En la casa de la familia del cartagenero Eduardo Bossa siempre hubo música.
Su papá, músico aficionado, tocaba la armónica y, además, solía recibir a amigos que llegaban con sus acordeones y sus guitarras. Además, una de las hermanas de Bossa tocaba la guitarra y la otra, el tiple.
“Digamos que es algo que siempre hizo parte de mi vida”, dice Bossa, quien, con el tiempo, se acercó a este arte desde dos ángulos diferentes. Primero, como intérprete, practicando piano de forma autodidacta y, más adelante, estudiando guitarra desde el sendero del rock.
Más adelante, mucho más adelante, llegaría al oficio de la lutería, gracias al que recientemente ganó el segundo premio de la categoría de Guitarra clásica del VII Concurso Internacional de Construcción de Guitarras Antonio Marín Montero en Granada (España).
Antes de llegar a ese oficio artesanal de construcción y reparación de instrumentos, Bossa formó en su juventud su propia banda de rock con unos amigos y tomó clases de guitarra con el maestro cubano Aldo Rodríguez en la Escuela de Bellas Artes de Cartagena (hoy conocida como Unibac).
“Yo en realidad sabía poco de la guitarra clásica, no estaba muy familiarizado y decidí entrar a estudiar con Aldo. En ese momento, me tomé la cosa en serio, decidí enfocarme solo en la guitarra clásica”, dice Bossa, quien, paralelamente, empezó a estudiar ingeniería química.
Sin embargo, llegó el punto en que estudiar ambas cosas no era sostenible. Además, después de estudiar guitarra en Holanda, Bossa dice que se chocó con la realidad de que tal vez no iba a poder seguir una carrera como intérprete. Decidió entonces continuar con la ingeniería y, muchos años después, se encontró al lutier Alberto Paredes, a quien define como institución colombiana de la lutería de guitarras.
“Yo a él lo había conocido muchos años antes en Bogotá. Cuando me enteré de que estaba viviendo aquí en Cartagena, sin siquiera pensarlo le pregunté si me enseñaba a hacer guitarras. Ahora, haciendo retrospectiva, caigo en cuenta de que yo desde hace muchos años venía interesado en el tema de la construcción de las guitarras”, dice Bossa.
La lutería, además, combina dos rasgos fundamentales de las facetas profesionales de Bossa: la precisión del ingeniero y la libertad del intérprete. Primero que todo, para él una guitarra es una obra de ingeniería.
La tapa de este instrumento tiene un espesor, más o menos, de 2 milímetros de una madera muy delgada, que tiene que aguantar una tensión de 6 cuerdas afinadas -aproximadamente 40 kilos-.
“Ya eso pone una perspectiva de la gran obra de ingeniería que es una guitarra. Por otro lado, está el tema estético, la belleza del sonido y, también, el saber qué es lo que un intérprete quiere de un instrumento, cómo se debe sentir, cómo debe responder”, añade Bossa.
El modelo con el que Bossa ganó el segundo puesto en Granada está inspirado en los tejidos de caña flecha.
Guitarras con inspiración zenú
Bossa, que desde 2014 construye guitarras artesanales en su taller, ganó el concurso granadino de guitarras con un modelo construido con palo santo de la India -para los fondos y los aros-, abeto europeo -para la tapa armónica-, caoba hondureña -para el mástil-, ébano africano -para el diapasón- y comino rizado, un árbol endémico colombiano, para los detallados.
Según el lutier, es un modelo propio que desarrolló inspirado en los diseños de su maestro Alberto Paredes, aunque él hizo sus propios diseños de refuerzo -o varetaje- para producir el sonido ideal que tenía en su mente.
Visualmente, Bossa se inspiró en las artesanías zenúes, específicamente en los tejidos de caña flecha. “Yo los siento como parte mía y también es rendirle un homenaje a estas expresiones artesanales tan valiosas que tenemos aquí”, asegura.
En ese punto también aparece una combinación, así como la de la ingeniería química con la música, pues el lutier usó las mismas técnicas tradicionales con las que se construyen las rosetas españolas, pero aplicó los patrones de los tejidos de caña flecha. Esto, además, refleja una conexión profunda con la naturaleza.
“Muchos de los motivos de caña flecha son pastorales, ancestrales. Están los que se llaman las pintas, que rinden homenaje al pilón con el que pilaban el arroz, o la mano del gato, que es la huella que dejan los gatos en la tierra”, explica Bossa.
El Concurso Internacional de Construcción de Guitarras Antonio Marín Montero, que nació en 2017, tiene dos categorías -Guitarra clásica y Guitarra flamenca- y evalúa el trabajo hecho por los artesanos en sus guitarras según un listado de más de 40 puntos.
Sobre su participación en este concurso, aunque en un comienzo no se explicaba cómo se podía decidir que una guitarra es mejor que otra, Bossa luego vio la competencia como una opción para acceder al mercado internacional.
Para él, en Colombia hay unos lutieres muy talentosos que, de cierto modo, pasan por debajo del radar. “El concurso fue una oportunidad de ir a mostrar lo que se está haciendo en Colombia y, segundo, ver qué tan bien estamos con respecto al resto del mundo. Y resulta que sí estamos muy bien”, enfatiza Bossa.