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2008-10-22
 

Visita a Teatros de Bogotá

 
 
 
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<div class="ExternalClass6D21666620914B49827E6FA88BBBD03E">En el marco de la celebración del Mes del Patrimonio se llevó a cabo un recorrido
por algunos teatros antiguos ubicados entre las calles 25 y 19 y carreras 8 y 5 de
Bogotá. El objetivo principal del recorrido era brindarle al espectador
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El recorrido tuvo lugar el viernes 12 de septiembre y comenzó a las nueve de la mañana frente al Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán. En este punto se dio cita un grupo de bogotanos atraídos por la idea de descubrir y visitar algunos teatros del centro de la ciudad, para conocerlos más allá de sus fachadas.

Antes de iniciar el trayecto nos tomamos un momento para recordar al desaparecido Salón Olympia, el primer teatro que existió en Bogotá, construido en 1913 por los hermanos Di Doménico con el objeto de crear y proyectar cortometrajes. Su primera película se llamo La fiesta del Corpus (1915). El primer problema que debió enfrentar surgió debido a la proyección, ese mismo año, del documental titulado El drama del 15 de octubre, una película vanguardista que contaba los detalles de la muerte del general Uribe Uribe. El documental causó controversia entre el público moralista de la época, razón por la que terminó censurado. Este episodio desincentivó la producción de este tipo de películas en el país. Finalmente el Salón Olympia fue comprado por la empresa Cine Colombia, que cerró los únicos laboratorios de cine que había en el país, otra iniciativa que frenó la producción de cine colombiano por atender los intereses económicos de unos pocos. En el sitio donde alguna vez existió el Salón Olympia, actualmente funcionan las oficinas de atención al cliente de Colpatria, en la carrera 7 Nº 2-89.

Dando inicio a la actividad proyectada, y aprovechando nuestro punto inicial de encuentro, nos detuvimos un momento para hablar sobre el Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán, antiguo Teatro Colombia, hoy en día declarado patrimonio arquitectónico de la ciudad. La construcción de este edificio fue encargada por la empresa Colseguros para conmemorar los 400 años de Bogotá, en 1938. La obra estuvo a cargo del arquitecto norteamericano Richard Aek, quien se basó en el diseño de un teatro que existía en Kansas City, Estados Unidos. Su estructura de acero fue importada y la fachada de piedra con formas ornamentales y geométricas estilo Art Déco le valió reconocimientos tanto nacionales como internacionales. La sala tenía una capacidad para 2.303 sillas y fue inaugurado el 20 de julio de 1940 por la empresa Cine Colombia. Esta sala más tarde reemplazó al teatro municipal. En 1952, “cuatro años después de la muerte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, y motivado por razones políticas con implicaciones de seguridad nacional, el presidente de la República Laureano Gómez ordenó su demolición” (http://www.teatrojorgeeliecer.gov.co/historia.php).

El Teatro Colombia, utilizado durante 30 años para la exhibición de películas, fue adquirido en 1971 por el Distrito. En 1973 se reinauguró con el nombre de Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán, abriendo así el segundo gran capítulo de su historia.

La segunda parada de nuestro recorrido se realizó en la Cinemateca Distrital, ubicada en la carrera 7 Nº 22-79. Tuvimos la oportunidad de pasear por sus instalaciones, incluyendo la sala de proyección y la biblioteca. La Cinemateca es una institución en constante crecimiento que trabaja de manera coordinada con otras instituciones estatales y con las empresas privadas del sector audiovisual para fomentar el desarrollo del cine y el video. Desde 1971 la Cinemateca Distrital de Bogotá acompaña a los cinéfilos y cinematografistas capitalinos para mostrarles las miradas que sobre el país producen los realizadores de cine colombiano, y para dar a conocer el patrimonio cinematográfico de la humanidad. La primera sede de la Cinemateca Distrital estuvo ubicada en las instalaciones del Planetario Distrital. En octubre de 1976 se trasladó a su sede actual, diseñada por el maestro Jacques Mosseri. En 1978 la Cinemateca pasó a ser parte del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, hoy Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (entidad dependiente de la Alcaldía Mayor de Bogotá), y en 1986 se sumó a la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF). La labor de esta institución es muy importante para el desarrollo de las artes audiovisuales del país, ya que con sus múltiples actividades y con un espacio abierto a la proyección de nuevas propuestas, constantemente promueve el desarrollo de programas de fomento a la creación, investigación, crítica, circulación y formación de públicos en el campo de las artes visuales.

