El martes 29 de julio, las playas de El Rodadero se llenaron de gente para conmemorar los 500 años de Santa Marta en el concierto 'Corazón del Mundo'. Pero el acto central de esta celebración fue la Ceremonia Viva, un acto escénico que contó la historia de cómo Santa Marta es el resultado de muchas culturas y el encuentro de varios mundos.
Por medio de la danza, la música, el vestuario, la escenografía, el arte y los símbolos, 100 artistas samarios de distintas generaciones mostraron el sincretismo de los pueblos que habitan la ciudad más antigua de Colombia y la conmemoraron desde la raíz y el mestizaje.
¿Cómo se armó esta gran puesta en escena?, ¿Qué hay detrás de esas horas de ritual musical y sonoro? Stifany Manjarrés fue asistente de dirección de la Ceremonia Viva y estuvo en el montaje y producción del evento. Es especialista en Gestión de las Artes y la Cultura. En la ciudad de Santa Marta dirige el Taller Experimental de Artes Escénicas y es presidenta de la Fundación Pescaíto; ha sido productora del Festival de Teatro Infantil y Juvenil Castillo de Sueños, y formadora y directora de teatro y literatura para niños y jóvenes.
En esta entrevista, nos contó detalles sobre esta ceremonia y su significado.
¿Cómo se siente al participar en esta Ceremonia Viva?
Emocionada. Ha sido una experiencia buena.
La Ceremonia Viva 'Corazón del Mundo' no es una historia lineal. Se contó por momentos, de manera metafórica. La idea era resaltar los momentos claves que hemos vivido durante toda la historia de Santa Marta, de forma muy resumida y simbólica. Y representar la conexión con la madre naturaleza, la cosmogonía ancestral de los pueblos que hacían parte del territorio, además de la llegada de todas las expresiones culturales diversas. Logramos representarnos desde el pasado, pero también en el presente para el futuro. La idea es que se piense en Santa Marta no solo como una ciudad turística, sino en lo que implica ser el Corazón del Mundo: cómo Santa Marta le ha agregado al país y al mundo.
Cuéntenos del proceso de cocreación, ¿Cómo fue trabajar en este modelo?
La Ceremonia Viva estuvo pensada con escenas que parten de lo audiovisual. Algunos personajes rodaron y grabaron previamente. La parte escénica, donde hubo aproximadamente 90 artistas, ha sido una cocreación, que nace de una comunidad grande. Se unen allí lo escénico y la trasescena, lo local y lo que viene del interior del país, los samarios y los que tienen amor por Santa Marta.
Participaron directores de agrupaciones que se han destacado en la ciudad desde trayectorias específicas y diversas. Artistas con trayectoria y artistas en formación. Una cantidad de estudiantes de la Universidad del Magdalena, no solo de la licenciatura en artes, sino de otras áreas de formación.
Ha sido una 'mancomunidad', un proceso donde todos han aportado su grano de arena para llevar este lenguaje donde mostramos lo positivo, sin negar las violencias. Pero no queremos hablarlo desde la violencia, sino generar la reflexión de cómo hemos surgido a través del tiempo, cómo hemos convivido con pluralidad de expresiones e identidades, que se han unido para crear la Santa Marta de hoy.
¿Qué momentos caracterizaron la Ceremonia Viva?, ¿cómo los describe?
Stifany Manjarrés: Un primer momento fue el momento ancestral. Aquí contamos el Corazón del Mundo desde lo cosmogónico. Lo que había antes de la llegada de los españoles, la sabiduría de las comunidades indígenas que habitaban el territorio antes de la conquista: su mirada sobre la protección de la tierra, esa perspectiva inicial en la que estamos conectados con la Madre Naturaleza y nuestros orígenes. Luego, contamos la historia de la llegada de los españoles, de cómo fueron llegando con su propia identidad y nos fueron enriqueciendo.
En la Ceremonia Viva resaltamos la importancia del agua en todas partes: sierra, ríos, mar, que ha hecho que nos una al mundo; de expresiones musicales que nos generan identidad, de la gaita y algunos elementos ancestrales, hasta la llegada del vallenato, hay una gran influencia vallenata. La llegada del tambor y cómo se agrega, cómo aparece la cumbia: el tambor lo trajeron de áfrica, esa mezcla hace que seamos lo que somos hoy, y nos brinda tradición.
También hubo músicos en escena que llevan trayectoria en la ciudad: el rey vallenato Javier Matta, por ejemplo, con el que se hicieron grabaciones de la musicalización de la obra, con participación de músicas locales. La Ceremonia finaliza con la unión de todas esas expresiones; tuvimos en cuenta la cultura, la música, y le dimos importancia a nuestra fauna, a nuestra flora y a Santa Marta a nivel geográfico.

¿Qué importancia tuvo el atardecer en la obra?
Stifany Manjarrés: En la Ceremonia, el atardecer fue la luz principal en el escenario. La base fue la luz natural, por eso se hizo al atardecer. Santa Marta es una de las ciudades en el mundo que enamoran, vitalizan.
El atardecer samario es un personaje en sí mismo. Este es un momento donde no solo los locales se identifican, sino las personas que llegan a Santa Marta. A partir de los atardeceres es que nos conectamos. La ciudad tiene la magia de tenerlo todo: tenemos montaña, playa, mar, una gran biodiversidad y gente cálida. Desde la cosmogonía, el atardecer, el sol y la luna, nos muestra esa conexión. Esto también nos llena de ancestralidad. El atardecer es ese personaje y esa luz que nos va a acompañar.
Finalmente, debo decir que me siento muy contenta de haber pertenecido a este equipo. De todos aprendemos algo. Me siento muy orgullosa de pertenecer como samaria, de ser una anfitriona. Que la gente pueda ver la importancia, la esencia y la sabiduría del territorio.