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2016-04-13

Las letras florecen en el Huila, a través de Relata

 
Foto: Archivo particular
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El Taller ‘José Eustasio Rivera’, de Neiva, es una de las experiencias más significativas de Red de Escritura Creativa, RELATA. Esta iniciativa cumple diez años fomentando y fortaleciendo el quehacer literario en las regiones.

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En el año 2006 la vida del escritor y docente Betuel Bonilla dio un giro inesperado. Mientras estaba sentado en un café de su natal Neiva, en medio de esa canícula de más de cuarenta grados que no deja pensar, un amigo de la Secretaría de Cultura del Huila  lo interrumpió para invitarlo a que pasara por su oficina. “Te tengo una convocatoria del Ministerio de Cultura que te puede interesar”, le dijo. 

Betuel, es Licenciado en Lingüística y Literatura, Especialista en Docencia Universitaria y Magíster en Literatura pero, sobre todo, un apasionado de las letras. Ese día decidió cumplir la cita con cierta prevención, por la visión politizada que se suele tener en las regiones sobre el centralismo que se emana desde la Capital. Su amigo le explicó que se trataba del proyecto de creación de la Red de Escritura Creativa, Relata, del Ministerio de Cultura que buscaba inicialmente hacer un barrido por todo el país de los talleres y tertulias literarias en las regiones, con el fin de aglutinarlos. 

Para Betuel, la iniciativa fue como una de esas cosas que llegan de forma azarosa en la vida, pero que la cambian para bien. Pronto se dio cuenta de que era algo que encajaba dentro de lo que tanto le inquietaba. Así surgió la idea de crear el taller literario ‘José Eustasio Rivera’, en el marco de Relata, iniciativa que este año cumple diez años fomentando los procesos de escritura creativa en el país. “Debo reconocer que le debo a Relata gran parte de lo que soy hoy en día- Tengo una inmensa gratitud. Por eso a cualquier lugar que voy no dejo de ponderar esta experiencia”, admite Betuel, quien ha dirigido durante esta década, el que se ha convertido en uno de los talleres más antiguos y sólidos de la Red.  

María Orlanda Aristizábal, Coordinadora de Literatura de la Dirección de Artes del Ministerio, explica que además de agrupar los talleres y tertulias literarias en el país,  Relata, ofrece asesoría técnica con el fin de aportar a la cualificación  del oficio de la escritura en las regiones.  “Es una iniciativa que hace parte de la política de la Dirección de Artes del Ministerio con el fin de fortalecer el sector literario y reconocer la diversidad de relatos del país. En este momento la Red tiene inscritos 55 talleres en 22 departamentos y además apoya el programa ‘Libertad bajo palabra’, que se desarrolla en 21 cárceles del país gracias a una alianza estratégica con el Inpec”, agrega.

Producto de las actividades de RELATA desde el 2008, MinCultura ha publicado ocho antologías con los mejores trabajos realizados en los talleres que se llevan a cabo en todo el país, así como siete ediciones de ‘Fugas de tinta’, en las que se recopila el trabajo realizado en los centros penitenciarios, a través del programa ‘Libertad bajo palabra’, además de una “Guía para talleres de escritura creativa”.

“El caso del Taller ‘José Eustasio Rivera’, fundado y dirigido por Betuel Bonilla, es uno de los más antiguos y activos de la Red. Ha tenido un fuerte impacto en su región. Su director ha hecho importantes aportes para su  fortalecimiento y se ha convertido en una especie de decano del programa en el plano nacional. Es un taller que se ha caracterizado por el alto nivel de sus procesos y varios de sus talleristas ya han tenido importantes reconocimientos por sus trabajos literarios”, señaló María Orlanda. 


   Integrantes del taller 'José Eustasio Rivera', de Neiva

Un Quijote en tierras Sanpedrinas
Betuel Bonilla nació el 15 de marzo de 1969, en Neiva, Huila. Es el menor de seis hermanos. “Si bien en mi casa no había muchos libros, el interés por la lectura me llegó a través del cómic y de una relativa actitud lectora de mi familia. Mientras mi papá leía enciclopedias, mis hermanos, historietas; y como tal vez yo era quien más tiempo tenía, era el primero que terminaba de leer las aventuras de ‘Memín’ o ‘Kalimán’. Recuerdo sobre todo una revista, ‘Fuego’, sobre la historia independencia de Haití, el fenómeno libertario más interesante de América, en el que narraba la epopeya de sus protagonistas. Esas fueron mis primeras lecturas”, recuerda el escritor cuando evoca los orígenes de su pasión literaria.  

