Los gualíes, alabaos y levantamientos de tumba son rituales mortuorios propios del pueblo afro de las comunidades del Pacífico colombiano. En el municipio del Medio San Juan, los rituales se realizan para acompañar al muerto y a sus allegados cuando fallece una persona de la comunidad, ayudando a los difuntos niños (gualíes) o adultos (alabaos y levantamientos de tumba) en el paso de su alma hacia la eternidad. Estas prácticas tienen como su principal objetivo aliviar y ayudar en el manejo del dolor relacionado a la muerte, a partir de unos actos de solidaridad que permiten reafirmarnos como comunidades y unirnos entre familiares, amigos, vecinos y en general con todos los que participen.
Para las comunidades afrodescendientes del municipio del Medio San Juan, la muerte es una puerta de entrada al otro mundo, lugar donde están presentes los espíritus, nuestros ancestros. Entendemos la muerte como parte de la vida misma y paso necesario "para disfrutar de la presencia eterna en el Señor", en palabras del sacerdote Nilson Sánchez(1).
Para muchos de nosotros, no cabe duda de que hay una relación entre vivos y muertos que no finaliza con el fallecimiento de la persona, sino que simplemente se transforma. Entre nuestras comunidades afro del Medio San Juan, la muerte significa el reencuentro con el Creador, el triunfo sobre el pecado.
La investigadora chocoana Ana Gilma Ayala(2) lo sintetiza:
"Los alabaos se constituyen en una forma de acompañar, no sólo a los dolientes sino al difunto. Para nosotros, en nuestra cosmovisión, existe la idea, y es muy africana, de que hacia la otra vida hay un camino, un camino en el que el difunto necesita acompañamiento. Entonces una forma de acompañarlo son los rezos y cantos."
Según el Padre Gonzalo Torres(3), la idea de unos nexos entre los vivos y los muertos está ligada con nuestra herencia africana,
"Estas manifestaciones se basan en la idea del muntú(4) africano, que es la familia grande, extensa, que no solamente se vive aquí sino que también se traslada al más allá. Y donde los que se van se quedan esperando al que se queda. Y por lo mismo siempre hay que despedirlo más que llorarlo, aunque en algún momento se le llora también, pero se le despide para que se vaya tranquilo, para que repose, para que lo espere a uno en paz, y no quede perturbando a la comunidad."
Así, entendiendo que la muerte es un paso, el recorrido de un camino hacia la otra vida, se necesita de una preparación y un acompañamiento. El paso al más allá dura varios días, comenzando el día del fallecimiento, cuando el alma deja el cuerpo físico y finalizando nueve días después, momento en el que el alma está preparada para dejar este mundo.
De ahí que para nosotros sean tan importantes la realización de cada uno de estos ritos, el gualí para un niño, y el velorio, la novena y el levantamiento de tumba o finalización de la novena para un adulto, pues es nuestra forma de despedirnos e interceder ante Dios por el alma de los que fallecen.