Aproximadamente a las 10:30 de la mañana nos dirigimos a nuestra tercera parada, una casa de estilo republicano ubicada en la carrera 7 Nº 23-08, que aún mantiene el encanto de las grandes casas construidas a comienzos de siglo XIX en Bogotá: la sede de Mapa Teatro, institución sin ánimo de lucro que funciona como un laboratorio para artistas y propende por el desarrollo de nuevas aproximaciones al arte, basadas en estructuras colectivas y dirigidas a las diferentes comunidades de la ciudad. Mapa Teatro fue fundado en 1984 por artistas colombianos en compañía de Heidi, Elizabeth y Rolf Abderhalden.

Desde su creación, Mapa Teatro ha construido un universo en el ámbito de las artes vivas, lugar propicio para la trasgresión de fronteras disciplinares, para la fusión de lenguajes y lecturas y la articulación de problemáticas locales y globales. Ha generado un espacio de migraciones donde se desplazan continuamente el mito, la historia y la actualidad en géneros como el teatro, la ópera, obras radiofónicas, video-sonido-instalaciones, intervenciones urbanas y acciones plásticas (http://www.mapateatro.org/mapa.html).

Continuando con nuestro recorrido, las siguientes paradas fueron los teatros Embajador y Metropol, ubicados en la calle 24 con calle 6. El Teatro Embajador es actualmente propiedad de Cine Colombia y fue convertido recientemente en un multiplex de seis salas de cine. Por otro lado, el Teatro Metropol, también recordado por su gigantesca sala de cine, se extinguió por la creciente demanda de los multiplex y por las nuevas formas de comercialización cinematográfica. Hoy en día en este teatro se realizan conciertos y eventos multitudinarios como graduaciones de colegios y fiestas de graduación.

Otro teatro que parece haber sufrido un destino similar, y que también visitamos, es el Teatro Mogador (calle 23 Nº 6-19), hoy conocido como Downtown Magestic. Diseñado por un ingeniero de apellido Villa y construido por la firma de arquitectos Uribe García álvarez, el Mogador fue inaugurado el 19 de octubre de 1947. En sus inicios contaba con un contrato de exclusividad con la Paramount Film de Colombia, y por consiguiente era el único teatro que podía exhibir sus películas. Posteriormente atravesó por una etapa de decadencia en que se dedicó a la proyección de cine pornográfico, hasta que finalmente se convirtió en el centro de convenciones que es actualmente.

Durante el recorrido por el interior de este teatro pudimos observar la lamentable pérdida de algunos elementos originales de su arquitectura, al igual que la ausencia del letrero que se encontraba en la fachada del establecimiento y por el cual esta sala también tuvo cierto reconocimiento entre los bogotanos. Recientemente el teatro fue intervenido para adecuarlo como sala de conciertos. Tiene capacidad para 1.250 personas distribuidas entre la platea y un palco.
 
Cerca de las 11:20 de la mañana el grupo ingresó al imponente Teatro Faenza, ubicado en la calle 22 Nº 5-50. Este teatro fue inaugurado el 3 de abril de 1924 como una sala dirigida a la burguesía capitalina. En su sala se proyectaron grandes películas del cine colombiano, como Las huerfanitas, y se estrenó Bajo el cielo antioqueño, quizá la película más importante del cine mudo nacional.

El diseño del teatro estuvo a cargo del ingeniero Ernesto González Concha, y la construcción fue dirigida por Arturo Tapias y Jorge Muñoz. Algunos de los elementos arquitectónicos de su fachada ponen de presente la influencia del Art Nouveau. La sala del teatro se dividió en 38 palcos para seis personas cada uno, y se acomodaron más de 1.300 sillas en luneta y 266 en galería. La evidente importancia que el teatro tuvo para Bogotá, su posterior abandono —época en que en su sala se proyectó cine pornográfico— y el anhelo de miles de capitalinos que deseaban volver a ver buen cine en el Teatro Faenza, motivaron que en el año 2004 la Universidad Central adquiriera este edificio e iniciara su restauración, para que Bogotá y el país contaran con un nuevo centro cultural.

Posteriormente nos dirigimos al Teatro ECCI, ubicado en la calle 17 Nº 4-64, y no desaprovechamos para pasar por el antiguo Teatro Lux, situado en la carrera 8 Nº 19-45. Este último, a diferencia de otros de los teatros ya visitados, fue concebido como una sala a la que podía acceder toda la ciudadanía, sin importar su condición económica. Allí se presentaron algunas funciones de teatro de bajo presupuesto, también se proyectó cine porno y se han presentado bandas metaleras. El último evento fue “Eletrolux”. Infortunadamente este teatro cayó en el olvido (muchos aseguran que fue imposible la competencia con los multiplex) y durante mucho tiempo fue reutilizado como parqueadero de servicio público; así, aunque conservaba toda su infraestructura, su función y apariencia sufrieron una profunda transformaron. Coincidencialmente, el día que realizamos el recorrido, el parqueadero cerró sus puertas, pues pronto comenzaría su demolición para construir en el sitio un punto comercial de la empresa de telefonía móvil Comcel.

