Alfredo Garzón fue de los pasajeros que recorrió la noche bogotana en La Prepago, una chiva que la dramaturga y directora antioqueña Verónica Ochoa convirtió en un escenario teatral para su obra El corruptour. En el interior de La Prepago se subían y se bajaban personajes que, a través de un texto que mezclaba el teatro documental, el humor ácido y reflexiones filosóficas, se preguntaban por las causas que llevaron al asesinato del periodista y humorista Jaime Garzón, aquel 13 de agosto de 1999.
“Fue un acto de generosidad del arte de Verónica, de Felipe Vergara (director) y de todo el grupo de 16 actores. Sentí un gran agradecimiento, una gran admiración por lo que puede hacer el arte por uno y por la sociedad en un caso como estos, porque el duelo por el caso de Jaime es colectivo”, explica el dibujante Alfredo Garzón, hermano de Jaime, sobre lo que sintió aquella noche que vio la obra.
Para la dramaturga, El corruptour fue un lugar que le dio un espacio al grito, a la rabia, a la indignación, que para ella eran muy necesarios. “Yo consideraba que el teatro debía salirse de sus recintos normativos y poder ir y confrontar, movilizar, aparecer y luego desaparecer. Me dejó el aprendizaje de que los límites en el arte escénico realmente no existen”, añade Ochoa.
Gracias a ese encuentro entre Ochoa y Garzón se empezó a gestar otro proyecto artístico: la novela gráfica Garzón, el duelo imposible, publicada con la editorial Rotundo Vagabundo y que se lanzará el 13 de agosto en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella como parte del acto de conmemoración de los 25 años sin el periodista y humorista.
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La novela gráfica
Ochoa recuerda que Alfredo Garzón se montó en la chiva La Prepago por invitación del músico Edson Velandia, uno de los artistas que protagonizaba el montaje. Gracias a la amistad que Ochoa y Garzón formaron, apareció la idea de trabajar en un nuevo proyecto juntos.
“Yo tenía muchas ideas a partir del Corruptour, le había dicho a Alfredo que hiciéramos un álbum de laminitas de corruptos. Pero, claramente, Alfredo ya tenía una idea mucho más sofisticada dentro de su cabeza y un poco me fue llevando y dándome a conocer la novela gráfica”, añade la artista.
Según ella, era bastante orgánico que, si un dibujante y una dramaturgia se unían, naciera una publicación editorial en este formato. Garzón, por su parte, cuenta que él quería hacer una obra en la que pudiera unir su oficio de dibujante con el caso de su hermano.
“La otra razón es que los jóvenes y su actividad fueron los que de alguna manera inspiraron este libro, y son, a la vez, los destinatarios”, añade Alfredo Garzón sobre la selección de este formato.
Según Ochoa, en medio de la investigación sobre el género, ella y Garzón se encontraron con la biblioteca de novela gráfica de la Alianza Colombo Francesa, una de las más grandes de este formato en el país. “Empezamos a navegar el género y nos enamoramos. Entendimos que tenía mucho potencial y que nos daba la posibilidad de abordar todas las complejidades que hay en el relato de la vida, la obra y el asesinato de Jaime”, explica.
Verónica Ochoa y Alfredo Garzón se conocieron cuando la dramaturga presentó la obra 'El corruptour', un homenaje a Jaime Garzón.
Esta nueva novela gráfica jala varios hilos para tratar de unir esa telaraña que es la historia colombiana. Desde el movimiento gaitanista, pasando por la Guerra Fría y llegando a la infancia de Jaime Garzón, su desarrollo como humorista, su asesinato y la infructuosa búsqueda de justicia, Garzón, el duelo imposible propone una nueva mirada a las fracturas de nuestra sociedad.
El libro tiene más de 3.000 ilustraciones y se publica después de cinco años de trabajo desde los primeros bocetos que se dibujaron en septiembre del 2019. Esta publicación, además de estar a la venta en algunas librerías de Colombia, llegará a las más de 1.000 bibliotecas públicas a través de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas y la Biblioteca Nacional de Colombia.
