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2015-12-21

Luis Morales: el instante creado

 
 
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El ganador del X Premio Nacional Colombo-Suizo de Fotografía por Aquí y Ahora, habla sobre algunos aspectos de su trayectoria, la obra ganadora y la importancia del reconocimiento.

​Egresado como médico cirujano de la Universidad CES y especialista en cirugía plástica, estática y reconstructiva del Hospital Barata Ribeiro de Rio de Janeiro (Brasil), Luis Morales (Medellín, 1967) estudió fotografía en el ICP en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos). Ha participado en múltiples exposiciones nacionales e internacionales, entre los que destacan Alonso Garcés Galería; Museo de la Universidad de Antioquia, Medellín; XXXVII Salón Nacional de Artistas y Galería Merrin, Nueva York (EE. UU.).

“Tuve la fortuna de ser seleccionado para el X Premio Nacional Colombo-Suizo de Fotografía que me dio la oportunidad de mostrar mi trabajo en un espacio como el Museo de Arte Moderno de Bogotá, y ese fue para mí el gran premio porque tal vez en otras condiciones no hubiera podido hacerlo”, destaca el fotógrafo.

“Este tipo de estímulos realmente permiten que haya una descentralización del arte y me siento muy honrado de recibir este tipo de reconocimiento por parte de la Embajada de Suiza en Colombia y el Ministerio de Cultura, quienes fueron muy receptivos hacia mi propuesta”, puntualiza.

El arte y la fotografía

¿Cómo inició su interés por la fotografía?

Mi interés por la fotografía se remonta a mi infancia porque mi papá –a él le gustaba mucho el arte- tenía un proyector de filminas, y él compraba unos libros sobre museos de una editorial española, que incluían una serie de diapositivas en formato blanco y negro.

Como en aquella época casi nadie tenía este tipo de proyectores, yo invitaba a mis amiguitos del barrio y mientras mirábamos las imágenes mi papá nos hablaba sobre la historia del arte y los artistas. Eran sesiones muy apasionantes que me marcaron mucho y que además propiciaron mi interés por la imagen y todos aquellos sentimientos que pueden despertar en uno.

Luego tuve la oportunidad de estudiar fotografía y acompañé todo ese proceso de cambio que implicó pasar de la fotografía análoga al formato digital, con la particularidad de haber estado entre los primeros fotógrafos que incursionó en este campo.

Aunque dominaba la técnica del proceso análogo y lo hacía bastante bien, tener la posibilidad de estudiar las imágenes a través de la fotografía digital resultó ser todo un alivio, de manera que mi tránsito al laboratorio digital fue muy rápido.

¿Cuáles han sido los principales referentes en su formación como fotógrafo?

A uno le enseñaban que había una especie de pelea entre la fotografía y los otros medios, porque una de sus características es que aparentemente viene del mundo real, y existe la posibilidad de contrastar el trabajo del fotógrafo con sus referentes; mientras que en una obra pictórica eso quizá no importa tanto.

Ese tipo de discurso me hicieron pensar que lo más importante era tener una mirada respecto a la historia del arte; es decir que no se trata de mencionar una serie de nombres, sino más bien de tener un conocimiento del arte –o por lo menos de nuestra tradición occidental-, para después complementarlo con la fotografía, sin que por ello se terminen haciendo fotografías que parezcan pinturas.

El hecho de tener un ojo educado en el mundo del arte puede llevarlo a uno  a que esa historia sea un complemento al ojo del fotógrafo, con referentes de un carácter mucho más universal que no se limita a citar dos o tres fotógrafos.

¿Qué artistas llamaron su atención en el campo de las artes plásticas?

Hay muchísimos artistas y las referencias que cito suelen variar de una entrevista a otra, pero alguien como Andy Warhol tuvo tal visión a la hora de hacer su obra que a mí me impresiona mucho: esos pequeños rollos de cine en formato súper ocho que usaba para tomar la imagen de una persona era algo tan novedoso que realmente es difícil pensar que una figura como él no fuera el eje de gran parte del arte contemporáneo.

Creo también que el arte contemporáneo comenzó con el Movimiento Gutai de origen japonés alrededor de los años 60, y del que desafortunadamente no tenemos mucho conocimiento: se trataba de un grupo de artistas que trabajaban a partir del concepto, la materia y el arte, que creo también tuvieron un importancia muy grande en el desarrollo de mi propia obra.

