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2014-07-25
Invitado de honor / II Feria Itinerante de Libreros Independientes de Barranquilla

Tomás González: el embrujo de la lectura, la pasión de escribir

 
Foto: Juan Carlos Millán Guzmán / Ministerio de Cultura
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Finalista del Premio de Novela 2014 del Ministerio de Cultura, el escritor Tomás González, conversa sobre la lectura y los libros como preámbulo a su participación en la Feria Itinerante de Libreros Independientes que se celebrará en Barranquilla.




Por
Juan Carlos Millán Guzmán
Grupo de Divulgación y Prensa /
Ministerio de Cultura 

 

 

Conocido por su reticencia a la hora de conceder cualquier tipo de entrevista, el público de la  ciudad de Barranquilla contará con una oportunidad excepcional para acceder al mundo del escritor antioqueño, quien desde hace varios años ha decidido refugiarse en una pequeña finca de Cundinamarca para concentrarse en la escritura y la lectura, cuya pasión surgió de la mano de su madre y las frecuentes visitas a la Biblioteca Pública de su natal Medellín.

 

Lugares y geografías que quizá explican el hecho de que hubiera decidido definir Temporal, su más reciente novela, como una obra escrita en una especie de verosímil tango caribeño: “Esta es una obra que tiene un ritmo muy marcado por las horas, junto a esa atmósfera de oscuridad que hay en los tangos, pero que ocurre en el Caribe”, destaca el escritor, quien de haber tenido la posibilidad, quizá se hubiera dedicado a interpretar la guitarra o el piano, pero quien decidió jugar su vida por las letras.

 

“Cada vez que escribía y algo no salía bien y fracasaba –y a lo largo de mi vida he tenido muchos fracasos-, trataba de dejarlo y o volver a escribir, pero como nunca pude decidí que eso era lo que iba a hacer sin pensar en nada más: si me iba bien, muy bien, si no, también. Así fue como decidí dedicarme exclusivamente a escribir”, afirma con la misma convicción sobre el oficio que lo acompaña desde entonces.

 

Enmarcada dentro del Plan Nacional de Lectura y Escritura Leer es mi Cuento, las Ferias Itinerantes de Libreros Independientes buscan llevar a distintas ciudades del país lo mejor de la oferta editorial que puede adquirirse en una ciudad como Bogotá, además de ofrecer una variada actividad cultural con destino al público infantil, juvenil y adulto liderada por el Área de Literatura y libro, así como por el Programa de Primera Infancia del Ministerio de Cultura, en procura de incrementar el acceso a los libros, así como los estándares de lectura entre los colombianos.

 

A la fecha, ferias de similares características han tenido lugar en ciudades como Ibagué (Tolima), Villavicencio (Meta) y Popayán (Cauca), mientras que Riohacha (La Guajira) y Florencia (Caquetá) permanecen a la espera de tener acceso a los libros que ofrecen las librerías independientes de mayor prestigio

 

''Que una ciudad con la tradición cultural de Barranquilla carezca de una librería de este tipo resulta inconcebible, de manera que poder estar allá (o en Villavicencio, o en Florencia, o en Popayán, etcétera)  resulta de capital importancia por la necesidad manifiesta de esos miles de buenos lectores que sin lugar a dudas están ahí, pero que de alguna manera viven una gran frustración debido a la pobreza o muy graves limitaciones de la actual oferta editorial'', destaca David Roa, coordinador cultural de la Ferias.


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 La escritura

 

 

¿Cómo nació su interés por la lectura?

 

Recuerdo haber comenzado a leer desde muy niño, porque mamá era muy lectora y como quería que yo adquiriera ese habito lo más pronto posible, siendo un niño de 10 o 12 años me llevó a la Biblioteca Publica Piloto de Medellín, me secó el primer carné y me ayudó a escoger algunos de los primeros libros que saqué en préstamo. Además, yo nací en una familia de lectores –éramos 8 hermanos-, y en mi casa había muchos libros, de manera que el ambiente que se respiraba en casa era el de la lectura.

