La residencia artística en EKWC fue enriquecedora de manera personal y profesional. Pude establecer contacto con artistas internacionales y no solo aprendí de ellos sino que también tuve la oportunidad de contar en Holanda cómo es el panorama para los artistas en Colombia. Fue importante para mí como entender cómo funciona el circuito de residencias artísticas, cómo aplicar a ellas y a una beca. Entender que hay que tener siempre proyectos casi listos para aplicar, conocer los programas de estímulos que existen y estar preparado a invertir tiempo y dedicación para que las propuestas sean de buen nivel.
En mi caso particular, los beneficios del estímulo fueron además de lo económico personales y profesionales, ya que creo que de alguna manera legitiman mi desarrollo profesional en el medio artístico local y nacional. Económicamente, el estímulo me ayudó a cubrir aproximadamente la mitad de los gastos totales de transporte, alojamiento (2 días de llegada y salida en Ámsterdam) y alimentación para los tres meses de la residencia.
Durante la socialización en Colombia, pude explicar cómo fue mi proceso con el estímulo a colegas artistas y diseñadores que tenían inquietudes al respecto. Establecí vínculos con personas que comparten mi inquietud por el trabajo artístico en porcelana, de difícil ejecución en Colombia.