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2015-09-28
 

Adiós a la mamá grande de la literatura hispanoamericana

 
Foto: archivo MinCultura
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El fallecimiento de la agente literaria española Carmen Balcells, el 20 de septiembre, cerró uno de los capítulos más apasionantes en la historia de la literatura hispana. Perfil de una visionaria.


Recordada como la precursora de lo que más tarde se conocería como el 'Boom latinoamericano', el catálogo de Carmen Balcells supera el centenar de autores, entre ellos seis premios Nobel: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Miguel Ángel Asturias, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, así como autores de la talla de Álvaro Mutis, Juan Carlos Onetti, Manuel Vázquez Montalbán Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Juan Goytisolo, Alfredo Bryce Echenique, Isabel Allende y Rosa Montero, entre otros.

''Indudablemente, Carmen Balcells tuvo un gran papel en la consolidación del Boom y de la apertura del mundo hacia la literatura latinoamericana, gracias al oficio de intermediaria que supo jugar entre el autor y el editor, a partir una política muy independiente que le permitía presionar a los editores, y hacer realidad todo aquello con que soñaba Gabriel García Márquez –un escritor que en los años 60 tenía cuatro libros publicados pero a quien nadie conocía-, para dar a conocer su obra'', explica el editor y catedrático Conrado Zuluaga.

''En esa época García Márquez vendía 400 ejemplares y Borges escasamente llegaba a los 800. Nadie vendía nada porque nadie miraba para América Latina'', puntualiza Zuluaga, a la par de destacar el sistema de promoción que implementó Balcells, considerado toda una novedad para la época: publicación de avances de las obras en periódicos de gran tirada y un sinfín entrevistas previas al lanzamiento.

''Carmen Balcells era además una excelente lectora y descubría nuevos autores que no solo daba a conocer en el mundo de habla hispana, sino también en otras lenguas, logrando que en torno suyo se congregaran escritores muy destacados a quien ella asesoraba en los aspectos más diversos'', acota el editor y asesor sobre el libro y la lectura del Ministerio de Cultura, Moisés Melo. Como también estaba muy pendiente de los editores, en lo que respecta a la experiencia personal del editor a partir de los años 80, resultaba muy fácil negociar y trabajar con ella.

Las habilidades de Balcells se traducirían en la primera presencia masiva de carácter exitoso que tuvo la literatura Latinoamericana en el mundo -entre los que destacan varios autores colombianos -además del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, a quien representó a lo largo de buena parte de su carrera literaria-, propiciando la formación de una notable generación de nuevos autores, con quienes estableció una relación muy parecida a la del confesor, cimentada en un principio de absoluta discreción respecto a sus propias preferencias literarias.

''No puedo imaginar qué hubiera pasado si Carmen Balcells no hubiera existido, pero sí puedo decir que precipitó las cosas y se encargó de crear un ambiente propicio en el mundo entero para que la literatura latinoamericana resultara familiar. 'Cien años de soledad' apareció en mayo de 1967; antes de que terminara el año se vendieron dos traducciones y cuatro al año siguiente. Para 1969 había ajustado 20 traducciones. Todo gracias a ella'', resalta por su parte Zuluaga.

''¿Cuál era el papel de Balcells como agente literaria? Vender muy bien vendida la obra de un autor a un editor; eso incluía aspectos tales como obtener un buen porcentaje de anticipo, un porcentaje fijo por regalías sobre los libros y una vigilancia escrupulosa sobre los tirajes que se vendían. Si era el caso –como lo cuenta Xavi Ayén en Aquellos años del boom- podía tomar un avión para viajar desde Barcelona a Buenos Aires con el fin de constatar archivos, cuentas y existencias en bodega'', explica Zuluaga, para quien otra de las claves del éxito que tuvo la Agencia Literaria de Carmen Balcells fue sin duda su gran capacidad para ver nuevas cosas.

''Cuando trabajaba en Alfaguara, entre 1988 y 1997, a veces veía cosas en The New York Times, llamaba a la editorial y la respuesta solía ser siempre la misma: -¿Para publicarlo en español?, hable con la señora Balcells-. Ese es el papel de un agente literario: no solo cultivar y consentir a los que ya tiene, sino conseguir nuevos autores'', prosigue el editor.

''Negociar con Balcells no era fácil aunque tampoco diría que me hiciera llorar sangre –comentario que se volvió habitual entre algunos editores-. Por ejemplo aceptó la edición de las siete novelas de Álvaro Mutis en un tomo y, aunque tuvo ciertas reticencias, no hubo mayor problema pese a que el dinero era muy poco. Otra cosa distinta ocurrió al tratar de publicar una obra de García Márquez a la que ella de plano no accedió: Así no es, se limitó a decir'', recuerda también Zuluaga.


 
 ​Foto: Milton Ramírez @FOTOMILTON,  Ministerio de Cultura. 
 
Las nuevas reglas de Carmen Balcells

Hija de una familia de pequeños propietarios, Carmen Balcells -Santa Fe de Segarra (Lleida), Cataluña, 1930-  alcanzó a adelantar estudios universitarios en negocios que sin embargo nunca llegaría a concluir; también acostumbraba hablar con frecuencia de un viaje que hizo a Italia –país en el que vivió durante un año-, donde pudo costear su estadía gracias a la venta de perlas falsas.

''Quería ser independiente y autónoma en un tiempo en el que una mujer sin una sólida educación o el respaldo económico de su familia no podía escoger qué hacer en la vida'', recordaba la agente literaria en una nota publicada por The New York Times con motivo su fallecimiento, puesto que Balcells debió crecer a la sombra de una dictadura franquista que impedía a cualquier mujer abrir una cuenta bancaria que no tuviera el respaldo del padre o del marido.

