y dos años, la música mantiene joven a esta cantante, galardonada como mejor intérprete vocal en el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, el más importante encuentro de su género en Colombia, en 2007 y 2010.

“Mi carrera musical la empecé desde pequeña. Cuando tuve uso de razón, cantaba, y bonito, por cierto: cantaba elegante”, dice Granja rememorando su infancia. Sus padres eran agricultores pero cantaban en sus ratos libres y así entró la música en su vida. Su padre tocaba también el bombo y el cununo, al igual que un tío suyo.

Los Camarones, La memoria de Justino, Mi canalete, Que baile el abuelo, son algunas de las canciones de Inés Granja que se han popularizado en el Pacífico. Algunos de sus títulos incluso forman parte del repertorio de otras agrupaciones y se han integrado al imaginario musical de la región. Sin embargo, fue hasta la década de 1980 que ella comenzó a componer. Viendo un programa de televisión llamado Componga, cante y gane, se preguntó cómo hacía la gente para inventar canciones. Esta pregunta la llevó a componer un vallenato, al que siguieron temas de salsa y baladas. Sin embargo, el primer tema que compuso y cantó en público fue un pasillo titulado Dejé todo, para el día del campesino en Timbiquí. Fue tan bien recibido, que esto la motivó a seguir componiendo. Siguió con el currulao La memoria de Justino y a partir de ese tema, dice que se quedó con la música del Pacífico hasta el día de hoy.

Buenaventura, Medellín, Barranquilla, Popayán, Cali y Bogotá, son algunas de las ciudades del país en las que Granja se ha presentado. Sin embargo, también cantó en el extranjero, en Brasilia, capital de Brasil, en 2011 y Buenos Aires, La Plata y Mendoza en Argentina, en 2012. “De eso hay que echarle la culpa a Internet” dice, reconociendo el rol que ha tenido la red en facilitar la difusión de su canto. “Es una música que no se conoce allá y es una novedad que unos pedazos de palo, así como es la marimba, suenen tan elegante” dice, rememorando la excelente recepción que tuvo la música del Pacífico cuando cantó en el país gaucho. ¿Qué otra palabra sino “elegante” podría describir el sonido acuático, como de lluvia en la selva, que invade un recinto cuando vibra la marimba?   

Una de sus más recientes presentaciones fue en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, donde cantó con La voz de la marimba, agrupación liderada por el marimbero Juan David Castaño, con la que ha grabado un disco. Castaño, percusionista de Bogotá enamorado de la marimba de chonta y la música del Pacífico, conoció a Granja en el Festival Petronio Álvarez en Cali. Recuerda la cantaora que un día en que Castaño estaba ensayando con otros músicos, ella escuchó que el bombo golpeador tocaba fuera de tiempo. “Yo entré y les dije, ‘Buenas, el que está tocando el bombo golpeador, póngale cuidado que va por fuera’. ¿Cómo que va por fuera? Entonces, yo cogí el bombo e indiqué y toqué”. Este fue el primer encuentro entre los dos músicos que terminó consolidándose hasta llegar a tocar juntos y grabar el disco Inés Granja, La voz de la marimba, que apareció el año pasado.     

Toda su vida, Inés Granja vivió en Timbiquí. Sin embargo, desde el 2010 está radicada en Bogotá, desde donde se desplaza a los lugares a los que la llaman a cantar. Ha viajado también a Mosquera y Satinga en Nariño, lugares en los que enseña el canto a niños. No obstante, su hogar sigue siendo Timbiquí. Ahí fue donde se impregnó de la música de su región, que ha contribuido a difundir en diferentes latitudes y climas, y que hoy forma parte de una práctica musical que en 2010, desbordó las fronteras nacionales para ser reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
                    

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