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2013-05-07
 

El hip-hop que pasó de la calle a las salas de teatro

 
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<div align=\"justify\">Entrevista con Mourad Merzouki, bailar&iacute;n y core&oacute;grafo franc&eacute;s. Creador del espect&aacute;culo <i>Correr&iacute;a-Agwa </i>de la compa&ntilde;&iacute;a <em>K&auml;fig</em> que se presentar&aacute; este 8 de mayo en el Teatro Jorge Isaacs de Cali a las 7:00 p.m. en el lanzamiento de la primera Bienal Internacional de Danza de Cali.<br /></div><br />

Por: Camilo Gómez Gaviria

El recibimiento que tuvo la compañía Käfig en Bogotá no pudo haber sido mejor. Al final de la única función que realizó en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán el 2 de mayo, hubo una ovación en la que el público, de pie, aplaudió hasta que los bailarines salieron de nuevo al escenario a despedirse, haciendo alarde de sus habilidades acrobáticas en danza urbana. Al final, incluso Mourad Merzouki, director de Käfig tomó parte, haciendo una demostración inesperada para un coreógrafo de una compañía de danza contemporánea y Caballero de la Orden de la Legión de Honor francesa: partió en carrera hacia uno de los muros laterales, realizando dos o tres pasos sobre la pared, lanzándose hacia atrás en el aire y volviendo a caer de pie sobre el escenario entre los aplausos del público.

Merzouki se ha interesado siempre en crear vínculos entre el mundo de la danza urbana y el de los escenarios. Francés, hijo de inmigrantes argelinos, nació en 1973 en un suburbio de Lyon. Practicó artes marciales y de circo antes de dedicarse a la danza, a la cual ingresó a través del hip-hop. Hoy, con la compañía Käfig (creada en 1996) es uno de los coreógrafos de danza contemporánea más reconocidos de su país. Ha vuelto a Colombia después de diez años para el lanzamiento de la primera Bienal Internacional de Danza de Cali con un grupo de bailarines brasileños que interpretan sus coreografías, Correría y Agwa.
            
Käfig significa ‘jaula’ en árabe. ¿Por qué lleva ese nombre la compañía?

Porque en un comienzo, cuando bailaba hip-hop, el sentimiento que teníamos con los compañeros, era que esta danza estaba encerrada en los suburbios. Cuando queríamos salir de ahí, teníamos la impresión siempre de que nos volvían a meter. Eso me exasperaba y me molestaba, porque para mí, lo que importaba era abrirme al mundo, salir de ese lugar donde había tendencia a que nos encerraran: los suburbios. Entonces, creé un espectáculo que cuenta eso. Cómo con la danza se puede salir, abrirse y romper las fronteras. Eso era lo que me interesaba. Por otra parte, en ese espectáculo había bailarines como yo, franceses, de origen magrebí —Túnez, Marruecos, Argelia — pero también había bailarines alemanes con formación clásica y que sentían lo mismo que nosotros: tenían la impresión de estar atrapados en lo clásico. Todos juntos, queríamos salir de esa jaula. Entonces, escogí la palabra ‘Käfig’, que significa en árabe y en alemán ‘la jaula’. Era el nombre del espectáculo, que luego conservé para la compañía. Finalmente, es todo lo contrario de lo que soy: ¡todo menos una jaula!

El espectáculo Correría-Agwa mezcla muchos elementos como el hip-hop y la capoeira con la danza contemporánea. ¿Cuál es la relación entre estos elementos?

Al comienzo, el hip-hop estaba en la calle, y era una danza muy demostrativa. Era practicada por bailarines que presentaban una danza individual. A mí lo que me interesaba era poner en escena esta danza. Darle una escritura coreográfica para contar historias. Para eso, era necesario comprender los principios de la danza contemporánea. Es decir, cómo la danza contemporánea pone a bailar a los ensambles, cómo trabaja la relación entre la música y la danza. Todo eso lo aprendí con la danza contemporánea. Luego, puse todo esto al servicio del hip-hop. Acerqué la técnica de la danza contemporánea a la gestualidad y el vocabulario del hip-hop. Era lo que me interesaba para poder presentarlo como espectáculo en una sala de teatro.

Entonces, no fue el hip-hop el que se integró a la danza contemporánea, sino más bien lo contrario.

Es un diálogo, como un ir y venir. Es decir, no se está de un lado o del otro. La danza contemporánea se ha nutrido de la energía del hip-hop, de la generosidad del hip-hop. Y por su parte, el hip-hop se nutrió de la escritura de esta danza; de la relación con el espacio, el público, la música, el vestuario, la escenografía. El hip-hop ha aprendido mucho de la danza contemporánea, en ese sentido.

Así que, ¿podríamos decir que ahora, de cierto modo, el hip-hop forma parte de la danza contemporánea?

Por supuesto. Hoy, el hip-hop ha integrado completamente la danza contemporánea. En sus inicios, se decía del hip-hop que era una danza efímera, de los suburbios, y una moda. Veinte años después, la vemos en los teatros, aplaudida por los jóvenes y los menos jóvenes, vista verdaderamente como cualquier otra danza. Eso representa una victoria para esta cultura.

¿De dónde surgió el espectáculo que presenta ahora en Colombia?

Tuve un encargo de Guy Darmet, director de la Maison de la Danse de Lyon. Él me pidió que creara un espectáculo para jóvenes bailarines brasileños. Acepté, porque Guy Darmet me acompañó durante cerca de veinte años con mi trabajo. Él es francés, pero vive entre Brasil y Francia. Encontró a estos jóvenes bailarines en Brasil, y me pidió que hiciera el espectáculo para ellos, lo cual hice. Nos presentamos en la Bienal de danza de Lyon en 2008. Fue un gran éxito y desde ese entonces decidí montar la compañía para estos bailarines brasileños y desde 2008 hemos hecho giras con ellos por el mundo.
 
¿Los bailarines son de las favelas?

En efecto, la mayoría de ellos son de las favelas, son bailarines callejeros, que han aprendido el hip-hop en la calle. No son de conservatorio y no provienen de la danza contemporánea. Son bailarines que aprendieron a bailar de manera autodidacta.

Hace no mucho, usted recibió la Legión de Honor. ¿Qué representa esto para usted como coreógrafo?

Es un reconocimiento extremadamente importante, aunque no haya practicado mi oficio para obtener una medalla. Pero en todo caso, cuando conocemos la historia del hip-hop, y la mía también —porque yo nací en Francia pero de padres argelinos, y es cierto que cuando era adolescente me hacía preguntas sobre mi lugar en la sociedad y la del hip-hop en el mundo del arte— el hecho de haber recibido ese reconocimiento de la República Francesa, demuestra que hoy tenemos un verdadero reconocimiento por un artista y una cultura, a saber, la del hip-hop. Para mí, es un gran orgullo, porque significa que hoy hemos superado una marca histórica. El hecho de que exista ese reconocimiento, sólo me puede dar ánimos para seguir desarrollando mi trabajo y tener confianza en las instituciones francesas y el país en el que vivo.


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