Reseña de los Hospitales de Ultramar.
Luego de una breve enfermedad que lo mantuvo hospitalizado durante una semana, esta tarde se conoció el deceso del poeta Álvaro Mutis, una voz poética sin par en la poesía iberoamericana. Nacido en Bogotá en 1923, relacionista público y viajero impenitente, se radicó en México desde 1956, después de haber incursionado en la poesía con su primer libro, “La Balanza”, que escribió junto al lingüista Carlos Patiño Roselli, y del que afirmó fue un “éxito contundente” al ser incinerada la totalidad de la producción del libro en los acontecimientos del 9 de abril de 1948.
De 1953, Los Elementos del Desastre, una compilación de poemas publicados en el diario El Espectador, y en la que le da entrada al mundo literario a su mítico personaje Maqroll, el Gaviero, personaje emblemático de toda su producción tanto en poesía como en prosa, así como una de las figuras más interesantes de la literatura en español del siglo XX. Maqroll, amigo de sus amigos, de pasaporte ilegible, y de actos que rondan la línea de la criminalidad, es a través de quien Mutis establece las líneas de una poética en la que el desgarramiento, la melancolía y la desazón de existir, lo emparentan con las voces de Lautreamont, Villon, y otras voces de la fuga hacia adelante, esa sensación que se persigue para escapar del tedio.
En esa perspectiva, el Diario de Lecumberri, una serie de prosas autobiográficas escritas en el “Palacio Negro”, la cárcel a la que fue confinado por 15 meses debido al uso indebido de recursos de la multinacional Esso, es un paso más en ese ejercicio de poesía descarnada y descreimiento hacia las instituciones, que se plasmaría a través de novelas emblemáticas como lo son La Nieve del Almirante, La Última Escala del Tramp Steamer, Ilona llega con la lluvia, Un Bel Morir, Abdul Bashur, soñador de navíos, y libros de poemas como Los Emisarios, Los Trabajos Perdidos, y la Reseña de los Hospitales de Ultramar, entre otros.
Mutis afirmaba perseguir en su literatura los recuerdos de la finca familiar en Coello (Tolima) y el rumor del río Magdalena, no sólo para ambientar el clima de su obra, sino también como una forma de expandir esa desazón, en la que clima y destino se conjugan en un momento inevitable en los destinos de Maqroll.
Gran lector y amigo íntimo del Nobel Gabriel García Márquez, cuya amistad duró casi siete décadas, fue el primer lector de sus manuscritos así como su protector cuando García Márquez decidió radicarse en México a inicios de la década del sesenta.
Reconocido con el Premio Cervantes, el Callois de Francia, el Príncipe de Asturias y el Reina Sofía de Poesía, recibió el mes anterior un homenaje nacional por parte del Ministerio de Cultura en la Biblioteca Nacional de Colombia y la Universidad Nacional de Colombia.
El Ministerio de Cultura, en cabeza de la Sra. Ministra de Cultura, Mariana Garcés Córdoba, se une al duelo nacional que deja la ausencia del poeta Álvaro Mutis, cuya obra ya ha entrado por derecho propio en el panteón de los clásicos de la literatura universal.
Héctor Delgado
Oficina de Divulgación y Prensa
Ministerio de Cultura
300-4536224
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