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2013-04-30
 

La Red de Escritura Creativa se relata en la FILBo

 
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<div align=\"justify\">El 22 y 23 de abril tuvo lugar el encuentro nacional de Relata &mdash;&ldquo;Red de Escritura Creativa&rdquo; que apoya MinCultura&mdash; en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogot&aacute;. Directores de los talleres de escritura pertenecientes a diversas regiones del pa&iacute;s participaron en el encuentro.<br /></div><br />

Por: Camilo Gómez Gaviria

“Adoro mucho la creación de estos espacios porque constituyen verdaderos atajos para alguien que quiere escribir. Es decir, cosas que en soledad tardas en aprender dos años, en un taller, si eres muy receptivo, las aprendes en quince días”, dijo el escritor español Juan José Millás luego del conversatorio que ofreció para los directores de talleres de la Red de Escritura Creativa ―Relata― en su encuentro nacional en la FILBo.

Durante el encuentro se llevaron a cabo discusiones entre los directores de talleres, charlas de ganadores de convocatorias, la presentación de los libros Antología Relata 2012 y Fugas de Tinta IV y conversatorios con importantes escritores como Millás. Fueron dos días en los que un observador desprevenido podría darse cuenta de la enorme variedad que constituye la red Relata y, así mismo, ver que un taller de escritura creativa puede ser mucho más de lo que su nombre da a entender.     

“Los talleres son muy interesantes por varias razones. La primera es porque crean el espacio donde una persona puede confrontar su trabajo solitario con otros”, dijo la escritora invitada Piedad Bonnett en el marco del conversatorio La poesía es el cuento, el cuento es la poesía en donde se discutió ampliamente sobre los géneros literarios. Durante muchos años, Bonnett dirigió un taller de narrativa y poesía, como docente de la Universidad de los Andes. “La soledad del escritor es muy grande. Sobre todo del escritor muy joven, que le muestra (lo que escribe) al amigo, a la novia o a la mamá, y todos le van a decir que está lindo”, dijo en el conversatorio, precisando además que el rol de un taller es el de acelerar procesos, dedicándole tiempo no sólo a la producción sino también a la reflexión sobre la escritura. Esto, acompañado de una dosis de lectura.      

Sin embargo, un taller de escritura creativa puede ser algo muy distinto fuera del contexto académico. De hecho, la mayoría de las personas que asisten a talleres de Relata no lo hacen en un marco universitario. Como su nombre indica, el objetivo de un taller de escritura es desarrollar esta habilidad en sus participantes. No obstante, en el caso de los talleres Relata, es muy variado el público que participa dependiendo del lugar donde se desarrolle el taller. No es la norma que los participantes aspiren a convertirse en escritores profesionales, y quienes asisten lo hacen por las más diversas razones. En los talleres de la red hay desde jóvenes bachilleres y universitarios hasta personas jubiladas; habitantes de pueblos y de ciudades; trabajadores en diversos campos, e incluso, internos de varios centros de reclusión del país que participan en talleres en las cárceles, gracias al programa denominado Libertad bajo palabra.

Edwin Tobón dirige el taller de escritores Guaviarí en San José del Guaviare. A la vez, dirige otro en la cárcel municipal, al que van miembros de Guaviarí como una forma de realizar un intercambio. “El personal de la cárcel municipal, diríamos que es un público cautivo, ¿no? A veces, esto facilita un poco el trabajo” dice Tobón, con toda la seriedad del mundo, sobre los reclusos que participan. “Afortunadamente, el taller para ellos representa un motivo de vincularse con la sociedad externa, si podemos llamarla así. Les estimula, les ayuda a sobrellevar en parte la situación a la que se ven abocados”. De hecho, en una de las discusiones con sus colegas, contó cómo uno de los participantes de su taller, que trasladaron a otro centro penitenciario, se llevó consigo únicamente sus apuntes escritos.

Los talleres de Libertad bajo palabra son particulares dentro de Relata por el público específico al que van dirigidos. Sin embargo, los otros talleres también tienen sus particularidades y no son de ninguna manera homogéneos.

Distinto de los de Edwin Tobón es el taller que dirige la hermana Reina Amparo en San Vicente del Caguán. “¿Qué estamos haciendo en San Vicente? Un semillero de escritores y lectores”, afirma la religiosa. Reina Amparo hace parte del Vicariato Apostólico San Vicente que desde 1997, desarrolla el Círculo de Lectura Infantil y Juvenil para promover la actividad lectora entre los niños. En 2009 se vincularon a Relata, y organizan talleres con jóvenes de noveno y décimo grado que están haciendo su trabajo social como guías del círculo de lectura, así como líderes comunitarios y maestros. Estas personas se nutren de la experiencia de los talleres de Relata, para luego utilizar estos elementos en talleres que ellos imparten a los niños de la comunidad y que integran la escritura. Como resultado de esta experiencia, ya han publicado varias cartillas que contienen cuentos escritos por niños de San Vicente del Caguán.

Todos los talleres de Relata implican un compromiso muy grande por parte del maestro que los dirige. Incluso, cuando estos se realizan por Skype. En Honda, Tolima, un plan piloto se desarrolla exitosamente de esta manera. Fabián Sierra es el maestro que dirige el taller, al que asisten adolescentes entre los 12 y 17 años. El director vive en la población de Cajamarca, por lo que visita Honda una vez al mes. El resto de las semanas, los jóvenes se reúnen en la Biblioteca del Banco de la República, donde se comunican con Sierra por este medio electrónico. La asistencia al taller se ha mantenido constante de una sesión a otra. “Como son menores, he intentado hacer un taller que se centre mucho en la promoción de lectura. Ellos primero entablan una relación con la literatura y a medida que la van entablando, se van acercando a la escritura” dice. Uno de los géneros que más han entusiasmado a los jóvenes, es el de la crónica: “Les ha parecido genial porque les permite contar sus historias”.
 
Tanto los talleres de Edwin Tobón en San José del Guaviare como el de la hermana Reina Amparo en San Vicente del Caguán y el de Fabián Sierra en Honda, desarrollan la escritura en sus participantes, con dinámicas que corresponden a las necesidades de cada caso. Además de generar mejores lectores y escritores, ayudan a construir el tejido social de sus comunidades. A lo largo y ancho del país son cerca de sesenta talleres los que como éstos, generan un espacio para que los participantes se expresen con la pluma. Cada taller responde y se adapta a las necesidades de su público en contextos sociales diversos. Seguirán contribuyendo a que quienes participen en ellos, continúen escribiendo sus historias, así como una parte de la historia del país en que vivimos.    
    

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