A su lado derecho, una estantería resguarda cientos de discos con ritmos del Pacífico norte colombiano.
A su lado izquierdo, un gran ventanal riega de luz ese salón que funciona como el archivo de la Corp-Oraloteca.
Arriba de ella, en un mural, y recortada sobre una frondosa vegetación verde, una tabaquera, con un gran tabaco sostenido en la comisura derecha de su boca, perfora con su mirada retadora a quien se atreva a mirarla.
La antropóloga y gestora cultural Ana María Arango, directora de la Corp-Oraloteca de la Universidad Tecnológica del Chocó (UTCH), recuerda que tomó la foto que inspiró ese mural con una pequeña cámara Canon. Fue en una de sus primeras visitas a Quibdó, durante unas fiestas de San Pacho, en medio de la realización del documental Sonidos invisibles.
“Esa foto quedó muy poderosa -dice Arango-. Luego, me contaron que esta señora era la mujer de un personaje muy emblemático para Quibdó, llamado Guabina, y que Miguel A. Caicedo hizo poemas sobre ella. Era una mujer muy ruda que siempre salía a ver el San Pacho con su tabaco".
Esa mirada poderosa de la tabaquera acompaña, y también parece proteger, el trabajo de esta corporación, que no sólo resguarda más de 3600 LP's y 600 discos compactos, sino que se ha convertido en un semillero de creación y reflexión que anima a los habitantes de Quibdó a construir memoria y a ejercer sus derechos culturales.
La Corp-Oraloteca empezó siendo el archivo de música y danza del Pacífico norte colombiano, gracias a una entrega que la Asociación para las Investigaciones Culturales del Chocó (ASINCH) le realizó al programa de Música y Danza de la UTCH.
Arango, que venía trabajando con el maestro Leonidas Valencia y otros musicólogos y etnomusicólogos de la región, recibió la misión de liderar la corporación. Paralelamente, recuerda la gestora, venía haciendo un trabajo sobre primera infancia, el cuerpo, el sonido y el movimiento.
Así fue que comenzó a desarrollarse el objetivo de no ser solamente un archivo de música. “Empezamos a pensar una figura que nos permitiera profundizar más en paisajes sonoros y en corporalidad -recuerda la antropóloga-. O sea, que más que hablar de danza habláramos de cuerpo y que más que hablar de música o de puesta en escena o de salvaguardar unos discos, también teníamos que hablar de paisajes sonoros".
Inspirados en el proceso de la Oraloteca de la Universidad de Magdalena, nació ese nombre de la Corp-Oraloteca, una iniciativa que, por supuesto, cuidaría los archivos de música y danza y que, además, pondría al cuerpo como centro.

Cinco gestores y artistas de la Corp-Oraloteca y otros procesos culturales participaron en un taller que el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes lideró en Quibdó.
Tres palabras
Vida, identidad y reconciliación.
Conexión, ancestralidad y ecología.
Madre, partera y sabia.
Con esas tripletas de términos, algunos integrantes de la Corp-Oraloteca respondieron a la pregunta de cómo definirían a su territorio en tres palabras.
Sentados alrededor de una mesa en el patio de la casa de Ana María Arango, en el que a cada tanto cae una guayaba madura de algún árbol, cinco gestores y artistas participaron en un taller que el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes lideró en Quibdó. Este espacio tuvo el objetivo de acercarse a proyectos con un fuerte arraigo territorial que trabajan las diversas formas en las que se desarrolla la relación entre cultura, territorio y ambiente.
El taller, además, hace parte del componente biocultural del Plan Nacional de Cultura 2024-2038 'Cultura para el cuidado de la diversidad de la vida, el territorio y la paz', que el Minculturas presentó a comienzos de este año y que nació gracias a un proceso de casi cinco años de diálogos y concertaciones.
De esta manera, se consiguió proponer una hoja de ruta plural encaminada al cuidado de la diversidad de la vida, el territorio y la paz como riquezas de nuestra nación, logrando 94.158 participaciones en la construcción colectiva de una visión para el sector de las culturas a 15 años.
Además del proceso que dirige Arango, en el taller también participaron líderes de otros proyectos como La Ruta de los Cuidados, una iniciativa de jóvenes de Quibdó que busca la sanación de la quebrada Casimiro.
Andrés Felipe Mena, quien escogió las palabras vida, identidad y reconciliación para definir a su territorio, cuenta que la Ruta de los Cuidados ha logrado rescatar el conocimiento de los ancestros del barrio El Reposo para que sus habitantes más jóvenes conozcan cómo ha sido esa interacción entre lo cultural y lo medioambiental.
“Eso ha hecho realmente que las personas, incluyendo los jóvenes, se interesen por todos los procesos ambientales que se vienen dando en Quibdó y específicamente alrededor de Casimiro", explica Mena.
El taller, que hace parte de la estrategia de implementación y seguimiento del Plan Nacional de Cultura 2024-2038, 'Cultura para el cuidado de la diversidad de la vida, el territorio y la paz', también incluye la creación de un mapa, en el que los participantes están invitados a representar los procesos culturales y las tensiones de su territorio.
La gran hoja blanca, que estaba desplegada en el centro de la mesa, va llenándose de color y en ella van plasmándose un caudal que representa a la quebrada Casimiro serpenteando por los barrios El Reposo y 2 de Mayo hasta llegar al río Atrato; una canoa llena de alimentos, la Huerta de la Resistencia que florece en los jardines de la UTCH y una olla comunitaria rodeada por varias personas en un ejercicio de palabreo.
Esa juntanza también ha sido clave en los procesos culturales y bioculturales que se reúnen en esta mesa. Según Mena, gracias a estos trabajos se les puede enseñar a los jóvenes la importancia de la siembra, la recolección de residuos y el cuidado de los saberes tradicionales, que son fundamentales para construir una sociedad empática.

