Más de 16.000 niñas, niños, adolescentes y jóvenes en 30
departamentos recibirán formación musical con Batuta.
Artes para la Paz es la apuesta cultural más ambiciosa del Gobierno
en la historia de Colombia, que garantiza el derecho a la educación
artística en todo el país y prioriza comunidades históricamente
excluidas.
Bogotá, 1 de septiembre de 2025. (@minculturas). La Fundación
Nacional Batuta y el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes
trabajan mancomunadamente en el marco del programa Artes para la Paz
para llevar formación musical a miles de niñas, niños, adolescentes y
jóvenes en todo el país. La alianza contempla acciones tanto en
instituciones educativas oficiales como en espacios no convencionales,
priorizando a las víctimas del conflicto armado, comunidades étnicas y
poblaciones históricamente excluidas.
¿Qué es Artes para la Paz?
Artes para la Paz es la gran apuesta cultural del Gobierno del Cambio.
Liderado por MinCulturas en articulación con MinEducación, busca
transformar vidas a través de la educación artística y cultural,
fortaleciendo el tejido social en los territorios. Su meta es llegar a un
millón de beneficiarios durante el cuatrienio, con presencia en 32
departamentos y 732 municipios.
El programa se estructura en cinco pilares: educación formal, educación
informal, apoyo a organizaciones culturales, profesionalización y
dotaciones. A diferencia de iniciativas anteriores centradas solo en la
música, amplía su alcance a diversas disciplinas, que incluye danza,
teatro, escrituras creativas y audiovisuales.

¿Cómo se vincula Batuta?
Batuta fue seleccionada como entidad ejecutora en el pilar de educación
formal. La formación musical se desarrollará en 86 instituciones
educativas oficiales, distribuidas en 29 departamentos y 56 municipios,
llegando a más de 13.000 estudiantes, entre ellos 660 niñas, niños y
adolescentes en condición de discapacidad y 358 músicos pertenecientes
a tres Centros Orquestales.
En paralelo, la Fundación amplía su experiencia en la formación musical
a través de sus Centros Musicales, tendrá espacios de formación, práctica
y disfrute de la música desde una perspectiva de inclusión y garantía de
derechos culturales. Esta acción beneficiará a 3.640 niñas, niños,
adolescentes y jóvenes en 27 municipios de 15 departamentos.
“Para la Fundación Nacional Batuta esta ha sido una oportunidad inmensa
de reconocer, aprender, aportar, y a la vez, un reconocimiento a la
importancia y necesidad de formar mejores seres humanos y una
sociedad capaz de vivir en paz, a través de la música, misión que ha
cumplido por 33 años”, afirma Beatriz Helena Mejía Ramírez, presidenta
ejecutiva (e) de la Fundación
El modelo pedagógico de Batuta, alineado con la estrategia del
Ministerio, propone un recorrido en tres pasos:
La emoción de la práctica colectiva, donde se despierta la
motivación a través del diálogo y la creación compartida.
Manos a la obra, con el aprendizaje de repertorios que fortalecen la
identidad cultural.
Celebramos la vida y la paz, con la visibilización de los resultados
como herramientas de convivencia y reconciliación.
Las prácticas musicales colectivas en Batuta enfrentan dos grandes
retos:
Formar a niños, niñas, adolescentes y jóvenes en procesos sólidos
de aprendizaje.
Alcanzar resultados artísticos de calidad en cada agrupación.
Estos procesos, más allá de lo musical, generan apropiación social,
identidad y sentido de pertenencia. “La música me ha servido para darme
cuenta de que la música no solo es tocar un instrumento, sino que
también llena el vacío en mi interior y en el mundo, si no hay música se pierde el color de la vida”, afirma Jhoselin Coral Núñez, violinista de la
Orquesta Sinfónica Juvenil de Puerto Asís.

La misión de la Fundación Nacional Batuta se alinea directamente con los
objetivos del PND, dedicada a fomentar el acceso a la música y al
desarrollo integral de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en todo el
territorio nacional. Esta labor se extiende hacia la construcción de tejido
social para la vida en comunidad, la creación de espacios de paz,
reconciliación y convivencia, así como al fortalecimiento de habilidades
individuales y colectivas de los y las participantes de sus programas de
formación musical, lo que les permite una participación activa en la
sociedad.
“Más que un programa, estamos hablando de una apuesta de país. Pasa
por los establecimientos educativos: estamos en 1 de cada 3 de los
colegios públicos del país, pero el programa también reconoce la
educación informal, porque tenemos claro que la cultura tiene bastante
qué decir a propósito de procesos formativos en el país. El desarrollo para
Colombia no es solo material y estructural, también pasa por un desarrollo
social y cultural”, dice la ministra de las Culturas, las Artes y los Saberes,
Yannai Kadamani Fonrodona.