María Esperanza Ortiz y Julio Hernán Cruz están juntos hace 20 años y al mes de conocerse se casaron. Ellos, campesinos santandereanos de verdad, verdad, recuerdan con nostalgia los días en que visitaban la plaza de mercado San Mateo, espacio donde hasta este sábado 14 de octubre, se desarrolló el VIII Encuentro Nacional de Patrimonio, gracias a una iniciativa del Ministerio de Cultura, en conjunto con la Alcaldía de Bucaramanga y la Gobernación de Santander.
María Esperanza y su esposo se llevan 9 años de diferencia. Él cumplirá muy pronto los 70 años. “Nos conocimos por el amor al deporte pues los dos practicábamos el atletismo. Yo la miré y ahí fue cuando nos enamoramos”, asegura Julio Hernán, quien le propuso, un mes después, que fuera su segunda esposa, ya que había enviudado hacía dos años.
Esta pareja de campesinos fue invitada por el Ministerio de Cultura para que presentaran sus bailes típicos durante los días del Encuentro. Ellos, como lo reconocen sin tapujos, son muy famosos en el departamento y han ganado muchos premios a nivel nacional. Además de ser bailarines profesionales, son padres de Arley Hernizon Cruz, quien tiene 20 años, y se desempeña como mecánico y técnico en sistemas.
María Esperanza nació en Floridablanca en la vereda Helechales y cuenta orgullosamente que su madre vendía productos cultivados en la finca donde vivían, como habichuelas, perejil y también vendía atados de leña. “Mi madre se venía a pie y cargaba todas las hierbas y productos que traía a vender a esta plaza. Nos ubicábamos abajo (señala con su dedo el lugar) y muchas veces la acompañé. Venir a este lugar era una felicidad completa”, agregó.
Por su parte, Julio Hernán, nacido en San Joaquín, Santander, asegura que el mercado San Mateo era muy organizado y los vendedores siempre fueron muy pacíficos y amigables. “Yo fui vendedor de caldo de carne de cogote y caldo de alas de pollo, que les ofrecía a los dueños de los puestos. Para no cansarlos con la comida, trataba de variarla, ofreciéndoles diariamente una sopa diferente, eso sí acompañada con arepa de maíz pelado”, afirmó.
Esta pareja, como más de 500 personas que estuvieron presentes en la instalación del VIII Encuentro Nacional de Patrimonio, añoran las historias vividas, pero también las que les contaban sus padres y abuelos quienes alcanzaron a disfrutar de lo que les ofrecía este emblemático edificio, orgullo de todos los bumangueses.
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