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2015-11-18

Gloria Triana, un largo viaje al corazón de la cultura popular

 
Foto Alexander Arteaga, MinCultura
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La ganadora del Premio Nacional Vida y Obra 2015 del Ministerio de Cultura, hace un repaso por cinco décadas dedicadas a dar reconocimiento a las culturas populares del país y a revelar a los colombianos su riqueza multicultural y étnica.

​​Primera estación. 1943.  Una niña de cabellos rubios y ojos claros posa de medio lado para la foto en un estudio. Luce un inmenso moño sobre su cabellera de brillantes rizos, mientras su mirada se pierde en el horizonte. Nariz y boca pequeña, mejillas prominente, toda en ella es dulzura. La niña tiene tres años. Su nombre Gloria Triana Varón. 

Tal vez en ese instante congelado en el papel,  la pequeña no sospeche que está a punto de emprender el primero de muchos viajes en su vida, viajes  que la llevarán a adentrarse por el rico y diverso universo de la cultura popular en nuestro país, a través de su labor docente y académica o con la creación de hitos audiovisuales como ‘Yuruparí’, ‘Aluna’ o Ale- Kumá’, hoy referentes sobre el patrimonio inmaterial de nuestro país, un concepto que no existía en las décadas de 1970 y 1980, cuando ella comenzó a explorarlo. Con su trabajo, Gloria contribuyó a que entendiéramos que Colombia no era un país monolítico, sino diverso, multiétnico y pluricultural, tal como finalmente lo reconoció la Constitución del 91.

La documentalista está ahora sentada en su apartamento, en el piso 11 de un edificio en Cartagena, y a 72 años de distancia observa la foto de aquella niña con ojos de feliz nostalgia. “Yo nací entre colores y pinceles. Mi padre, Jorge Elías Triana, era pintor y en 1944 se marchaba a México para realizar estudios de pintura con los grandes muralistas. Hace poco hice un descubrimiento y es que desde esos años mi padre ya realizaba cuadros con las temáticas que luego yo abordé en mis trabajos audiovisuales. En sus lienzos aparecen ‘La maternidad indígena’, ‘Lavanderas en el río’, o los matachines de las fiestas de San Pedro, en el Espinal; imágenes que debí haber visto en mi primera infancia y ejercieron, de forma inconsciente, influencia en mí”.

Pero el descubrimiento de esta maestra del documental no termina ahí: “Con los años, mi padre comenzó a plasmar en sus cuadros muchos de los temas que yo abordé en mis películas, como los Carnavales de Barranquilla, las Cuadrillas de San Martín o la Danza de Diablos y Cucambas del El Guamal, entonces siento que en este aspecto fue una relación de ida y vuelta”, agrega mientras repasa con su mirada algunos de estos cuadros colgados en su apartamento quizás, como una manera de mantener eternamente vivo ese diálogo con su padre, quien falleció hace 15 años.

Convertida en una niña que quería aprender todo sobre el mundo que le rodeaba ella sentía que su vida estaba más orientada hacia el arte que hacia la ciencia. “Primero quise ser pianista, luego  bailarina  de ballet, pero también quería escribir y actuar. Recuerdo que cuando tenía 16 años y mi hermano Jorge Alí, 14, hicimos una adaptación de ‘Los niños terribles’, la obra de Jean Cocteau, donde llegué actuar, pero seguramente no tenía talento para eso”, rememora la realizadora sobre  aquella juvenil aventura escénica junto a su hermano, hoy convertido en uno de los más importantes directores de teatro, cine y televisión del país.

