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La CELAC pidió permiso a la Sierra Nevada para abrir su reencuentro con el mundo

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Antes de las reuniones entre mandatarios, un círculo de la palabra en el Tayrona marcó el inicio de la agenda cultural del encuentro latinoamericano.

11-11-2025
Santa Marta

Por: Yuliana Narváez Angel. 

El camino hacia la Sierra Nevada se asciende en silencio, no por respeto protocolario sino porque el paisaje lo impone. Cada curva es un diálogo entre la montaña, la brisa y el rumor del mar que se adivina mucho antes de verlo. El vehículo avanza despacio, como si la carretera misma exigiera calma, tiempo para despojar al visitante de la urgencia citadina. A medida que se gana altura, el Caribe se extiende abajo como un manto turquesa que parece no tener fin. 

En la playa Cañaveral, una de las treinta que custodia el Parque Tayrona, el escenario estaba dispuesto de una manera poco habitual para quienes asocian los encuentros internacionales con salones, micrófonos y tarimas. Las rocas milenarias formaban un anfiteatro natural. Académicos, intelectuales y líderes indígenas se sentaron en troncos dispuestos en círculo frente al mar, sin una primera fila. 

Hacia las 10:30 de la mañana, Moisés Villafañe, líder del pueblo arhuaco, dio la bienvenida a cerca de cincuenta gestores culturales y sabedores provenientes de distintos rincones de América Latina y de territorios colombianos. Todos ellos llegaron a Santa Marta para participar en Reencuentro en el Corazón del Mundo, la agenda cultural organizada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes en el marco de la Cumbre de la CELAC. 

Fue un ritual y también un acto político en su sentido más profundo, construir lo común desde la diferencia. 

La Sierra Nevada de Santa Marta no es solo un lugar geográfico. Para los pueblos arhuaco, kogui, wiwa y kankuamo, es el corazón del mundo, el eje que sostiene el equilibrio de todo lo existente. Por eso, antes de iniciar cualquier actividad, es necesario pedir permiso. No se trata de un formalismo, sino del reconocimiento de que el territorio tiene voz y de que la naturaleza no es un recurso, sino una interlocutora. 

“Aquí fue donde se establecieron las leyes para cuidar la tierra, el agua, para que estemos en armonía. Pero para que el mundo continúe depende de cada uno de nosotros”, expresó Villafañe. 

Entre los invitados figuraban nombres reconocidos del universo cultural latinoamericano, Laura Esquivel (México), Gabriela Wiener (Perú), Rubén Mendoza, Juan Cárdenas, Adriana Romero, Federico Díaz-Granados y Juan David Correa, entre otros. Todos llegaron hasta este rincón del Caribe colombiano para participar en una programación que refleja las preocupaciones y búsquedas que atraviesan también el encuentro político de la CELAC. Aquí la cultura no acompaña a la política, la sostiene. 

Tras las palabras de los líderes indígenas, una cantaora y los Tambores del Pacífico entonaron canciones de raíces, resistencia y memoria. Minutos después, el Coro Nacional de Colombia ingresó a la playa con una interpretación casi celestial, acompañada por el choque rítmico de las olas. 

La ministra de las Culturas, Yannai Kadamani, diji que “esto es lo que queremos que sea este reencuentro en el corazón del mundo, un acontecimiento de cuerpos que se desplazan desde sus comunidades para pensar otras maneras de relacionarse”. 

Así, entre rocas ancestrales y cantos de bienvenida, comenzó la agenda cultural de la CELAC. 

Durante los próximos días, hasta el 9 de noviembre, Santa Marta se transformará en un escenario vivo, con conciertos, mercados populares, proyecciones cinematográficas y encuentros artísticos que se desplegarán en distintos puntos de la ciudad, el Camellón de la Bahía, el Parque Bolívar, el Parque de los Novios y los barrios de Gaira y Pescaíto. 

Aquí, en el corazón del mundo, todo reencuentro comienza con un permiso, una canción y un círculo frente al mar.​

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