El azul del cielo se corta en el horizonte con una franja verde que parece no terminar. Diferentes tonalidades verdosas, que apenas son pintadas por pequeñas manchas amarillas y rojas, en las que brilla el reflejo del sol, ocupan los cuatro puntos cardinales: a donde se decida mirar hay montañas llenas de cafetales. Un recorrido por estos campos tiene un olor particular que es ambientado por los cantares de los recolectores, campesinos dedicados a recaudar el café, quienes entonan música que habla de mulas, trochas, arrieros y aguardiente.
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