 

¿Qué recuerda de esa primera biblioteca suya?

 

Mi mamá comenzó a regalarme libros de aventuras de VerneSalgari y Dickens, que yo comencé a coleccionar de manera particular, porque cada uno de nosotros teníamos nuestra propia biblioteca. La verdad es que conté con una guía maravillosa que supo  introducirme al mundo de autores como Julio Verne y Tomás Carrasquilla, de cuyas obras tengo recuerdos maravillosos y que incluso he vuelto a leer recientemente.

 

¿Y de la Biblioteca Pública?

 

Para mí continúa siendo un recuerdo muy vívido esa experiencia de frecuentar la Biblioteca Pública Piloto: esas pequeñas sillas y esos libros que estaban dispuestos de tal manera que uno pudiera tomar el que quisiera. Esas visitas eran motivo de gran felicidad, tener mi propio carné, ¡Todo eso fue una maravilla! Recuerdo que con mamá recorríamos las estanterías y mi mamá me decía que agarrara el libro que quisiera.

 

¿Leía en compañía de su madre?

 

Los dos leíamos estas primeras obras, aunque cada cual lo hacía por su cuenta, y después nos sentábamos a comentarlas, generalmente a la hora del almuerzo en la que todos solíamos reunirnos en el comedor familiar. Hablar sobre las lecturas que cada uno de nosotros hacíamos era un tema frecuente.

 

Llega la adolescencia y un cambio en los gustos literarios, ¿qué recuerda de ese momento?

 

Fue una experiencia muy variada, porque como en la casa todo el mundo estaba con su tema, recuerdo mucho que papá y mis hermanos se entusiasmaron con Dostoievski y la literatura rusa, de manera que hubo toda una serie de lecturas de esos autores; fue como una fiebre, porque uno veía a todo el mundo con un libro de Tolstoi o de Gogol en la mano por toda la casa, cada uno sabía lo que estaba leyendo el otro y todos estábamos muy entusiasmados.

 

¿Cuál fue la obra que más llamó su atención de ese periodo?

 

Crimen y castigo, aunque la verdad es que toda la obra de Dostoievski es muy impactante. El idiota recuerdo que también nos gustó mucho.

 

¿De dónde sacaba tiempo para leer todos estos libros?

 

Yo creo que la verdad leía muy poco los libros del colegio, y entonces las notas no eran muy buenas; me iba muy bien con Dostoievski pero muy mal en matemáticas. Cada vez que me encarretaba con un libro su lectura terminaba robándole tiempo a todo porque si se trataba de algo muy bueno incluso hasta dejaba de ir a jugar fútbol con un equipo que habíamos conformado con mis amigos.

 

¿Llegaron algunos de sus amigos a caer bajo ese mismo embrujo de la lectura?

 

No creo que hubiera habido buenos lectores entre mis amigos más cercanos porque tenían otros gustos, muchos de ellos prefirieron la música y entre los lectores creo haber sido el más entusiasta.

 

¿Qué vino luego de esa auténtica fiebre por los escritores rusos?

 

Después vinieron todos los autores del Boom: yo tenía tal vez 18 cuando se publicó la primera edición de Cien años de soledad, de manera que en la casa todos nos dedicamos a leer a Juan RulfoJulio CortázarVargas LlosaCarlos FuentesJosé Donoso y los demás. Fue como abrir otro baúl lleno de tesoros, porque de alguna manera ahí estaba también Borges. ¡Todo eso reunido en una oleada que fue también maravillosa!

 

¿Cuál de todos estos autores logró llamar más su atención?

 

Siempre he dicho que Rulfo, pero si me pongo a recordar Borges tal vez –no sé si pueda considerársele como un escritor del Boom, imagino que sí- me impresionó muchísimo; y afectivamente Cortázar lograba tener un gran impacto entre la gente joven, que creo perdura incluso hoy en día, gracias a ese sentido libertario que se percibe en su obra. Aunque Juan Rulfo y García Márquez son en todo caso grandes artistas.