En 1960, decidida a estudiar Arquitectura, un buen día Gloria Triana toma un autobús para llegar hasta la Universidad Nacional, en Bogotá. Pero un asunto trivial cambió radicalmente el rumbo a sus planes. No para de reírse cuando narra cómo al bajarse del bus para entrar al centro universitario, se dio cuenta de que estaba en el lugar equivocado. En vez de bajarse en la entrada de la sede universitaria de la Calle 35, lo hizo por la 26. Entonces se vio obligada a atravesar el extenso campus para llegar a su destino. Pero en el camino vio a un señor de pie sobre una piedra que se dirigía a los estudiantes, para invitarlos a inscribirse a la nueva carrera que se abría: Sociología. “Yo me detuve, lo escuché hasta que terminó y pensé, esto me interesa”, recordó la realizadora.

Y así fue que los planos, maquetas y proyectos arquitectónicos fueron reemplazados por agudos estudios sociales, que Gloria aprendió de la mano de grandes maestros. “Entrar a la Nacional fue un privilegio, porque no sólo era estar en la Nacional, sino en aquella universidad en los años 60, con unos profesores que eran la élite de intelectualidad. La Facultad acababa de ser fundada por Orlando Fals Borda y entre mis profesores estaba, Camilo Torres o Virginia Gutiérrez de Pineda. Eran los años en que se comienza a hacer investigaciones y cuestionamientos sobre la realidad nacional, los problemas de las culturas y etnias”, recuerda la investigadora.   

En esos años Gloria trabajó en la dirección de asuntos indígenas del Ministerio de Gobierno, labor que le permitió recorrer especialmente, los territorios indígenas. Su tesis de grado se enfocó en la problemática sobre la tenencia  de la tierra en el Cauca y se graduó  como Licenciada en sociología con especialización en antropología social. A mitad de la década de 1960 Gloria se vinculó como docente al recién creado departamento de Antropología, de su universidad. 

Segunda Estación. La documentalista continúa desde su apartamento en Cartagena su viaje al pasado y da un salto a la siguiente década, los años 70. Ahora recuerda  estar en su casa en Bogotá, viendo un programa de televisión en el que se está presentando Totó la Momposina, la cantadora de Talaigua Nuevo, Bolívar, que sorprendió a la socióloga con sus maravillosos cantos de tambores, que recogían la cultura del Caribe. “Nunca había visto ni escuchado algo así. Entonces quise conocer a esa artista y saber de dónde surgía esa música. Nos hicimos amigas y terminé acompañándola en un viaje por el río Magdalena, por once poblados de la depresión momposina. Desde entonces las culturas populares se convirtieron en el tema sobre el cual quise desarrollar el resto de mi vida”.

A partir de entonces todo fue un descubrimiento para la joven socióloga. Un día estaba en medio de las Fiestas de San Pacho, en Quibdó, otro en los Carnavales de Barranquilla y otra embrujándose con los sonidos de las marimbas en el Pacífico Sur. De forma paralela hacia 1975, debutó con su primer trabajo audiovisuales, nuevamente con la complicidad de su hermano Jorge Alí, con la producción ‘Y todos los días’. Luego hizo ‘Mompox, ciudad de Dios’ y ‘Arqueólogos y guaqueros’.

Gloria Triana da vuelta a la página y continúa su viaje hacia la década de los años 80. Para entonces se vincula a Colcultura, como  asesora de la oficina de Festivales y Folclor. Allí surgió la propuesta de hacer el programa Noches de Colombia, que mensualmente se emitía los Sábados, a las 6:30 p.m. Allí era la encargada de buscar por todos los rincones del país diversas expresiones de nuestro folclor, para presentarlas en una velada, nada menos que en el Teatro Colón.  Por ese espacio aparecieron casi de manera inédita en televisión, las cantadoras del pacífico, los Gaiteros de San Jacinto y otras manifestaciones de música y danza.  “Algunos críticos pensaban que era una especia de sacrilegio  llevar los artista a un espacio como el Teatro Colón y muchos colegas decían que no estaba bien,  que uno llevara  las tradiciones populares fuera de contexto a un teatro de la elite”, afirma la realizadora mientras observa algunos recortes de prensa de la época.

