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2013-11-14

Florencia, Cauca, y su nueva biblioteca pública: un pueblo armado de conocimiento

 
Foto: Milton Ramírez, MinCultura / @FOTOMILTON
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 Gracias a su nueva biblioteca, este municipio de vocación agrícola y pequeños aparceros mira el futuro confiado en una nueva etapa de progreso. Crónica de Juan Carlos Millán.

Un desfile de niños sale de la antigua sede de la biblioteca pública municipal de Florencia, municipio ubicado en la frontera sur del departamento del Cauca atravesando parte del pueblo ante la mirada curiosa de algunos de sus habitantes quienes no pueden evitar devolver la sonrisa de felicidad que hay en los rostros de estos pequeños puesto que de alguna manera saben que en ellos están cifradas todas las esperanzas en dejar atrás de manera definitiva un pasado violento para encaminarse hacia una nueva senda que los conducirá a tener más y mejores oportunidades gracias a su nueva biblioteca, construida gracias a los aportes del Ministerio de Cultura, la Alcaldía y el Gobierno del Japón.

''Cuando comenzó la modernización, en 1868, consideramos que la educación básica era fundamental y desde aquél entonces el pueblo japonés sigue dándole mucha importancia; de manera que cuando conocimos el plan nacional de desarrollo junto con el Plan Nacional de Lectura y Escritura, a partir del año 2002 la Embajada del Japón viene colaborando en la constricción de más de 120 bibliotecas'', aseguró hace poco el embajador del país asiático destacando la importancia de este tipo de cooperación, así como el esfuerzo del Ministerio de Cultura para llevar este tipo de iniciativas a los rincones más apartados del país.

Regiones que como la del municipio de Florencia, vuelven a renacer gracias a estos espacios amplios y luminosos que contrastan con las antiguas sedes que tuvo en su momento la biblioteca pública municipal, la cual hasta el 2011 ni si quiera tenía una sede propia, puesto que funcionaba en las instalaciones de la Alcaldía, para luego comenzar a gestionar su nueva sede así como la renovación de su dotación bibliográfica, junto con su traslado a las antiguas oficinas de Telecom y posteriormente a un local que funcionaba como restaurante, a la espera de que el proyecto definitivo estuviera concluido.

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En tierra de todos

Atrás han quedado aquellos años que sus pobladores han decidido echar al olvido, para concentrarse en sacar adelante un municipio que cuenta con 18 veredas, la mayoría de las cuales se dedica al cultivo del café y productos de pan coger en pequeñas parcelas de gentes sencillas que prefirieron no tomar partido por ninguno de los bandos en conflicto para concentrarse en salir adelante y acoger a todos los miembros de la comunidad sin distingo de ningún tipo.

Tanto así que el tener síndrome de Dawn no es inconveniente alguno para que Marta haga parte activa de la banda del pueblo, o que a sus 12 años Juan Manuel haga las veces de relacionista público de las actividades que se vienen adelantando en Florencia y reciba con una calurosa bienvenida a los escasos forasteros que de vez en cuando asoman por la región.

El trasteo es un día de fiesta para todos en el pueblo y Juan Manuel no oculta el orgullo que le da poder enseñarle a todo el que quiera la nueva biblioteca; al fin y al cabo se trata de un espacio en el que al fin podrá hacer sus tareas sin las estrecheces de otro tiempo en el que podrá reunirse con su familia y amigos, así como el de contar con la posibilidad de acceder a un lugar digno terminadas las clases y hasta en fines de semana, en el que tener un baño nunca más será considerado como un lujo.

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Con su nueva biblioteca Florencia deja también en el pasado, aunque grabada en la memoria de sus habitantes episodios heroicos como el de aquella vez en que decidieron acompañar al alcalde a la salida de una función de un circo cualquiera de los que ahora también han vuelto a la zona, para evitar que lo mataran, de tal manera que ahora es frecuente ver a un pueblo en plena actividad, donde no es raro por ejemplo ver imágenes como la de una señora secando granos de café a pocos metros de la estación de Policía, cuya estructura antecede una garita construida con sacos de arena vestigios de aquella época violenta.

Y pese a que el café también ha dejado de ser lo que era, en vez de darse golpes de pecho y llorar sobre la leche derramada, sus pobladores se interesan más bien en buscar la posibilidad de sembrar otro tipo de cultivos o de especializarse en un tipo de producción que les permita ofrecer un tipo de grano tipo exportación, bajo el liderazgo de un alcalde con formación profesional como geólogo que llegó hace más de veinte años en busca de oro y decidió quedarse pese a que su empresa hubiera quebrado, y que en algunos aspectos recuerda al personaje central que da nombre a la película de Fitzcarraldo.

''Si no hubiera sido por la biblioteca que había aquí en ese entonces la verdad es que yo me hubiera ido, porque yo venía de escribir dramaturgia allá en la Universidad Nacional e incluso hasta alcancé a ser bailarín clásico”, explica José Agustín Murcia, alcalde del municipio, para quien por aquella época estaba lleno de ideas y propuestas que solo ahora está logrando poner en marcha.

