De paso por Bogotá, ciudad en la que tuvieron la oportunidad de dar a conocer sus experiencias en un foro que contó con el auspicio del Ministerio de Cultura y revista Semana, los expertos Chris Coward –Investigador y Director de la Universidad de Washington- y Alberto Gil –Coordinador Nacional de la Red de Bibliotecas Públicas de Chile
(BiblioRedes)- llegaron a la conclusión de que las bibliotecas necesariamente deberán prestar un servicio mucho más amplio además de ponerse a tono con los actuales cambios tecnológicos si verdaderamente quieren perdurar en el tiempo y atraer nuevos usuarios.
“La biblioteca deberá ser considerada como un espacio al que miembros de una comunidad puedan acercarse de manera conjunta en procura de obtener información, gracias a un trabajo mancomunado que les permita participar de diversas actividades dirigidas a la comunidad”, manifiesta Coward, quien no ahorró calificativos para elogiar el “fantástico trabajo” que se viene adelantando en la Biblioteca Nacional de Colombia gracias a iniciativas como la del laboratorio digital; espacio en el que cualquier ciudadano está invitado a hacer parte para que experimente y aporte sus propias experiencias y aportes en materia de innovación.
En tal sentido, la experiencia de países como Chile da cuenta de la necesidad de ampliar la cobertura y el acceso al mayor número posible de habitantes, con el fin de ofrecer permanente capacitación a sus usuarios. “Su emplazamiento territorial es muy particular porque está en todos lados y acerca la cultura, la tecnología y los libros a todas las personas a través de internet”, destaca Gil, para quien la empresa privada sin duda alguna hace parte esencial de la estrategia.
“En países donde la formación de capital humano es tan importante y finalmente este capital estará al servicio de intereses empresariales, resulta apenas obvio el propender por un tipo de modelo mucho más filantrópico en el que la empresa privada comience a tener una participación más activa en el cofinanciamiento de este tipo de actividades”, asevera el experto chileno, quien destacó iniciativas como la de la Fundación Bill y Melinda Gates, cuyo apoyo resultó fundamental a la hora de implementar la red nacional de bibliotecas en su país.
“Las Fundación Bil y Melinda Gates no solo se limita a entregar recursos sino que además valida toda una estrategia de desarrollo, y desde esa perspectiva lo que podría estar ocurriendo con los donantes de la empresa privada colombiana es que podría persistir cierta incertidumbre respecto al retorno social de su inversión que inhibe todo el potencial para desarrollar”, explica Gil.
Por tal razón, la experiencia del país austral ha solventado este tipo de vacíos en el anclaje de la donación al presupuesto de la nación, de tal suerte que una vez se haya implementado y comience a mostrar resultados cuantificables, la empresa privada comienza a mostrar su disposición en invertir sobre el proyecto una vez se valida el retorno social en las 422 bibliotecas públicas en todo el territorio chileno, tras cerca de año y medio de haber sido implementado.
“En Chile nosotros sabemos cuánta gente acede a la red a través de las plataformas de la red de bibliotecas, así como el número total de usuarios capacitados, debido a que los servicios de Internet fueron contratados de una manera unificada que permite ejercer un control muy detallado sobre este tipo de aspectos; además de una constante actualización de los equipos para evitar su caducidad”, destaca Gil a la par de subrayar que para aquel entonces la red no era tan eficiente y había que apelar a conexiones satelitales demasiado costosas.
Más y mejores servicios
¿La clave del éxito? De acuerdo con Gil, buena parte de la estrategia desarrolla por la red de bibliotecas públicas de Chile consistió en atraer a sus usuarios mediante la prestación de un mejor servicio, provisto de más y mejores contenidos. “Poner internet en todas las bibliotecas no solo hace que más gente pueda acceder a internet, sino que además garantiza una mayor cantidad de usuarios, “usuarios que a la vuelta de un tiempo también terminarán utilizando la oferta del resto de servicios que tiene una biblioteca”, anticipa Gil a la par de estacar el valor del bibliotecario en ese tipo de escenario.
Como miembro destacado de su comunidad, el bibliotecario no solo reconoce sino que además entiende muchas de sus particularidades, de tal manera que el proceso de selección, orientación y mediación en el proceso de lectura resultará más eficiente. “Se debería propender por un modelo de comprar de material bibliográfico que tuviera un carácter descentralizado, además de una continua capacitación que permita entender estas necesidades de la comunidad por parte del bibliotecario de manera más eficiente y pertinente”, agrega el experto.
De acuerdo con Coward, quien ha tenido la oportunidad de conocer múltiples experiencias a partir de las cuales se han venido multiplicando la cantidad de usuarios, proyectos de este tipo logran mejores resultados en la medida que involucran a la comunidad en la construcción y adecuación de los espacios físicos en procura de ofrecerles lo que realmente requieren.
“La bibliotecas de hoy en día deben hacer muchas cosas para mucha gente; de tal manera que aunque se comprende el hecho de que muchos de sus usuarios vayan en busca de un lugar tranquilo para leer, y debe continuar preservándose el legado de material documental y bibliográfico para que sirva como material de estudio, es igualmente importante introducir a sus visitantes en otro tipo de experiencias capaces de hacerlos personas más creativas e innovadoras”, declara el director del Grupo de Tecnología y Cambio Social de la Universidad de Washington.
Atractiva propuesta que resulta fundamental en un mundo en el que los niveles de desempleo entre la población de jóvenes a escala global duplican e incluso triplican aquellos de la población más adulta, a partir de exigencias que plantean el constante desarrollo y actualización de habilidades con el fin de ajustarse a las cada vez más fluctuantes necesidades del mercado.
“Los países han comenzado a darse cuenta de la necesidad de que su mayor riqueza está invertir cada vez en mayor medida en el desarrollo de este tipo de habilidades capaces de consolidar niveles de confianza mucho más elevados respecto a los múltiples retos que plantea un mundo como el que vivimos”, destaca Coward, insistiendo en la necesidad de que cada país realice los mayores esfuerzos posibles para hacer de la conectividad lo más accesible y eficiente posible.
“Si pensamos en internet como una servicio de carácter público al que todos deberían tener acceso, instituciones como las bibliotecas públicas deberían proveer de acceso gratuito a la mayor parte de la comunidad, con el fin de garantizar mayores oportunidades a las personas que las conforman”, enfatiza el experto, para quien es un hecho que la gente quiere hacer parte cada véz más activa de la comunidad conformada por las redes sociales.
“Quizá su manera de escribir y aproximarse a la lectura sea mucho más minimalista, pero la verdad es que espacios como las redes sociales también ofrecen la posibilidad de encontrarse con personas que recomienden un libro en particular. Sin duda es un primer paso que si bien no es la solución a todos los problemas, constituye un principio hacia la necesidad de explorar de una manera mucho más abierta y libre en este mundo interconectado de manera global”, puntualiza Coward.
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