Betuel recordó también que cuando comenzó a trabajar empezó a tener una actitud espontánea por comprar libros. “Mis primeros libros fueron de la colección del Círculo de Lectores, donde encontré a autores clásicos que fueron determinando mi ruta literaria. Ahora, siento que vivo con los libros una relación de reciprocidad, pues además del disfrute, me dan para vivir y, a la vez, siempre que obtengo ganancias gracias a ellos, una buena parte se va para comprar más libros, así que es una relación de ida y vuelta”, dice. 

Pero de ser un avezado lector, Betuel, pronto descubrió su vena literaria. Eso sucedió mientras estudiaba en la universidad. “Mis profesores ponderaban mucho lo que yo escribía para mis trabajos académicos. Entonces fui encontrando allí un camino posible en la escritura. Cuando me gradué en letras, decidí renunciar a todo lo que no estuviera relacionado con este oficio, me la jugué por la literatura. Eso fue en 1998, con tan buena suerte que ese mismo año envié a un concurso el primer cuento que había escrito, ‘Ecos de un recuerdo’ y lo gané. Luego, lo publiqué en mi primer libro ‘Pasajeros de la memoria’, entonces fue una motivación importante para seguir explorando en las letras”, recuerda el escritor. 

Y de forma paralela a esa consolidación como lector y escritor fue surgiendo su decisión por compartir con otros toda la pasión que siente por la literatura, a través de su labor como docente en entidades como la Universidad Surcolombiana, así como director de los talleres Relata y de otros circuitos literarios. “Desde cuando realicé mis estudios superiores sentía esa necesidad de compartir con el otro el conocimiento, tal vez bajo esa idea algo anacrónica de intentar dar luces, desde la claridad que uno tiene, en ese propósito de intentar modificar el mundo desde la acción y la palabra”, reflexiona.

Y es esa determinación vital lo que ha guiado su labor como docente y tallerista. “Más allá de la visión que algunos tienen de que actividades como los talleres literarios puedan servir para ocupar el ocio de las personas y evitar que se dediquen a ‘otras cosas’, pienso en el poder que tiene la palabra escrita para tocar al otro. Hay experiencias elocuentes como el programa ‘Libertad bajo palabra’, que trabaja con reclusos de las cárceles. Una vez un interno de la Cárcel de Neiva se me acercó y me dijo: ‘a raíz de la publicación de mi cuento, me he dado cuenta que lo que quiero es ser escritor’, y que eso venga de un ser que estaba inmerso en el mundo del sicariato, dice mucho del valor social que esta labor puede tener”.


 ​Betuel Bonilla, director del Taller 'José Eustasio Rivera'

Una década de logros
Y no son pocas las satisfacciones. Como cualquier padre orgulloso Bonilla hace balance de lo que han sido esto diez años del taller: en esta década han pasado su programa académico más de 500 personas. Mientras que los primeros talleres contaban con unos ocho participantes ahora hacen parte de él entre 40 y 50 fijos y una participación intermitente de entre 20 y 30 integrantes. “Es un verdadero fenómeno en un territorio tan estéril para la práctica intelectual y de la escritura. En Neiva tradicionalmente no pasaba nada en esa materia y solo cuando los grupos armados se tomaban la ciudad se agitaba el ambiente. Entonces, que en medio del sopor y del bullicio Sanpedrino (porque esta es una tierra de fiesta) también exista lugar para la práctica intelectual, es una maravilla”, agrega Bonilla. 

De hecho, el escritor considera que el Taller ‘José Eustasio Rivera’ vive, a una década de su creación, su ‘Edad Aurea’. “Hemos alcanzado cada vez mayor conciencia y mayor rigor en la ejecución de los procesos, con el cumplimiento de hacer las actividades dos horas semanales, con una metodología muy pensada, en una dinámica en que cada tallerista presenta su propuesta y luego, entre todos, se discute y se le hacen propuestas, para consolidar cada escrito”.

Pero Betuel Bonilla considera que el mayor logro fue haber generado un espacio con el que ya cuenta la gente. “También el haber podido reunir un grupo tan heterogéneo, en el que hay pensionados de áreas como ciencias sociales, la fotografía, las artes plásticas; profesores en ejercicio de distintas áreas, periodistas, escritores empíricos, jóvenes estudiantes de lengua castellana, derecho o psicología de distintas universidades, quienes han logrado desarrollar sus proyectos a través del taller. Contamos con unos diez escritores que han obtenido algún reconocimiento y otros muchos que están en esa apuesta por la literatura. Es claro que en Colombia vivir de las letras es una situación incierta y a lo mucho uno siempre es aspirante a ser un promesa de la literatura, pero dentro de ese panorama es gratificante lo que hemos conseguido”. 