 

¿En qué momento decide ser escritor?

 

Creo que fue una decisión que se dio sola, o que en otras palabras no recuerdo haber pensado como un proyecto, porque cuando menos pensé estaba escribiendo gracias a ese ambiente de libros que había en casa sobre el que hablé al principio, así como al hecho de que en mi familia ya había habido otros escritores era una posibilidad viable para cualquiera que quisiera recorrer ese camino.

 

¿Algún autor que hubiera resultado determinante en ese momento de su vida?

 

Entre los que más me impresionaron durante ese periodo está William Faulkner, porque fue tal vez el que más leí, tanto en traducciones como a través de otros escritores que tuvieron una fuerte influencia de su obra: RulfoGarcía Márquez y muchos otros escritores latinoamericanos.

 

Sin duda alguna se trató de un autor que llegó a tener un papel muy importante en toda la esfera latinoamericana debido a que el sur de los Estados Unidos tenía una manera de palpitar muy parecida a nuestra propia parte rural de Latinoamérica y Brasil.

 

¿Existió algún otro referente en su labor creativa aparte del exclusivamente literario?

 

Imagino que el cine, la música, y el arte, porque aunque solía ver bastantes películas –ahora cada vez menos- también  me gustaba mucho oír todo tipo de música, así como dedicar mi tiempo a contemplar todo tipo de obras artísticas así fuera en reproducciones.

 

No fue una relación sistemática y la verdad es que nunca me he puesto a pensar sobre la relación de  esas otras obras de arte con mi propio trabajo, pero sin duda alguna debe ser inevitable.

 

¿Escucha música mientras escribe?

 

De un tiempo para acá oigo música prácticamente a lo largo de todo el día: desde BachRameau y otros compositores barrocos, hasta Pedro Vargas. Todo depende de cómo vaya el día y cuyo repertorio resulta de especial importancia a la hora de escribir porque muchas veces terminan dándome una noción de la musicalidad que me gustaría lograr respecto a una composición y sonido inspirados en el ritmo y la belleza de estas composiciones, que para el caso de la música popular logra mostrar todo un conjunto de sentimientos a flor de piel, que también me gustaría ver reflejados en mi propia obra.


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Lectura en voz alta

 

¿Leyó con su hijo?

 

Bueno, eso no fue tan fácil porque estábamos en Estados Unidos, y como Lucas leía en inglés –idioma que yo no dominaba en ese momento-, entonces el intercambio que hacíamos era más de autores. Recuerdo por ejemplo Rebelión en la granja de George Orwell, así como otros libros que solíamos comentar porque yo ya los conocía y él –debía contar unos 10 o 12 años- debía leerlos para el colegio. Cuando él era más pequeño esos primeros libros los leía más bien con Dora o sus otras tías, mientras que conmigo se dedicaba a jugar fútbol y cosas por el estilo.

 

¿Cuál diría usted que es la importancia de esas primeras lecturas?

 

Yo creo que es bien importante, porque muchas veces los niños no cuentan con la paciencia que se requiere para leer y descifrar los garabatos que hay en un libro; acción en la que el papel de los adultos resulta fundamental para tender este tipo de puentes gracias  a la lectura en voz alta.

 

¿En qué radica el hecho de que usualmente sea la mamá quien tenga a su cargo ese papel iniciático en inculcar el amor por la lectura?

 

Creo que la lectura es también una acción de nutrición, y ellas lo hacen de manera mucho más espontánea y eficaz que los hombres, porque nosotros solemos ser muy torpes para este tipo de labores. No sé.

 

Después de tantos años, ¿habría preferido jugar menos fútbol para dedicarle más tiempo a la lectura?

 

Yo creo que él también prefería que la mamá le leyera, en la medida que  hacía parte de su relación afectiva. De mí esperaba que jugara fútbol.

 
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