Bogotá, 20 de octubre de 2025 (@artesparalapaz). El programa Artes para la Paz, en alianza con la Fundación Nacional Batuta, beneficia a más de 600 niñas, niños y jóvenes con discapacidad en distintas regiones del país. El programa busca hacer del arte un derecho, y no un lujo para unos pocos
El Componente de Discapacidad atiende a participantes con diversas condiciones (física, cognitiva, sensorial, mental y múltiple) y en diferentes fases de funcionalidad. La estrategia se desarrolla en 11 centros de discapacidad Batuta en Bogotá, Buenaventura, Florencia, Floridablanca, Medellín, Pasto, Puerto Asís, Sincelejo y Tumaco.
El proceso está acompañado por un equipo interdisciplinar que incluye pedagogos musicales, psicólogos sociales, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales. Su trabajo conjunto con las familias es fundamental para asegurar procesos flexibles, personalizados e inclusivos. Además, en cada ciudad funciona una red de cuidadoras y cuidadores, que fortalece los lazos y el bienestar a través de actividades culturales y recreativas, convirtiéndose en un apoyo esencial para las familias.
La iniciativa concibe la discapacidad desde un enfoque social, entendiendo que las barreras se encuentran en la interacción con el entorno, y la música se convierte en un espacio que las derriba, reconociendo la dignidad y garantizando los derechos culturales. La historia de una niña de Buenaventura que hoy forma parte de la Orquesta Sinfónica Lleras es un ejemplo del impacto del programa, demostrando que la música no solo desarrolla talentos, sino que también abre puertas a la inclusión y a nuevos proyectos de vida.
Angélica Bonilla es ejemplo del impacto del programa: inició su proceso en Buenaventura y hoy integra la Orquesta Sinfónica Lleras. Su historia demuestra que la música no solo forma artistas, también genera inclusión, confianza y nuevos proyectos de vida.
“Angélica es autista. En el 2015 hizo parte del programa de discapacidad, y a los 3 años pasó a formar parte de la Orquesta Sinfónica Lleras, empezó con el contrabajo y luego se inclinó por el violín. Batuta le ha ayudado a que sea más sociable, esté más conectada con los demás, es disciplinada y responsable, (…) Me parece muy importante la inclusión a niños con capacidades diferentes, porque no se le discrimina, cuando Angélica está en escenario, nadie se da cuenta que Angélica es autista, toca igual a sus demás compañeros”. Janeth Bonilla Rentería, madre.
Con Artes para la Paz y Batuta, Colombia reafirma que la cultura es un derecho de todos y todas: un camino de transformación donde la música se convierte en lenguaje común de inclusión, esperanza y paz.