Por Lorena Machado Fiorillo
Pierine Yolieh Peñaranda, líder cívica del corregimiento de Taganga y directora de la Fundación Pescando Espíritu, está en el Camellón de la Bahía de Santa Marta, “el malecón” para los locales. Es el mediodía de un viernes de noviembre. La sensación térmica, dice una aplicación, oscila entre los 43 y 44 grados centígrados. A las 2:00 p.m. Pierine abrirá el stand 67 de la zona de emprendimientos del ‘Reencuentro en el corazón del mundo’, la agenda cultural del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en el marco de la Celac, para vender, durante tres días, los productos que elabora junto a once mujeres indígenas, incluída su mamá Zulma. Su marca de artesanías sostenibles, creada en el 2022, se llama Sisihuaca, cuyo significado es “alma sagrada”.
Frente al mostrador, la samaria de 43 años exhibe un bolso mediano de color hueso que representa el cayuco, el medio de transporte de madera utilizado por los pescadores del lugar, quienes tejen —como sus ancestros— los chinchorros con las redes de pesca. “Este tejido del chinchorro, el que estamos representando hoy, es un tejido que únicamente se hacía por hombres en Taganga. Los pescadores tejen el chinchorro para pescar y este conocimiento también lo estamos adquiriendo las mujeres a través de un adulto mayor, un sabedor llamado Joy. Es un pescador maravilloso que nos ha ayudado a transmitirnos este saber”, cuenta Pierine.
En Sisihuaca usan materia prima natural o reciclable para crear bolsos, cartucheras, hamacas, vestidos, a partir de, por ejemplo, madera náufraga, árbol nativo volador, bolsas plásticas o fique. Todo es hecho a mano por las 12 integrantes del emprendimiento, quienes se reúnen tres veces por semana para hacer un círculo de la palabra, donde tejen, cuentan qué les pasó en el día, manifiestan el tejido y comparten lo que quieren lograr. Para ellas, es una lucha de reivindicación étnica como comunidad indígena reconocida desde el 2020 y es una manera de contar Taganga, de contarla a través de la artesanía.
Si Santa Marta es el corazón del mundo, el corazón de Sisihuaca es cada una de las mujeres que hacen parte de la comunidad. Así lo expresa Pierine: “El rol que ha representado la mujer en la economía de Taganga desde cuando vendían pescados pregonando por todas las calles de Santa Marta en unas condiciones, digamos, no tan buenas, ha sostenido la familia y la economía de sus hogares. Siguen siendo mujeres resilientes, emprendedoras, empoderadas. Aquí tengo a mi mamá tejiendo, que es como ese referente que nos ha enseñado ese legado del tejido de generación en generación. Hoy por hoy son tres generaciones que tejen: teje ella, tejo yo y tejen mis hijas”.
El arte del tejido es un arte paciente. Una pieza sencilla puede tardar entre una hora de tejido hasta 30 días. Cada una de las mujeres de Sisihuaca trabaja desde su singularidad y se especializa en un producto que le rinde homenaje a su territorio: la pesca artesanal, los carpinteros de ribera, los animales del mar, los símbolos sagrados. Las ganancias se reparten por partes iguales. Por eso, dice Pierine, las ferias son una ventana de venta para sus creaciones acumuladas. Esta vez les fue bien. El día que más vendieron fue el domingo. "Estamos agradecidas por esta oportunidad que nos dieron para visibilizar nuestro producto y que se valorara de la forma en que hemos querido", concluye Pierine.