Hay artistas fantásticos, por supuesto, y no puedo dejar de hablar de la escuela alemana que ha tenido tanta influencia sobre la fotografía contemporánea. Y a nivel local hay dos artistas que resultan fascinantes por lo menos en mi caso: Martín Chambi Jiménez, un artista peruano que realizó unas fotografías estupendas de su cultura y su región y Jesús Cordero, fotógrafo boliviano quien tiene un archivo muy importante: el Archivo Cordero.

¿Qué importancia tuvo su formación como médico con especialización en cirugía plástica reconstructiva en el desarrollo de su carrera como fotógrafo?

Desde luego, el tipo de formación que tuve tiene una relación con mi trabajo como fotógrafo que inicialmente no resulta tan evidente. Al principio tuve un particular interés con respecto al espacio y el cuerpo, y hay muchas preguntas que he tratado de responder a través de la imagen: ¿Qué es la belleza?, ¿qué nos hace humanos y qué no?, ¿cuál es la relación entre uno y otro concepto?

¿Con qué tipo de cámaras trabaja?

Yo he tenido de todo: cámaras muy buenas y otras que en apariencia no son tan buenas. Con el tiempo uno llega a entender que la cámara no es tan importante porque el nivel de sofisticación es tan grande que con el celular se pueden obtener imágenes tan buenas a las que se logran con una buena cámara.

El poder está en la imagen y no tiene mucho que ver con el tipo de calidad de papel con que se imprima o la disposición de la cámara –aunque también ayuda, desde luego-, porque las imágenes son lo más importante. De hecho creo que el futuro de la fotografía está en el software, porque eso permite –por ejemplo-, que al tomar una foto con un celular la imagen no quede movida; en unos años cualquier persona podrá hacer cosas increíbles con la ayuda de un buen software.

Aquí y ahora

¿Cómo fue el trabajo de investigación que lo llevó a desarrollar el trabajo que finalmente concluiría con la exposición Aquí y Ahora?

Aquí y Ahora es producto de un trabajo desarrollado a lo largo de cinco años a partir de tres momentos que tuvieron un proceso cronológico en el que había un interés inicial por el retrato, del que surgieron una serie de preguntas respecto a cómo podía llevarlo a cabo junto con una población marginal sin tener que llegar a hacer uso de los estereotipos.

La mayoría de personas con las que uno se relaciona a lo largo de la vida son tan parecidas a uno, independientemente de lo que hagan, que comencé a trabajar con personas que eran parte de una situación de marginamiento que me parece muy triste. De ahí surgió la serie Retratos.

Las imágenes iniciales fueron una serie de fotos de frente y de perfil, similares a las que hace la policía para sus archivos, haciendo énfasis en la mirada. Hacerlo de esta forma implicaba que la persona se estuviera mirando a sí misma y que al mismo tiempo nos mirara, de tal manera que se establece una relación con el espectador que me pareció interesante.

Luego se me ocurrió trabajar sobre el concepto de las fronteras a través de la imagen –que en la exposición llamé Cuerpos-, y traer a estas personas de manera que migraran a mi propio espacio no solo disminuiría esas fronteras sino que también abriría la posibilidad de enriquecerme posibilitando que compartiéramos ese espacio.

En el tercer momento -Espacios- consideré necesario ir a los espacios de la población que estaba estudiando, ver cómo eran sus espacios, entenderlos y tratar de comprender su funcionamiento a través de la fragilidad de los hombres, a los que llego gracias a las mujeres.

¿Cómo fueron las primeras aproximaciones a los protagonistas de su obra?

La aproximación inicial procuraba establecer un vínculo de intimidad y confianza; al comienzo traté de explicar el proyecto pero tuve muchos problemas porque no existía confianza y muchas de estas personas incluso me hablaron sobre desapariciones y el riesgo que implicaba tener este tipo de experiencia con la imagen.

Sin embargo, el hecho de que algunas personas hubieran aceptado y conocieran el trabajo hizo que se fuera corriendo la voz, de manera que se estableció una relación en la que muchas de ellas me contaron su vida y comenzaron a establecerse nuevos lazos de amistad.