Cercados por el miedo

Con la nueva sede quedan atrás de manera definitiva, años de extrema dificultad en los que Florencia (Cauca) vivió cercada por la violencia y muchos de sus sueños de progreso, como el de contar con una casa de la cultura cuya finalización se vio largo tiempo frustrada, comenzaron a verse truncados hacia el año 2002; fecha en el que debido a los continuos hostigamientos de la guerrilla del ELN, las instalaciones que en un comienzo tenían como objeto servir como centro de esparcimiento e intercambio de ideas para la comunidad quedaron abandonadas para luego ser utilizadas como cuartel de la Policía por espacio de siete años. 

De acuerdo con Jhon Edinson Luna, quien se desempeñara como coordinador del área de Cultura y Deporte entre 2010 y 2011, uno de los principales antecedentes de esa época oscura que muchos en Florencia prefieren mantener en el olvido se remonta al año 2002; año en que el ELN se tomó la población a sangre y fuego, e hizo que la policía se viera forzada a dejar el pueblo durante un periodo de tiempo que se prolongó, al menos tres años. Esto marcó la incursión de los paramilitares a la zona, haciendo del municipio un corredor estratégico en el que era frecuente ver transitar hombres armados de uno y otro bando en un mismo día, perseguidos por el ejército. 

La gente vivía en un estado de miedo permanente que los obligaba a evitar hablar con extraños o salir a la calle después de las 6:00 de la tarde, en una especie de toque de queda voluntario que la violencia de aquellos años volvió permanente tras una serie de asesinatos selectivos registrados en la cabecera del municipio, así como de los primeros desplazamientos de algunos de os campesinos que habitaban en las verdeas aledañas, no obstante a que la Policía hubiera retornado para instalarse en lo que debía ser la Casa de la Cultura, puesto que del cuartel solo quedaban las ruinas. 
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 Era tal la zozobra en que se vivía que los primeros policías destacados para proteger a la población cavaron un hueco en el auditorio de la institución que se veían forzados a ocupar, botando la tierra en la piscina destinada para el uso de la comunidad dejándola anegada de tierra durante años. Cualquier previsión resultaba poca, y como guerrilla o paramilitares podían regresar en cualquier momento también le prendieron fuego a un terreno elevado que se encontraba en las inmediaciones.

 Son embargo, lo que debía ser un incendio controlado terminó incinerando un tobogán que en otro tiempo era uno de los principales atractivos con que contaba la piscina como centro de descanso y esparcimiento de todo un pueblo, producto de un accionar desesperado en procura de evitar ser blanco de una nueva emboscada. La violencia y el terror habían llegado para quedarse durante mucho más tiempo de lo que se hubiera esperado, haciendo que Florencia comenzara a ser distinguida con el peor de los calificativos para un país agotado por la guerra: Zona Roja.

 “Acá la violencia fue muy dura, y durante mucho tiempo los muchachos tuvieron que encerrarse en sus casa, e incluso nosotros nos vimos obligados a tener unos planes de contingencia en la escuela debido a que había mucho movimiento de personas armadas y nosotros debíamos estar preparados para quedarnos allí dos y hasta tres días por si llegaba a ocurrir cualquier cosa”, recuerda de este periodo terrible Ermis Erazo Fernández, profesor de Ciencias Sociales.

 El renacer de una esperanza

 No obstante a la gravedad de la situación, hacia el año 2007 se decide comenzar a implementar una versión muy modesta de biblioteca pública, que comienza a ser frecuentada por los jóvenes del municipio contra viento y marea. Muchachos entre quienes hoy se destacan los primeros pobladores con formación profesional y el enorme deseo de sacar a Florencia adelante armados, literalmente, de conocimiento.

“La gente logró distanciarse de esa situación tan difícil, porque de otra forma la masacre hubiera sido terrible”, prosigue el docente, para quien el actual panorama demuestra hasta qué punto han cambiado las cosas, producto del interés de los niños de esa época en cambiar el rumbo de la historia a través de alternativas distintas a las de hacer parte del conflicto como miembros activos de cualquiera de sus actores armados.

 “En un tiempo los pelaos no pesaban en otra cosa distinta a la de ingresar a la Policía, opción que ahora contemplan junto a la de tener una formación de otro tipo, capaz de ayudar a sacar adelante al municipio por otras vías distintas a las de la violencia”, explica el maestro.

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Milder Guerrero
, bibliotecaria de Florencia desde hace más de tres años, hace parte de esa nueva generación de jóvenes que luego de adelantar estudios profesionales decidieron regresar para quedarse. “Yo entré a la biblioteca como un requerimiento de la red departamental del Cauca para comenzar a prestar todos los servicios, debido a que en 2010 las personas que estaban a cargo no le habían dado la relevancia que en realidad tiene”, destaca. “No miraban la proyección social que tiene”, agrega convencida de la importancia que tiene su labor para el municipio.