Un legado que sigue palpitando
La dramaturga y el dibujante coinciden en que esos pensamientos, esas creaciones y esas búsquedas de Garzón han logrado trascender este cuarto de siglo y contagiar a las nuevas generaciones. Para Alfredo, su hermano logró comunicar a través de su humor unos conceptos complejos y sofisticados, especialmente comparados con el nivel de la conversación política en los medios.
“Yo diría que hay unos elementos en el discurso y en el lenguaje de Jaime que resuenan con los jóvenes y tienen que ver con la alegría, por un lado; el humor, que es la inteligencia, y la verdad. Son unas ideas que sobreviven a los tiempos y que logran comunicarse con personas jóvenes que están construyendo sus vidas y las vidas de sus comunidades y de su país”, explica el dibujante.
Garzón, por ejemplo, resalta que su hermano fue un gran entusiasta y divulgador de la Constitución del 91. De hecho, trabajó con las comunidades indígenas en la traducción del texto a sus lenguas originarias y de esa experiencia nació la famosa frase: Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente.
“Si nos aprendemos este artículo, salvamos este país”, dijo Garzón sobre esa traducción al wayuunaiki del numeral 12 de la Constitución. El texto original, por contraposición, dice: Nadie será sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
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Según Ochoa, la apropiación de los pueblos indígenas de ese artículo, a partir de su lenguaje y de su manera de ver el mundo, ofrece una gran lección de vida, especialmente por esa idea de no negarle el lugar al otro. Siguiendo esa filosofía, añade la dramaturga, Garzón abrió la posibilidad de crear y de configurar una nueva forma de país con el lenguaje.
“Yo siento que las nuevas generaciones han sabido leer muy bien ese legado de Jaime. Cuando uno vive un poco descentralizado, puede ver la cantidad de cosas que se movilizan a nivel comunitario y yo pienso que su legado vibra bastante en todas esas iniciativas más micropolíticas”, añade la dramaturga.
Al comienzo de este proceso de creación, Alfredo Garzón aseguraba que, cada vez que mataban a un líder social, él sentía como si otra vez mataran a su hermano, como si se renovara el duelo. Y, comparando esta Colombia de ahora con la de hace 25 años, Garzón asegura que no se puede decir que estamos viviendo en el mismo país.
“Estamos en un país distinto, pero obviamente estamos viviendo las contradicciones de unas ideas nuevas por un país diferente y unas ideas reaccionarias por imponer un modelo económico, político, militar”, asegura.
Para Ochoa, aunque la realidad es compleja, ahora las apuestas apuntan a una transformación. “Con Alfredo hemos hablado un poco de que esta novela nos permitió transitar de la impotencia, de la impunidad y de la injusticia, a la potencia del arte como un lugar fértil para imaginar un futuro distinto”, finaliza la dramaturga.
El martes 13 de agosto se conmemorarán 25 años sin Jaime Garzón con una programación especial en El Delia.
Programación del 13 de agosto en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella
Lugar: Plazoleta del Delia, calle 11 n.° 5-60.
Hora: 2:30 a 5:30 p. m.
Mural efímero pintado por los dibujantes de la novela en honor a Jaime / Proyección de material en la pantalla del escenario exterior / Venta de la novela gráfica por el Colectivo Huracán.
Lugar: Plazoleta del Delia
Hora: 4:30 a 5:30 p. m.
Micrófono abierto.
Lugar: Sala Delia Zapata
Hora: 5:45 a 7:00 p. m.
Conversatorio moderado por Carol Ann Figueroa.
Lugar: Sala Delia Zapata
Hora: 7:00 a 7:30 p. m.
Venta y firma del libro GEDI.
Lugar: Plazoleta del Delia
Hora: 7:30 a 9:00 p. m.
Concierto de La-33 Orquesta y Gabriel Garzón Montano - Plazoleta CNA.