Cuando resulté seleccionado para el Premio pedía a todos ellos su autorización para que sus fotografías fueran expuestas en el Museo y todas ellos decidieron aceptar de una manera muy generosa, no obstante a que desde el principio del proyecto conté con su respaldo, debido a que sabían que se trataba de un trabajo sobre la dignidad humana y el orgullo que cualquier persona puede sentir como persona independientemente de lo que se haga.

¿Qué lo llevó a tratar este tema?, ¿hay algún referente anterior del que partiera este trabajo?

Creo que todo parte de un referente local, y cuando tuve la oportunidad de ver parte del Archivo Cordero, se trataba de imágenes que hablaban sobre la dignidad de las personas a finales del siglo XIX. Así comenzó mi proyecto, puesto que se trataba de trabar con una población que vive en la misma ciudad donde yo vivo, pero con la que no tenía ningún tipo de contacto directo.

Yo quería establecer ese contacto y compartir esa experiencia, de manera que el proyecto adquirió un ritmo diferente al de Cordero, cuyo trabajo se limitaba a ser una ayuda para los policías a cargo de hacer este tipo de imágenes en las que sin embargo él procuraba reivindicar la dignidad.

Algunas de las protagonistas de la exposición tienen una deformidad física que resulta evidente. ¿Cómo surgió ese interés por explorar este tipo de belleza?

Hay una imagen de una persona que es ciega, y aunque al hablar de la mirada eso resultó ser muy impactante, sin embargo hay toda una historia detrás que me pareció merecedora de ser contada. Ahora, el hecho de que algunas de las protagonistas estuvieran desnudas y hablaran de la historia de su cuerpo me pareció también muy interesante.

No quiero decir con ello que al hacer este trabajo buscara a personas con una deformidad específica, sino que al descubrir a las personas desnudas muchas de sus historias estaban escritas en su cuerpo relacionadas con cicatrices o deformidades, sin necesidad de recurrir a las palabras.

Todo lo que es humano es digno de mostrarse para ser no solamente admirado sino también respetado.

Retratos de una exposición

¿Cómo fue la selección de las imágenes que finalmente integraron la exposición?

A lo largo de todo el proyecto tuve la oportunidad de fotografiar a 523 personas, y por supuesto quería que el resultado final diera cuenta de este trabajo conformado por tres libros de artista que son únicos.

Como para postularme al Premio había un límite de imágenes, decidí seleccionar 20 fotografías: seis retratos, siete imágenes de cuerpos y siete de espacios, con la intención de que se pudiera mostrar el espíritu del conjunto del trabajo que de alguna manera fuera también una especie de resumen de estos cinco años de trabajo.

Otro aspecto que llama la atención es que todas las fotografías sean a color, ¿qué lo llevó a prescindir del uso del blanco y negro?

Para responder esa pregunta tendría que remitirme a 10 años atrás, porque como decía antes para mí fue de gran importancia la transición del formato análogo al digital, y aunque tenía una gran pasión por el laboratorio en el que hacía fotografía a blanco y negro y no hacía color, nunca volví a hacer fotografías en blanco y negro.

El color y la posibilidad de ir a un laboratorio digital fue una revelación para mí, porque no solo me facilitaba hacer la reproducción y materializar las imágenes en papel sino que además me permitió adquirir una mayor comprensión del color.

No obstante, mis fotografías son bastante neutras y no creo tener una concepción del color como el gran protagonista, y es más bien esa neutralidad la que permite adquirir al color esa fuerza que hay en mis imágenes.

La presencia del espacio es una constante a lo largo de los tres momentos que integran la exposición, pero llama la atención que el dedicado al de Cuerpos hubiera preferido situar a las protagonistas en un escenario que no hace parte de su contexto, introduciéndolas en su espacio. ¿Qué lo llevó a tomar esta decisión?

Yo trato de responder preguntas a través de la imagen y quería hablar del desplazamiento de estas personas, porque muchas de ellas venían de pueblos, llegaban a Medellín y se quedaban en unas áreas específicas de la ciudad de manera que la mayoría no conocía ninguna otra parte de la ciudad diferente a su casa y los lugares donde trabajan.

Poder hablar de eso quizá podía lograrse intentando desplazarlas de un espacio hacia otro, de manera que esos límites tan grandes que impone la ciudad, en los que nadie atraviesa el espacio del otro, quizá pudieran abrir esas fronteras.

