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#ElRíoHabla: Minculturas avanza en la implementación del Plan Especial de Salvaguardia de la Pesca Artesanal en el río Magdalena

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La estrategia llegará a 13 zonas ubicadas en 31 municipios de nueve departamentos, -desde el Huila hasta el Atlántico-, para fortalecer los conocimientos de pesca, oficios, técnicas y saberes asociados al río Magdalena.

20-10-2025
#ElRíoHabla

El primer encuentro en Natagaima, Tolima, reunió a más de 40 sabedores y pescadores que hoy trabajan por mantener viva la memoria y los oficios del río Magdalena. Foto: Saulón Guerrero ​​

Bogotá, 20 octubre de 2025 (@mincultura). El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, a través de la Dirección de Patrimonio y Memoria y el Grupo de Patrimonio Cultural Inmaterial, da inicio a la implementación del Plan Especial de Salvaguardia (PES) de los Conocimientos y Técnicas Asociadas a la Pesca Artesanal en el río Magdalena, una manifestación incluida en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación mediante la Resolución No. 060 de febrero de 2024. 

El Plan Especial de Salvaguardia (PES) es una herramienta de gestión participativaoque permite proteger, fortalecer y garantizar la transmisión de los patrimonios culturales vivos del país. Su implementación promueve el reconocimiento de los derechos bioculturales de las comunidades portadoras y la preservación de la memoria anfibia que sostiene el corazón del país: el río Magdalena. 

El PES no se centra únicamente en la práctica de la pesca, sino en el conjunto de conocimientos, técnicas y oficios que la hacen posible: un tejido de saberes que articula el territorio, el agua y la vida cotidiana de las comunidades ribereñas. Así, habla de los ritmos del río –la sequía y la subienda, la lluvia y la bajanza, la navegación entre vientos y lluvias– y de las prácticas que de ellos nacen: los calendarios de pesca y cultivo, la soberanía alimentaria y los saberes medicinales y culinarios que sostienen a las comunidades del Magdalena. 

También reconoce las técnicas de pesca –atarraya, chile, guasas o clambombas, chinchorra, nasa, chilinga, barredera, guinda, calandrio y corral– y los oficios que la rodean, como los de tejedoras y tejedores, calfateros, patrones o pilotos, componedoras, enhieladoras, entre otros. 

Su implementación se realizará a través de la estrategia #ElRíoHabla, memorias y saberes del Magdalena, que recorrerá 13 zonas en 31 municipios de nueve departamentos, desde el Huila hasta el Atlántico. En cada territorio se desarrollarán procesos de formación, intercambio y fortalecimiento organizativo con las comunidades portadoras, garantizando la transmisión intergeneracional de los saberes ribereños. 

Las zonas visitadas o ‘ventanas’ son: 

Villavieja (Huila) – Natagaima (Tolima) 
Girardot (Cundinamarca) – Beltrán (Cundinamarca) – Guaduas (Cundinamarca) 
Honda (Tolima) – La Dorada (Caldas) – Ambalema (Tolima) 
Cimitarra (Santander) – Puerto Berrío (Antioquia) – Puerto Parra (Santander) 
Barrancabermeja – Puerto Wilches (Santander) 
Simití – San Pablo – Cantagallo (Sur de Bolívar) 
Morales – Arenal (Sur de Bolívar) 
Gamarra – La Gloria (Cesar) 
Chimichagua – Tamalameque (Cesar) – El Banco (Magdalena) 
Talaigua – Mompox – Cicuco (Bolívar) 
Magangué (Bolívar) – Santa Bárbara de Pinto (Magdalena) 
Repelón (Atlántico) 
Barrio Las Flores (Barranquilla, Atlántico) – Tasajera (Magdalena) 

La voz de Silvia y el río 

El pasado 13 de septiembre se realizó la conformación de la Asamblea Local de gobernanza del PES para la primera visita en la ventana 1 conformada por comunidades de Natagaima, Tolima, que convocó a cerca de 40 personas de los municipios de Villavieja y Natagaima, entre ellas gobernadores indígenas, docentes y representantes de asociaciones campesinas y pescadoras. Allí, las comunidades establecieron una ruta de trabajo, se establecieron liderazgos de coordinación e inició el primer ejercicio de transmisión de saberes. 

Silvia Cumaco, lideresa pescadora de la vereda Pueblo Nuevo, aprendió de niña a lanzar la atarraya. Desde entonces, su vida ha estado trenzada con el río Magdalena. “Desde niña aprendí a pescar, a manejar calandrios. Recuerdo los bocachicos, el capaz… Desde Neiva hacia abajo había caloche, guabina. Pero eso era antes de las hidroeléctricas y la contaminación”, cuenta. 

Silvia mira el Magdalena todos los días desde su casa. “Yo me siento como una madre protegiendo a un ser que no es cuidado por el ser humano. El río solo lo cuida el pescador. Cuando van a dragar, cuando talan los árboles, cuando contaminan, me duele. El río ha cambiado muchísimo, lo están envenenando”. 

Para ella, el inicio de este PES es una gran oportunidad que se le abre a los pescadores., y celebra que el proceso incluye a alfareras, cocineras tradicionales, tejedoras y demás oficios asociados porque “la pesca está unida a todo eso: al arte, al canto, a la vida”, señala. 

Una de las principales acciones del PES será la creación de la Escuela La Atarraya en cada una de las ventanas, como espacio de encuentro entre sabedores mayores y jóvenes para compartir conocimientos sobre los oficios y manifestaciones asociadas a la pesca, memorias, técnicas y saberes, pero también para dialogar sobre los retos ambientales que enfrentan las comunidades. En el municipio existen actualmente seis asociaciones de pescadores y cuatro campesinas, que hacen parte activa del proceso de salvaguardia. 

Por ejemplo, Silvia explica que están en proceso de creación del proyecto ‘Relatos anónimos del río Magdalena’ el cual llegará al Colegio Policarpa Salavarrieta para enseñarle a los niños a tejer sus propias atarrayas y conocer los oficios de sus padres y abuelos, transmitiendo así los saberes ribereños a nuevas generaciones.  

También se impulsarán Escuelas de Comunicación Popular, donde jóvenes de las comunidades portadoras aprenderán herramientas audiovisuales, radiales, gráficas y sonoras para contar desde adentro la vida anfibia del río y sus gentes. 

Esta estrategia de implementación del PES propone medidas que apuntan a fortalecer la soberanía alimentaria, la educación, la investigación, el arte, la comunicación y la participación política, entendiendo la pesca artesanal no solo como un oficio, sino como una forma de vida que mantiene viva la memoria del agua y las voces del río. Es reconocer que la cultura también se teje con redes y atarrayas. ​

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