Justo cuando la investigadora estaba realizando Noches de Colombia, ocurrió la noticia del Premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez. En su calidad de asesora de Colcultura Gloria Triana coordinó la delegación que acompañó a Estocolmo al escritor a recibir el importante reconocimiento.

Sentada en la sala de su apartamento de Cartagena Gloria recuerda con emoción aquellos días. “Cuando se anunció que llevaríamos a Estocolmo una delegación que incluía a Totó La Momposina, Los Hermanos Zuleta, las Danzas del Ingrumá, Los Copleros del  Talanquero, de los Llanos  Orientales y Leonor Gonzalez Mina, del Pacífico se levantaron muchas críticas. Recuerdo que Roberto Posada, D’Artagnan tituló una de sus columnas:  ‘Un acto de lesa lobería’.  Pero cuando vieron bajar a esta delegación por las escaleras del Palacio del Ayuntamiento, durante el banquete del Nobel, los asistentes entendieron que era Macondo la que desfilaba. Entonces creo que fue otra manera de aprender que el  referente de nuestras identidades está en nuestras culturas populares, ¿en dónde más? no hay nada qué hacer”, afirma Triana quien de esa experiencia está preparando un documental.

Tercera Estación.  Y una cosa llevó a la otra. A raíz del programa Noches de Colombia la productora estatal Audiovisuales le propuso a Gloria hacer, con apoyo de Focine, un programa en el que se visitara los territorios de donde surgían las expresiones culturales que ella mostraba en su programa. Ese fue el origen de Yuruparí. Ahora iría hasta los orígenes de esas expresiones populares y las mostraría en sus contextos. “Algunos críticos señalaron que yo sólo me enfocaba en los temas de las fiestas y celebraciones. Sin embargo, en la mayoría de los programas que realizamos yo siempre incluí diversos aspectos de su contexto social”.
 
El viaje de Gloria Triana se detiene un poco para hablar de esta importante etapa de su trabajo sobre culturas populares, que se realizó entre los años 1982  y 1984 y se emitió entre el 1983 y 1986. “Cuando veo ahora esos capítulos emitidos hace ya  30 años siento cómo reflejan una relación muy personal, respetuosa y muy amorosa con cada personaje.  Por ejemplo, con Alejo Duran,  yo le podía decir: quiero que vayas de Planeta Rica, donde vives, a tu pueblo, El Paso, Cesar, porque quiero filmarte mientras estás en un diálogo con tu madre en el patio de tu casa, hablando de esos cantos que aprendiste de ella. De ahí salió una de las escenas más entrañables de nuestra serie”.
 
La investigadora explica que el nombre de la serie Yuruparí, era más que una palabra sonora.  Se refiere a un complejo ritual de iniciación de la pubertad en los hombres, en el cual a los jóvenes se les transmite, la historia y cosmogonía de su cultura. A la vez, es un culto a los ancestros. “Pensé que era un buen título, porque lo quería enseñarle no sólo a los jóvenes sino al país, una manera distinta de mirarnos y, al mismo tiempo, transmitirle a las nuevas generaciones esta Colombia profunda y diversa”. 

Gloria no deja de sorprenderse gratamente de  cómo este programa después de tantos años de haber salido al aire, mucha gente lo tenga en la memoria. “Hace poco en Barranquilla me encontré con Johnny Hendrix Hinestroza, el director de la películas ‘Chocó’, quien me dijo: yo elegí hacer cine porque cuando era niño veía Yuruparí, con mi padre. Esas son las que me dan mucha satisfacción. Yuruparí produjo procesos de revitalización en muchas comunidades, al poder mostrar sus expresiones que eran importante pero que estaban invisibles para la gran mayoría del país.  Eso hacía que muchas veces las propias comunidades no las valoraban. Yo siempre digo que las Cantadoras del Alto del Rosario, en el Pacífico, por ejemplo, no volvieron a ser las mismas después de que salieron en Noches de Colombia y después aparecieron en la serie de Yuruparí”, reflexiona la realizadora.
 
