El contexto sociopolítico determina la magnitud del reto que enfrenta un presidente al asumir un mandato. La Colombia de 1854, en ese entonces conocida como República de la Nueva Granada, estaba marcada por desafíos grandes en términos de seguridad y estabilidad institucional. El país atravesaba un período de inestabilidad política y conflictos internos. Estaba dividido por luchas entre los recién creados partidos Liberal y Conservador y, dentro de estos, entre sus facciones internas.
En 1853, las tensiones entre los Gólgotas y Draconianos, facciones en que se dividía el Partido Liberal, y la proclamación de una nueva constitución, abonaron el terreno para un golpe de Estado. A inicios del año siguiente, la inminente destitución del presidente José María Obando, perteneciente a los Gólgota, llevó a José María Melo, apoyado por los artesanos, a tomarse el poder. Luego vino la guerra, civil de una nación dividida, polarizada y con muchos desafíos por resolver.
170 años después del golpe encabeza por el veterano de las guerras de Independencia, el Fondo de Cultura Económica rescató su historia mediante un libro que forma parte de su colección Vientos del Pueblo: José María Melo, el presidente de los pobres, del investigador colombiano Mario Ramírez-Orozco. En la obra se destacan las circunstancias políticas que lo rodearon, al igual que sus luchas, los retos propios de una presidencia popular corta pero que terminó siendo trascendental en la región.
La colección rescata nombres y momentos cruciales de la historia latinoamericana. Así, la apuesta del Fondo de Cultura Económica es enriquecer la narrativa historiográfica regional y concientizar, a través de la lectura, sobre los procesos históricos que sido parte fundamental de la creación identitaria latinoamericana. El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes habló con Ramírez-Orozco a propósito de la obra y del rol que tuvo Melo en la política de América Latina.
Los inicios de su carrera política
En los anales de la historia colombiana, el rastro de su nombre en la memoria nacional no coincide con su proeza política. Su historia, para muchos, está marcada por el exilio y la exclusión; para otros como Mario Ramírez-Orozco, se caracteriza por la coherencia, la lucha por la equidad y el heroísmo. Aunque distantes, ambas versiones son ciertas.
José María Melo fue el octavo presidente de la República de la Nueva Granada (1831-1858). Su carrera política fue inusual durante su época. Nació en octubre de 1800 en Chaparral, Tolima. La exclusión que padeció por su origen humilde, de acuerdo con Ramírez-Orozco, influyó en su visión política.
La infancia de Melo trascurrió en agitados años de la Independencia. La revuelta del 20 de julio ocurrió poco antes de que cumpliera diez años, y acababa de cumplir doce cuando inició la guerra entre centralistas y federalistas. “Sus 60 años de vida son cruciales en todo lo que era el desarrollo histórico de un país como Colombia", menciona Ramírez-Orosco. Melo y la Colombia independentista crecieron juntos.
El presidente de los pobres
La carrera política de José María Melo fue diferente a la de sus contemporáneos. Melo no venía de una familia de élite, provenía de un municipio minero; Chaparral, en palabras de Rodríguez-Orozco, era “un municipio excluido de las zonas de poder de Colombia". Melo representaba, para la clase dirigente del país, la otredad, lo diferente y lo que, en para su cerrado círculo, era periférico.
A pesar de su lejanía frente a las esferas oligárquicas del país, 1854 fue un año excepcional y decisivo en la carrera política de Melo. En dicho año, arribó al poder gracias al apoyo de la clase artesana, campesina y popular. Su llegada era, por una parte, sinónimo de insubordinación para la élite política y, por otra, una victoria colectiva al ser el primer mandato impulsado por una clase social no burguesa.
La toma del poder de José María Melo no fue un proceso sencillo. Implicó, según lo documenta Ramírez-Orozco en su libro, la constante defensa de sus ideales. “Las dificultades en la coherencia en medio de las contradicciones que plantea el horizonte político es una reflexión que plantea Melo", comenta el autor. La llegada de Melo al poder representó una victoria sin precedentes de la clase popular de la época. Melo defendió su posición durante ocho meses que concluyeron con su destierro en una acción política que, finalmente, lo exilió, junto a doscientos artesanos, de la Nueva Granada.
Recordar la memoria de José María Melo es reivindicar su figura
José María Melo no solo dejó una huella duradera en Colombia, tuvo también una influencia significativa en otras naciones latinoamericanas. Tras su exilio, el octavo presidente de Colombia pasó por El Salvador en 1859, donde participó en distintas actividades públicas. Posteriormente, llegó a México, que se convertiría en su último destino y país en el que continuó también su lucha como parte de movimientos políticos liberales. El legado de Melo en México es, en palabras del investigador Ramírez-Orozco, “muy importante. En México se considera, entre comillas, un héroe nacional nacido en Colombia".
No obstante, a pesar de haber sido una figura relevante durante la lucha de la Reforma de Juárez en México y de que fue vital durante la génesis de los partidos políticos en Colombia, ha sido relegado en la historia nacional. La marginalización de su figura está presente en su ausencia dentro del canon histórico nacional. A pesar de su influencia y logros, sus proezas políticas son omitidas de la narrativa oficial. Dicha exclusión no solamente invisibiliza sus contribuciones a la historia latinoamericana, sino que entorpece la comprensión de los procesos históricos que influyeron en el desarrollo de la región.
“Relegar su figura a un segundo plano repercute incluso en el presente, pues limita el reconocimiento de los esfuerzos de aquellos líderes que, como él, buscaron transformar sus sociedades en medio de contextos adversos", corrobora Ramírez-Orozco. Así, reivindicar la memoria de José María Melo es un acto de justicia histórica que permite reconocer su lucha, sus ideales transfronterizos y un legado fundamental de historia colectiva de nuestro continente. La inclusión de la historia de Melo dentro de la colección del Fondo de Económico no solo reivindica la figura de un líder olvidado, sino que también invita al diálogo y al debate sobre la importancia de rescatar a personajes marginales que lucharon por la justicia social y cuyo legado sigue vigente en la actualidad.