 “Inicialmente lo que hice fue instruirme y apoyarme en el coordinador departamental para que me explicara cuáles debían ser mis funciones”, explica la ingeniera de sistemas, para quien el papel del bibliotecario debía ser mucho más que el limitarse a entregar un libro  a los usuarios. “Mis funciones”, recalca Milder, “son las de apoyar a las comunidades y los sectores de educación y cultura; en este momento estamos en proceso de instalar internet y así poder sacar un mayor provecho de mis conocimientos y habilidades”.
 
Proyecto que de hecho tiene sus antecedentes en la antigua sede, y que gracias al nuevo espacio que tiene ahora la biblioteca de Florencia, tanto su población como la de veredas y municipios aledaños se verán beneficiados por el acceso a las nuevas tecnologías, gracias a los 15 computadores con que cuenta la dotación; motivo por el cual se requiere de un ancho de banda de al menos cinco megas que garantice una óptima operación de los equipos.

 Una biblioteca de todos y para todos

Con procesos en marcha como el de la asesoría a madres líderes del municipio, desplazados, adultos y  adultos mayores, la biblioteca planea ampliar los procesos de participación con las veredas gracias a una sede en la que al igual que en el resto de las más de 1.400 bibliotecas con que cuenta la red, se continuará adelantando un trabajo en el que la atención a primera infancia es una de las principales prioridades, gracias a las convocatorias adelantadas por el Ministerio de Cultura a instancias de la estrategia De cero a siempre impulsada por el despacho de la Primera Dama.

“Yo fui capacitada en la ciudad de Valledupar en primera infancia, para luego establecer una relación muy estrecha con el Hogar Infantil y las madres gestantes”, asegura la bibliotecaria a la par de destacar la importancia que tiene el respaldo a este tipo de procesos por parte de los gobiernos locales, al tiempo que reconoce el hecho de que no obstante a hacer parte a un movimiento político distinto al del actual alcalde, el burgomaestre decidió mantenerla en el cargo.  

 “He tenido la oportunidad de estar reunida con otros bibliotecarios y la verdad es que he escuchado de muchos administradores que la verdad no escuchan a sus bibliotecarios. La verdad es que en ese aspecto el Ministerio de Cultura siempre nos ha a poyado a todos nosotros a través de las capacitaciones”, puntualiza Milder insistiendo en la importancia que tiene darle a este tipo de procesos para garantizar el éxito de este tipo de iniciativas, producto de un trabajo que ella misma define como basado a partir del “amor y el compromiso”.

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Fruto de ese respaldo sin fisuras es el hecho de lograr haber incluido a la biblioteca pública de Florencia  dentro del plan de desarrollo del municipio, con el fin de articular buena parte de sus procesos con el sector educativo y la Casa de la Cultura, aparte de madres cabeza de familia o el programa Crecer –el cual hace énfasis en el trabajo con adultos mayores-, así como un proyecto concertado para ofrecer nuevas alternativas a los jóvenes del pueblo, bajo el sugestivo nombre de “Contando y pintando las memorias de mi tierra”, con el que se pretende realizar un libro virtual  que contenga la historia del municipio.

 Iniciativa a la que se suma la de “Viajando y leyendo con Don Quijote de la Mancha”, proyecto gracias al cual se busca llevar algunos de los libros de la colección con que cuenta la biblioteca a todas las escuelas y veredas, gracias a la representación de algunos de los cuentos e historias disponibles con el fin de llamar la atención de la comunidad y despertar e incentivar su interés por la lectura.

 “A cambio la biblioteca les ofrece la posibilidad de que estudien y se capaciten, así como de que por ejemplo puedan estudiar a distancia y tomen cursos virtuales, para obtener sus títulos profesionales”, afirma la bibliotecaria.

Gracias a los “Amigos de la Biblioteca”, personas a quienes se capacita con la intención de poder extender los horarios de atención de la institución hasta las 7:00 de la noche o garantizar su apertura todos los días de la semana, además de comenzar a implementar una agresiva campaña que permita extender la actual base de 50 usuarios registrados a una cifra que supere los 3.000 en muy poco tiempo.

 “Nosotros hicimos ya un piloto en el que traíamos los niños aquí y les leíamos los cuentos y esos usuarios se registraron todos al sistema; de manera que eso es lo que vamos a hacer e ahora en adelante: invitar a cada grado y trabajar aquí con ellos. La verdad es que hasta ahora no lo hacíamos porque antes no teníamos el espacio, y esta nueva biblioteca permite que los niños vengan acompañados por sus familias”, declara la joven Milder.

 “Una biblioteca es la mejor carta de presentación que puede mostrar cualquier pueblo y aquí es donde está la verdadera identidad de nuestro municipio” concluye.

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Fotos: Milton Ramírez, MinCultura / @FOTOMILTON

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