Entre los trabajos de Yuruparí, tiene un cariño especial por el capítulo ‘Pedro Flores, llanero, músico y guerrillero’, que realizó sobre la vida y obra de este artista popular que hizo parte de la guerrilla de Guadalupe Salcedo en la década de 1950. “Al final del documental suenan un corrido guerrillero de la época y Pedro le relata a sus hijos su vida en esa milicia y cómo después de desmovilizarse fue asesinado Guadalupe en Bogotá. Cuando en la productora lo vieron me pidieron que quitara esa parte del documental, porque lo consideraban una apología a la guerrilla. Yo me negué a hacerlo, les dije que eso sería como quitarle un capítulo a un libro. Finalmente, Yuruparí no se volvió a emitir, a pesar de que ya tenía presupuesto para el año siguiente. Por eso quiero tanto esa película”.
  
Una muestra de la importancia de la obra de Gloria Triana es el proceso de recuperación de la serie Yuruparí que ha emprendido la investigadora Juana Suárez, a través del proyecto de recuperación y catalogación de los audios de la serie, con el apoyo de Proimágenes y del Ministerio de Cultura a través de dos becas de gestión de archivos en 2013 y 2014. También Suárez ha emprendido la restauración de los videos de la serie, con recursos de la Federación Internacional de Archivos FIA  (Ifa) de la cual ya se han restaurado seis documentales, de los 64  que conforman el total de la serie y de los cuales Gloria Triana dirigió 36.  El propósito  es recuperar este archivo patrimonial para que esté disponible para el acceso y disfrute de los colombianos y sirva de material de investigación.  “Sin embargo, independiente de quién lo haya hecho, lo interesante es que Yuruparí es ahora un patrimonio audiovisual de todos nosotros”, agrega Gloria Triana.

Pero la realizador también hizo otras series que dejaron su huella, como Aluna y Alé Kumá. Aluna, cuyo nombre tomado de una palabra kogui que quiere decir espacio de la creación, fue una serie dedicada, precisamente a explorar la vida de los creadores populares. En tanto que Alé Kumá,  correspondió a un espacio dedicado a las danzas de proyección. El nombre hace referencia a una danza de los guahíbos, en la cual bailan en círculos grupos de hombres, mujeres y niños, pero la condición es que para entrar en el baile hay que despojarse de todo odio, rencor, porque es una danza de la purificación, de la reconciliación. “Algo que nos hace mucha falta ahora en nuestro país”, agrega Triana.

Pero Gloria Triana no vive de lo hecho en el pasado su labor en torno a las culturas populares continúa. Desde hace quince años está vinculada a la Fundación BAT con la cual ha desarrollado proyectos como la revista Anaconda que ya salió de circulación y los Salones de Arte Popular, que desde hace diez años Gloria asesora. La realizadora también ha participado recientemente en procesos como la declaratoria como patrimonio inmaterial de los Cuadros de Galeras y en el Plan Especial de Salvaguardia del Carnaval de Barranquilla, impulsados por el Ministerio de Cultura. También trabaja en el proyecto de publicar un libro sobre Cuadros Vivos de Galeras. 

Gloria Triana observa el extenso mar Caribe, desde el balcón de su apartamento en Cartagena. No cabe duda que su vida ha sido un eterno y privilegiado viaje que la ha llevado a iluminarnos a todos los colombianos ese país diverso que somos. Y para ella el viaje no termina, por eso asegura: “Seguiré haciendo ese viaje por esa Colombia invisible y olvidada”. 

VEA AQUÍ VIDEO HOMENAJE:   https://youtu.be/u6yi4T4OJns​​


Texto: 
Ricardo Moncada Esquivel
Jefe de redacción
Oficina Divulgación y Prensa
www.mincultura.gov.co

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