Un hombre en medio de la selva, carcomido por la maleza. Esa era la imagen de la portada de la edición de La vorágine que Fabio Rubiano leyó cuando estaba en el colegio. Era una publicación de la editorial mexicana EN, que tenía una serie de libros resumidos que también incluía La María, de Jorge Isaacs, así como otros clásicos de la literatura universal.
“Era muy atractivo para uno de pelaíto”, recuerda ahora Rubiano, en la sala Fanny Mikey del Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella. El director y dramaturgo de Teatro Petra está en medio de una escenografía llena de cajones y escritorios, de la que descienden metros de cables enredados. Es un ambiente que hiede a burocracia y a rutina, pero por el que también se cuelan los sonidos de la selva amazónica.
Allí, en medio de máquinas de escribir y vestuarios de época, cobra vida Perderse (una visita a La vorágine), la nueva obra de Teatro Petra que se estrenó este miércoles 21 de agosto como parte del ciclo Vorágine extendida del Centro Nacional de las Artes.
Pero, antes de llegar a esta crear esta nueva mirada sobre el clásico de José Eustasio Rivera, que se publicó hace un siglo, Rubiano recuerda que tuvo otra aproximación a la novela cuando cursó la maestría en Literatura y Pensamiento Latinoamericano del Instituto Caro y Cuervo. Allí, tuvo como profesora a Erna von der Walde, una experta en la obra de Rivera y quien, junto a Margarita Serje, lanzó recientemente una edición cosmográfica de La vorágine con Ediciones Uniandes.
Luego de esos acercamientos académicos, Rubiano regresa al universo infinito que creó Rivera con esta nueva propuesta teatral que juega con los planos de representación, pues su estructura narrativa se divide en la discusión de tres académicos sobre la novela y en la escenificación de ciertos pasajes de la historia originales.
Fabio Rubiano, autor y director de ‘Perderse (una visita a La vorágine)’.
Para el director, justamente el reto es que la novela se puede plantear desde cualquier perspectiva. “Como mi último acercamiento fue desde el universo académico, me parecían muy atractivas todas las discusiones que había alrededor de La vorágine. Y usted puede coger la novela desde la perspectiva política o económica y también desde el extractivismo, la relación de amores, el concepto de melodrama o la novela de aventuras”, explica el artista.
Perderse (una visita a La vorágine) tiene como protagonistas a Marcela Valencia, Julián Román, Liliana Escobar, Lucho Velasco, Juan Diego Marín y Alejandra Chamorro, quienes les dan vida a estos personajes que discuten sobre preguntas del tipo ¿hay que mirar el pasado con ojos del presente?
En escena también aparece la travesía por las selvas de Arturo Cova con su amada Alicia. Además, hay un personaje sobre el que esta puesta en escena basó su fuerza argumental: Clemente Silva, el anciano cauchero que está buscando a su hijo.
La estética de la obra está inspirada en los ambientes de oficinas burocráticas.
“Nos parece que es algo que conecta mucho a La vorágine con el presente: alguien que está buscando a su hijo para enterrarlo. Eso es algo que está buscando una gran parte del país”, añade Rubiano.
Además, de esta temática, Perderse (una visita a La vorágine) también habla de la violencia, de la explotación cauchera, de las condiciones laborales y del exterminio indígena. Para Rubiano, una de las cosas tristes de La vorágine es que 100 años después, casi todos los problemas siguen vivos.
Y es ahí donde entra a jugar el simbolismo de ese ambiente de oficina que domina la estética. “Lo trabajamos porque todas las atrocidades que sucedieron hace 100 años en nuestra selva se decidían en oficinas, tanto de esta ciudad como de Europa”, finaliza el director.
Además de esta pieza, que se presentará hasta el 31 de agosto en El Delia, en el ciclo La vorágine expendida también se estrenaron las obras Habūb – Escrituras de arena y agua, de La Quinta del Lobo, y Medea, dirigida por Jimmy Rangel.