La Música Tradicional es definida sucintamente por la UNESCO como un concepto genérico asociado a estilos musicales que corresponde a la “Música distintiva de una determinada región o grupo étnico”1. Esta definición cumple con ser lo suficientemente amplia para poder abarcar las múltiples complejidades que encierra este término. Pero, ante la necesidad de ilustrar la naturaleza de las músicas tradicionales, demandando que sean concebidas como un elemento importante en la vida social de la nación y las regiones que la conforman, es importante ahondar un poco más sobre las particularidades, las lógicas y sus componentes formales. Estas características permiten orientar la mirada a una apreciación de la relevancia de estas prácticas como ejes de desarrollo cultural de los territorios colombianos.

La problemática de una definición puntual que describa lo que es la música tradicional en los mismos términos técnicos, estéticos o comerciales en que se describen otras instancias2, caerá fácilmente en incongruencias o discreciones. La definición de lo que representan las músicas tradicionales ha suscitado un reto conceptual, no solo por la complejidad del mismo desde las miradas contemporáneas, sino también desde el lastre que dejan definiciones que fueron operacionalmente aceptadas en épocas recientes. Si bien, dentro del mundo académico y entre los agentes relevantes del sector se han dado procesos de reevaluación del alcance y profundidad de la terminología asociada, fuera de estos ámbitos es posible encontrar un uso aparentemente equiparable de términos como músicas tradicionales, populares, autóctonas, locales, glocales, regionales, nacionales, músicas del mundo, etc. Cada uno de estos términos puede ser utilizado indiferentemente, aun cuando puedan estar cargados de subjetividades y sesgos.