Las fotografías de la serie Retratos tienen como referente la reseña judicial, aunque también pareciera querer reiterar otro aspecto para entablar un vínculo con el espectador…

Aunque comentaba que el referente había sido el Archivo Cordero, al hablar con las personas que fotografié, ellas me contaban algunos atropellos de los que habían sido víctimas, y este tipo de imágenes de frente y de perfil tenía una connotación de ser objeto de una clasificación que implicaba un posible juicio en el futuro.

En ese sentido, se trataba de hacer una imagen en la que pareciera haber algo, pero que luego de establecer un contacto se pudieran decir otras cosas: el frente y el perfil de nuestros rostros son tan diferentes que parecieran ser el de otras personas.

Así es que el efecto de que la imagen de perfil pareciera mirar a la que está de frente pareciera dar la impresión de una persona que se mira a sí misma y al espectador, estableciendo un vínculo con el espectador a partir del cual pueda sentir y experimentar algún tipo de sensación que le permita leer la imagen.

¿Qué especificaciones tuvo en cuenta a la hora de hacer el montaje?

Cuando me dijeron que la exposición iba a ser en el cuarto piso del Museo de Arte Moderno de Bogotá –un espacio muy bonito, pero que presenta algunas complicaciones para distribuir las imágenes de acuerdo con el proyecto original-, decidí hacer una maqueta que me permitiera tener un contacto directo con el espacio.

Quería que las imágenes tuvieran un tamaño específico bastante grande, no por el tamaño en sí, sino porque quería que se estableciera una relación directa con las personas fotografiadas que entrañara respetabilidad, virilidad, dignidad y una sensación de grandeza.

Cuando uno va a un museo los retratos de reyes y personajes importantes son muy grandes porque el tamaño tiene que ver con la importancia del personaje. La serie de Cuerpos está conformada por personajes más pequeños pese a que las imágenes son también grandes, porque realmente el gran protagonista es la relación que se establece entre las personas y el espacio.

En la tercera parte –Espacios-, el concepto era otro porque el espacio –los lugares de trabajo- se comprime, para dar una sensación no solo de mayor intimidad sino de un ambiente opresivo.

¿Hay un tipo de recorrido preestablecido que el espectador deba tener en cuenta?

Las mujeres llevan a los hombres, de manera que al comenzar a recorrer la exposición hay tres imágenes que reciben al espectador: tres personas que lo están observando; luego –las escaleras dividen el espacio- al caminar hacia la derecha se pueden ver los retratos y los cuerpos, a la izquierda están ubicados los textos correspondientes a la opinión de los jurados y algo que yo mismo escribí, para concluir en la sección correspondiente a los espacios.

¿Realizó algún tipo de intervención a las fotografías que hacen parte de la exposición?

Una de las sensaciones más placenteras es la de tratar de no tocar la imagen; no porque sea un purista ya que estoy convencido de que la técnica es concepto, y que la parte técnica puede contribuir a que la imagen tenga un concepto más profundo.

Sin embargo, el cambio de formato me dio la posibilidad de trabajar las imágenes en el laboratorio digital y aumentar o disminuir la intensidad de la luz. Casi nunca toco mis imágenes porque las planeo desde antes porque no veo la necesidad, pero no considero que eso pueda ser considerado como un atributo adicional.

Al principio de mi proceso de formación tuve dificultades para emplear recursos como el de la luz artificial. A partir de entonces decidí trabajar con luz natural, y aprendí a hacerlo de manera que resultara muy representativa de lo que hacía para que el resultado final fuera lo más parecido a lo que fotografié.

Imagino que aspecto debió incrementar el grado de dificultad que exige este tipo de fotografías, y a lo mejor está relacionado con lo que Cartier-Bresson describía como el “instante decisivo”…

A diferencia de Cartier-Bresson –cuyo concepto es muy interesante- yo trato de estudiar la imagen en el sentido de prepararla; y sé que la luz y el espacio que estoy fotografiando a las 2:00 p.m. me va a dar el resultado que quiero. Ese momento –en mi caso- es creado, y si quisiera hacer una foto con una persona que solo puede posar a las 6:00 p.m. no sería posible, puesto que yo trabajo con luz natural.

 

Texto:

Juan Carlos Millán Guzmán

Dirección de Artes,

Ministerio de Cultura

 


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