Este libro es el fruto de un trabajo animado por el respeto, la admiración y lagratitud. Bien pudiera decirse que no es objetivo.Hace más de un cuarto de siglo conocí a Alberto Correa, cuando él dirigíala infancia de la Orquesta Filarmónica, atendía la adultez del Estudio Polifónico y él mismo era una especie de arquetipo de lo que yo quería ser en lavida, un médico músico. Por años no me perdí un concierto suyo, hasta queun día logré su atención. Por ese tiempo, tuvo la gentileza de obsequiarme unpaquete de textos que me sirvieron para redactar, al final de mis estudios enla Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, una charla sobre losnexos entre la medicina y la música, dos disciplinas–artes-ciencias, hermanadasdesde la Antigüedad.
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