Por: Camilo Gómez Gaviria
“En el momento en que te paras frente a la orquesta, tienes tus ideas, pero tienes que tener los oídos muy abiertos, todos tus órganos, percepciones y poros abiertos para recibir lo que la orquesta te da, en todo sentido. No sólo cómo responde frente a tus indicaciones sino lo que la orquesta per se, la orquesta como organismo, como instrumento propio te ofrece”, dice el director Andrés Orozco Estrada, uno de los más prominentes de su generación, que volverá al país para dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, en el concierto No es la pasíon, es el delirio, que se llevará a cabo el 5 de julio en Bogotá y el 6 de julio en Medellín. Y es que para Orozco, nacido en 1977, una de las cualidades de un director de orquesta, es la comunicación con los músicos para crear “esa versión que solamente va a existir ahí, con esa orquesta y en ese momento”, dice. “Esa es la magia que hay que conseguir cuando estás frente a una orquesta”.
La carrera del director paisa radicado en Viena, ha transcurrido hasta ahora principalmente en Europa. Hace poco fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt en Alemania y la Sinfónica de Houston en Estados Unidos, con lo que continuará expandiendo su horizonte profesional en el 2014. Aunque estudió para ser director de orquesta en la capital austriaca, su formación musical comenzó desde niño en Medellín.
Desde pequeño, su madre notó su alegría y emoción frente a los sonidos y los ritmos, lo cual la llevó a inscribirlo en el Instituto Musical Diego Echavarría. El colegio ofrecía una educación completa con todas las materias escolares, pero se centraba en la música. Así, comenzó a tocar el violín a los seis años de edad, además de cantar en el coro y participar en las presentaciones del colegio. “Al colegio le debo casi todas mis bases, no sólo técnicas, sino del disfrute y de la apreciación de la música”, dice sobre el lugar donde en su niñez pasaba largas jornadas que a veces incluían el fin de semana, para los ensayos de las obras que montaban.
Dice Orozco que el mundo de la dirección lo descubrió como en una especie de juego, agregando que su primer concierto lo dirigió alrededor de los quince años, cuando su maestra se enfermó y le pidió que dirigiera en su lugar. “Inclusive hay un video de este concierto con Batuta, uno que se hizo en la Plaza de Bolívar, que pasó por televisión”.
Una vez terminado el colegio, estudió en la Universidad Javeriana de Bogotá con una beca y durante dos años, antes de irse definitivamente para Viena, donde continuó sus estudios y cumplió su anhelo de convertirse en director. Actualmente dirige la Orquesta Tonkünstler en el Musikverein de Viena.
“La comparación es quizás elemental, pero muy efectiva, con un equipo de fútbol” dice Orozco sobre una orquesta y la tarea que asume el director. “Si cada jugador juega a su estilo y como cada uno cree que es la mejor manera de jugar, tendríamos once individualistas, o por lo menos diez, detrás del balón, o robándose el balón, y no jugarían nunca como equipo”. Así, el director debe comunicar y coordinar las ideas y conocimientos de los músicos para ponerlos al servicio de la partitura y de la obra que están tocando. “Más allá, viene el culmen, como la fresita encima, algo pequeño pero que le da todo el color, que es lo que llamaríamos quizás la interpretación”.
En su estancia en Colombia no sólo dirigirá los dos conciertos programados con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia en Bogotá y Medellín. Dentro del marco del proyecto Ecos Sinfónicos que se realiza en Bogotá del 1 al 6 de julio, ofrecerá un taller para jóvenes estudiantes y directores de orquesta. Así mismo, participará en un conversatorio y un ensayo abierto al público.
La primera obra del programa que se presentará el 5 y 6 de julio es un estreno del compositor colombiano Ricardo Gallo, No es pasión, es delirio, elegida por concurso y “recién sacada del horno” como expresa el director. Luego sigue el Concierto para flauta No. 1 en Sol Mayor KV 313 de Mozart, con Gabriel Ahumada como solista, flautista colombiano radicado en Alemania. Para finalizar, está la Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz, obra que Orozco conoce muy bien y que incluso ha grabado: “Fue la obra que dirigí en Houston en esa semana gracias a la cual luego me nombraron director artístico a partir de 2014. También fue la obra con la que hice mi debut con la Filarmónica de Munich”.