Por: Universidad Industrial de Santander (UIS), aliado de Artes para la Paz.
En las estribaciones de la majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta, donde las montañas se funden con el cielo, los niños del Centro Educativo Simunurwa recibieron un regalo que cambiará sus días: una dotación de instrumentos musicales enviada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, gracias al Programa Artes para la Paz, operado por la Universidad Industrial de Santander (UIS).
La Sierra Nevada, considerada el corazón del mundo por los pueblos originarios, guarda un legado cultural y espiritual invaluable. En este lugar, los saberes se transmiten de generación en generación… cada canto, cada sonido, es un diálogo con la naturaleza.
Gracias al programa Artes para la Paz, los niños y jóvenes de esta comunidad tienen hoy la oportunidad de aprender música en un espacio pedagógico que se convierte en un puente entre tradición y modernidad, entre identidad y paz.
“Es una oportunidad de conocer otros instrumentos que, sabiéndolos utilizar, pueden garantizar o mejorar lo propio. Es un aprendizaje recíproco: el que viene de afuera aprende lo de dentro y el de dentro aprende lo de afuera. La dotación de instrumentos ha sido un impacto, un detalle que no se esperaba y que contribuirá al mejoramiento de la música en nuestra educación”, dijo emocionado Luis Mestre, rector del Centro Educativo Indígena Simunurwa.
Y es que en este colegio la música no es ajena, forma parte de la esencia de los niños y niñas que crecen rodeados de la melodía propia de la naturaleza. “Nuestra cultura por naturaleza ama la música. Es la expresión de la alegría y la armonía, y orientarla de manera pedagógica produce un gran impacto en ellos”, añade con orgullo el ‘profe’ Mestre.
Entre tanto, los padres de familia también perciben este esfuerzo como una semilla de transformación. Hugo Jamioy, habitante de la comunidad Aty kwakumuke y padre de un estudiante, expresó con gratitud que “esta es una oportunidad para que nuestros niños desarrollen sus habilidades y expresen lo que sienten a través del arte. La música, la danza, el teatro, la escritura o la pintura les permiten manifestar sus sentimientos y construir confianza en sí mismos. Aunque los instrumentos que llegaron no son propios de nuestra cultura, despiertan mucho interés por aprender cosas nuevas, combinadas con nuestras tradiciones. Los niños quieren explorar la guitarra, el acordeón o la caja, y con un instructor, esto se convierte en una ventaja enorme”.
Y es que más allá de llenar los días de sonidos y melodías, este espacio contribuye a que los niños tengan un buen uso de su tiempo libre, alejándolos de riesgos y acercándolos al arte como camino de vida y como herramienta de paz.
“La ruta que implementamos parte del conocimiento de nuestros propios instrumentos, como el carrizo, la tambora y la maraca. Al comienzo los estudiantes se sienten nerviosos, pero poco a poco van perdiendo el miedo y aprenden a tocar y cantar delante de sus compañeros. Esta dotación es un gran inicio, nunca se había visto aquí. Con ella podemos dar los primeros pasos hacia la música que tanto nos gusta, como el vallenato”, expresó Duatukey Torres, artista sabedor del Programa, quien acompañó la jornada pedagógica con los estudiantes, enseñando, tanto los instrumentos tradicionales como los recién entregados.
La jornada culminó con una muestra artística, llena de sonrisas y ritmos nuevos que se entrelazaban con los sonidos ancestrales de la comunidad. Fue el reflejo de lo que significa para estos niños poder soñar, crear y fortalecer su identidad a través de la música.
Con este esfuerzo, el Ministerio de las Culturas y la UIS confirman su compromiso de llegar hasta los territorios de los pueblos originarios, llevando arte y cultura como herramientas para la construcción de paz. En medio del verde intenso de la Sierra, los instrumentos entregados no son solo guitarras, cajas o acordeones: son llaves que abren puertas a un futuro donde las voces y saberes de estos niños seguirán floreciendo con fuerza y esperanza.