Reconocida, entre otras cosas, por haber cambiado las reglas en la forma de publicar para lengua hispana, gracias al establecimiento de nuevos acuerdos que incluían la publicación de varios libros que abandonaban un sistema de acuerdo con el cual los escritores debían firmar un único contrato con las editoriales, Balcells se convirtió, además, en amiga y confidente de los autores que representaba.

''Antes de Carmen Balcells los escritores eran menospreciados y tratados de forma indigna –solían engañarlos e imponerles contratos que ella misma definía como leoninos-; sus obras quedaban pignoradas de manera indefinida y escasamente se les reconocía los adelantos correspondientes a la primera edición”, recuerda el poeta y crítico literario Juan Gustavo Cobo Borda. “Consideraba a los escritores en su esfera humana: personas con mujer e hijos que debían subsistir y que tenían sus propias obligaciones, de tal manera que ella armaba una suerte de infraestructura que se ocupaba de aspectos tales como la compra o alquiler de viviendas, y otros aspectos de carácter mundano que les permitía dedicarse exclusivamente a escribir'', asegura.

Como ''catalana de buen sentido'', prosigue el crítico y poeta, Carmen Balcells realizó una serie de nuevas negociaciones, de acuerdo con las cuales los derechos se suscribían para que la venta de los libros tuviera lugar en espacios geográficos más reducidos, de manera que hubiera un margen de ganancia mucho mayor para los autores, además de propiciar una sana competencia entre las diversas editoriales.
De formación autodidacta, Balcells se ocupó de representar en Barcelona a la agencia literaria HACER, propiedad del escritor rumano Vintila Horia, quien tras ganar el prestigioso Premio Goncurt, decidió entregar a su socia un portafolio de autores que comienza a trabajar de la mano del editor y poeta Carlos Barral, con quien termina de aprender los intrincados vericuetos del oficio.

''Por aquella época Balcells comenzó a desarrollar una estrategia que le dio excelentes resultados, pues a la par de ofrecer autores que ya eran conocidos como Carlos Fuentes o Vargas Llosa, llegaba con otros de obras más bien desconocidas que las editoriales también se comprometían a publicar. Por paradojas de la vida, una de las personas que más regalías aportó a la agencia fue una de las beneficiadas de esta medida: Isabel Allende'', comenta el crítico literario.

''Cuando la visité por primera vez iba en busca de tratar de obtener los derechos de García Márquez, con el fin de darle peso a una editorial que como NORMA estaba surgiendo en ese campo; obviamente no fue fácil, pero logré convencerla de que se trataba de un proyecto editorial en el que el autor se iba a beneficiar y puse como ejemplo a Álvaro Mutis y Arturo Uslar Pietri, quienes se encontraban en su agencia, pero hacían parte de una catálogo más extenso que no solo estaba conformado por escritores que ella representara, aunque sí me presentó a muchos otros autores nuevos, algunas de cuyas obras –no todas- efectivamente publiqué'', acota Melo.

¿Cómo llegó a desarrollar semejante olfato para descubrir tal cantidad de nuevos autores? De acuerdo con Cobo Borda, aquellas personas que adelantaron estudios literarios o trabajan en editoriales a veces se atrofian y se mueven en líneas que perciben como seguras, dejando que lo mejor se les escape debajo de sus narices.

''Carmen Balcells era una buena lectora y le gustaba leer. Cuando tenía entre sus manos un libro que le llamaba poderosamente la atención prefería retirarse a un cuarto hotel, donde permanecía enclaustrada sin ningún tipo de distracción. Tenía una percepción muy fina, producto de ese gusto y esa pasión por la literatura, a tal punto que sus comentarios me decían mucho más que aquellos realizados por los profesores universitarios contratados por su agencia'', afirma Melo.

Barcelona, junto con México y Buenos Aires, eran los principales centros editoriales de habla hispana, gracias a la presencia de editores españoles muy importantes, así como de otros que se encontraban exiliados por cuenta del régimen franquista. Escenario en el que de acurdo con Melo, el papel de Balcells sería determinante durante décadas como agente literaria y posterior artífice de la Editorial RBA; aventura que abandonaría poco tiempo después debido al conflicto que generaba su doble papel como agente y editora.

''Cuando Balcells creó su agencia todos estos escritores que luego alcanzaron ese renombre hasta ahora estaban comenzando, pero ella abrió las compuertas y comenzó a crear todos estos lazos de amistad. Una historia que evoca la escritora brasileña Nélida Piñón –quien ha escrito páginas memorables sobre su relación con Balcells- es que la instaló en un cuarto en Cataluña para que pudiera dedicarse a escribir'', recuerda Cobo Borda, para quien el éxito de la agente también está muy ligado a la circunstancia por la que atravesaba Cataluña en esos primeros años.

''Había toda una industria editorial en Barcelona que ya tenía una tradición consolidada a partir, por ejemplo, de la edición de textos escolares: recuerdo una editorial famosa que todavía puede apreciarse en las bibliotecas de carácter rural que se crearon durante la administración de Alfonso López Pumarejo, junto a otros productos que llegaban de España: mapas y tablas cronológicas publicadas por Víctor Seix, quien luego fundaría Seix Barral, de papel trascendental en la difusión de autores latinoamericanos, españoles y europeos'', explica el crítico.



Texto:
Juan Carlos Millán Guzmán
Dirección de Artes,
Ministerio de Cultura
Tel. 3424100   Ext. 1504
Cel. 311 878 67 43 Carmen Balcells: adiós a la mamá grande de la literatura hispanoamericana
 

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