Terminamos nuestro recorrido en el teatro ECCI, antiguo Teatro El Dorado, construido e inaugurado en 1947 e inspirado en las líneas funcionalistas de la escuela alemana Bauhaus. Su función consistía en presentar conciertos de música clásica y exhibir las primeras películas de Estados Unidos, es decir, mostraba dos caras muy representativas del mundo occidental. Su arquitectura es una muestra de la arquitectura moderna de la época: contaba con un amplio foyer, una sala en forma de bóveda de cañón con cielo raso amarillo y capacidad para 600 espectadores. En el año 2007 el teatro fue adquirido por la Escuela Colombiana de Carreras Industriales (ECCI), que lo remodeló para que pudiera albergar eventos, funciones de teatro y cine. Con este propósito se aumentó su capacidad de público siguiendo especificaciones técnicas avanzadas para la adecuación de la sala, para la instalación de un moderno juego de luces y la construcción de un escenario adaptable que pudiera acomodarse a los requerimientos de las obras que allí se presenten.

El recorrido finalizó a la una de la tarde, dejando entre los asistentes una sensación general de incertidumbre frente a la situación actual y el futuro de los teatros del centro de Bogotá. Uno de los aspectos más preocupantes son las intervenciones y restauraciones que se han efectuado. Si bien algunas de ellas son adelantadas con criterios profesionales y respetuosos, con el objeto de lograr la permanencia en el tiempo de estos establecimientos, otras no sólo han alterado el uso original para el cual fueron concebidos estos espacios, sino que incluso en algunos casos han procedido a realizar inexcusables mutilaciones arquitectónicas.

Adicionalmente, el recorrido evidenció los problemas relacionados con las exigencias actuales de comercialización del cine. Las múltiples trasformaciones que han sufrido teatros como el Mogador y Embajador son ejemplo de la poca capacidad que tienen estos espacios para enfrentar y competir con grandes compañías cinematográficas, como Cine Colombia. La tendencia general que traza la historia de estas salas muestra que el destino común de los teatros es rendirse ante los intereses económicos de las compañías de cine comercial. Otras salas se resisten a desaparecer, pero para ello deben cambiar drásticamente su estructura con el propósito de acomodarse a nuevas funciones, eliminado así las huellas de su pasado. Por otro lado, la creciente necesidad de parqueaderos en el centro de Bogotá ha contribuido a la desaparición de los pocos teatros antiguos que siguen en pie. En este sentido, mientras resulte más rentable convertir un cine independiente en un multiplex o en un parqueadero público, estos teatros parecen estar condenados al olvido.

Teniendo en mente estos antecedentes, el recorrido buscó abrir un espacio de reflexión para que empecemos a dimensionar la importancia de conservar la historia de una forma respetuosa, para entender la relevancia de estos lugares en la ciudad y prever el terrible riesgo de que parte de nuestro patrimonio cultural material termine siendo una especie de fantasma que deambula en una memoria sólo rastreable en fuentes documentales o periodísticas. Nada más lamentable que saber que los elementos en los que se fundamenta nuestra historia y nuestra cultura se han perdido para siempre por desidia, desconocimiento o desinterés. Para evitar que tal cosa pase con nuestros primeros teatros, debemos comenzar por tener conciencia de ese legado que poco a poco está muriendo e idear estrategias que puedan evitar su inminente desaparición.

Unas cuantas iniciativas, como las adelantadas por la Alcaldía Mayor con el Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán y por la Universidad Central con el Faenza, son muestra de lo que esa conciencia puede lograr. Estos casos, con otras iniciativas abanderadas por el Ministerio de Cultura, por diversas universidades privadas y otras entidades culturales, responden al intento de evitar que el centro histórico de la ciudad muera con el traslado del poder financiero y de las clases altas a sectores nuevos situados en el norte de la ciudad. Si bien ésta es una realidad inmodificable, nada impide que el centro de Bogotá siga siendo la sede histórica, cultural y espiritual de la ciudad. Nuestra memoria fílmica, de la cual los teatros son un testimonio físico y vivo, hace parte de ese espíritu. De ahí la importancia de devolverles a los ciudadanos estos espacios llenos de de historia, que parecería fueron apagados, como sus proyectores, y que en algún momento exhibieron la vida de la ciudad.

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