Los hijos del Taller
Y los frutos son palpables. Josefina Quintero, licenciada en lingüística y Literatura de la Universidad Surcolombiana, se desempeña como docente de la Institución Educativa Tierra de Promisión, de la Capital Huilense y desde el año 2008 se vinculó al taller. “Participar en el taller me ha permitido ampliar mis conocimientos, tanto en el campo de la escritura como en el de la  docencia. Los talleres con Betuel Bonilla son de una gran exigencia. Si no es por su esfuerzo y dedicación el Taller no se hubiera mantenido en estos diez años”, asegura

A través del taller en 2011 Josefina publicó su libro ‘Cuentos de mi tierra’. “Una buena parte de las historias nacieron en el taller y otras fueron perfeccionados en él. También he publicado textos pedagógicos en revistas y mi cuento ‘Dos vasos y una botella de aguardiente’, será parte de la antología de Relata 2015. Gracias al taller he visitado ciudades como Medellín, para hacer lectura de mis cuentos e intercambiar con otros talleres de Relata y este año está programado hacer lo mismo en Barranquilla, Pasto, Cali, y Bucaramanga. Como docente, los conocimientos desarrollados en el taller los he aplicado en aula con mis alumnos, en mi trabajo de promoción de lectura y escritura y los logros son muy importantes. Cada año un grupo de mis alumnos participan en concursos literarios como el Concurso Nacional de Cuento ‘Colombia Aprende’, en el cual yo participo también como decente”, asegura Josefina.

Otro hijo literario del taller ‘José Eustasio Rivera’ es Esteban Jiménez, un joven de 28, licenciado en Lenguas Extranjeras de la Universidad Surcolombiana y quien hace parte del taller desde 2011. Betuel Bonilla fue profesor mío en la universidad y a través de él supe sobre el Taller. Para mí ha sido un espacio fundamental que me ha permitido hacer un acercamiento más profundo a lo que son las teorías literarias y a obtener un conocimiento sobre el género del cuento, que es en lo que se enfoca el taller”.

Esteban tiene un buen número de relatos escritos y uno de ellos, fue seleccionado en la antología de Relata del 2013. Uno de sus relatos fue finalista del Premio ‘Antonio Di Benedetto’, de Argentina, el año pasado, mientras que otro obtuvo el segundo lugar en un concurso regional. “El maestro Betuel Bonilla tiene un profundo conocimiento no sólo de la literatura, sino de la creación literaria. Como pedagogo tiene una característica muy bella y es que logra transmitir con mucha frescura sus conocimientos, revistiéndolos de una simplicidad con el que consigue llegar a un grupo tan diverso en edades y formación como quienes hacemos parte del taller. Es importante también agradecer al Ministerio de Cultura, por apoyar en regiones como la nuestra espacios como estos, que son totalmente necesarios para el fomento del quehacer literario”, agregó Jiménez.



Reflexiones de un escritor
De todas sus experiencias como escritor y docente Bonilla escribió el libro ‘El arte del cuento’, hoy en día valorado en los talleres de Relata del país, como una guía indispensable. En el libro aparecen algunas de las claves que Betuel más recalca a esa comunidad de aprendices de escritores. “En los talleres yo me propongo sobre todo a generarles conciencia de su condición de escritor. Es muy difícil superar esa dimensión de espontaneidad, de pensar que soy escritor porque tengo algo que contar y con frecuencia hay poca reflexión sobre el hecho estético. Cuando voy a los talleres lo que intento es negociar con los talleristas la idea de que éste es un oficio de dedicación profunda y de mucha lectura”. 

Pero Betuel señala que no se trata simplemente de leer, sino de hacer una lectura que permita desentrañar cómo ese autor logró resolver asuntos que en su ejercicio le ofrecen resistencia. “Hace poco tomé un cuento de la escritora Laura Massolo, para desarmarlo en el taller y descubrir esos recursos técnicos, como el punto de vista o la verosimilitud para superar el plano de la anécdota, de cómo el lenguaje debe ser pertinente con lo que se está narrando y así reflexionar sobre esos aspectos internos de la escritura. Básicamente sobre eso se orientan mis charlas”, explica. 
 
Una década después de la creación del Taller ‘José Eustasio Rivera’, como parte de Relata, Betuel sigue apostándole a la iniciativa con gran entrega.  “Desde el comienzo me lancé dando tumbos en búsqueda de recursos. Eso ha significado una lucha constante, de encontrarme con funcionarios, algunos con el interés de apoyar la iniciativa otros indiferentes, a los que hemos tenido que presionar, desde las columnas editoriales, para conseguir su atención y poder tejer este sueño compartido que me ha dado tantas satisfacciones. Hemos contado con el apoyo de entidades como El Banco de​​ la República y ahora con la Universidad Surcolombiana, que nos ha permitido cumplir con la hoja de ruta que nos hemos trazado. Entendemos las dificultades presupuestales y reconocemos que mantener esta iniciativa por diez años por parte del Ministerio, ha sido un aporte importante”, asegura Bonilla.  


Texto:
Ricardo Moncada Esquivel
Jefe de redacción
Oficina Divulgación y Prensa MinCultura

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