Andrés Felipe Mena es uno de los líderes de la Ruta de los Cuidados.
“La profesora Ana María ha sido como ese enlace entre muchos procesos, que a la vez estamos trabajando por un solo objetivo y es recuperar muchos espacios que anteriormente no se utilizaban", añade Mena.
La huerta
Mientras recorre la Huerta de la Resistencia, Luz Adriana Valois, cantante y asistente de Ana María Arango, destaca que en este proyecto participan estudiantes de Educación Artística de la UTCH de diferentes semestres.
Según Hurtado, cada estudiante trae una semilla y la siembra, lo que convierte a este espacio en un lugar de unión. “Cuando estamos tristes, nos venimos para acá y podemos estar en paz, en tranquilidad, en armonía -dice la artista-. La huerta es una experiencia de cuidado, entonces también ponemos mensajes alusivos a eso para que la gente no venga a molestarla".
Además de destacar los usos gastronómicos de hierbas como la albahaca, Hurtado también resalta la presencia de otra planta que está muy presente en los canteros de la huerta: la lengua de suegra. “Estas son muy importantes tenerlas en la casa; en la cabecera de tu cama, por ejemplo, para tu respiración, y también para que te oree el cuarto", explica Hurtado.
La Huerta de la Resistencia responde a los laboratorios de creación y especialmente a la curiosidad que ha acompañado a los integrantes de la Corp-Oraloteca durante estos catorce años de trabajo.
Luego de ese primer momento en el que se desarrolló el archivo de música y danza, apareció el proyecto de Velo que bonito, marcado por ese pensamiento en clave de primera infancia, cuerpo, sonido y movimiento.
“También nos hicimos la pregunta por el patrimonio cultural y los saberes alrededor de la biodiversidad", cuenta Arango sobre ese libro que recorre las prácticas y saberes sonoro-corporales de la primera infancia de la población chocoana.

La Huerta de la Resistencia es una de las iniciativas de la Corp-Oraloteca.
El proyecto toma como nombre el tradicional alabao chocoano, cuya letra dice (o mejor, canta):
Velo que bonito lo vienen bajando,
Con ramos de flores lo van adorando.
Ro, rri, ro, rra.
San Antonio ya se va.
Cuerpo y sexualidad
Además de la programación cultural, que incluía miércoles de cine, tertulias artísticas y encuentros de costureros, la corporación también ha realizado proyectos de narrativas transmedia como Ombligadas.
Su inspiración fue el ritual de la ombligada, que es la manera en cómo las parteras curan el ombligo del recién nacido con una serie de sustancias que, según la tradición, marcarán la personalidad y el destino de ese bebé.
Este ritual es un ejemplo de los derechos bioculturales y de esa conexión profunda entre la diversidad cultural y biológica de Colombia que es fundamental en el nuevo Plan Nacional de Cultura.
“Nosotros pensamos la relación con los derechos bioculturales y el territorio en clave de lo femenino, de la madre, de la partería, de la sexualidad -asegura Arango-. La sexualidad también es un elemento que ha estado muy presente en la Corp-Oraloteca, porque hemos liderado investigaciones alrededor de los derechos sexuales y reproductivos".
Tanto en el taller como en esta charla, Arango resalta la relación que hay entre el bienestar de los cuerpos y el bienestar de los territorios. Y es que, según ella, en un territorio expropiado y maltratado seguramente se va a encontrar que los cuerpos de los niños y de las mujeres también han sido expropiados y maltratados.
“Por eso, cuando hablamos de derechos culturales tenemos que poner en el centro el cuerpo y la sexualidad", apunta.
Para trabajar sobre esas preguntas y esas preocupaciones, la corporación utiliza la metodología de raíces, tierras y alas, que cuestiona la colonialidad, el patriarcado y la lógica de no merecimiento. Así nacieron proyectos como Renacientes: escenarios de arte, verdad y reparación, que hace parte del programa Verdad Poética de la Comisión de la Verdad y en el que jóvenes y adolescentes que pasaron por el centro de reclusión especializado Juan Andrés Palacios Asprilla cuentan sus experiencias.
Así nació también la Huerta de la Resistencia, desde la que Luz Adriana Hurtado, luego de terminar su recorrido, asegura que este tipo de iniciativas pueden inspirar para no usar un arma, sino sembrar una planta o tocar un instrumento de chirimía. “Nuestro Chocó está difícil, pero nuestros corazones son más grandes y podemos cambiar el territorio con paz y amor por medio de las huertas, sanando, sembrando, queriendo al otro", se despide Hurtado.