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2014-09-19
 

El emprendimiento cultural una alternativa de transformación social para las mujeres

 
 
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Hablamos con Ángel Moreno, director de emprendimiento del Ministerio de Cultura. Él lidera el proyecto “mujeres tejedoras de vida” y por medio de este ha logrado conocer las habilidades emprendedoras de muchas mujeres de al menos 6 municipios del país.

Entre los que se encuentran: Guapi, Dibulla, Salgar, Taganga, Quibdó y Punta Arena y ha sido testigo del empoderamiento que han alcanzado estas mujeres. En 8 preguntas pudimos saber un poco más del proyecto de “mujeres tejedoras de vida”, de Ángel Moreno, del rol del Ministerio y de la importancia de las mujeres en el ecosistema emprendedor.

Revista Mprende: ¿Quién es Ángel Moreno? ¿Cómo te vinculas a temas de emprendimiento?

Ángel Moreno: Soy un Ibaguereño, que llegó a Bogotá a finales de los 80’s a estudiar. He estado vinculado al sector de la Cultura por más de 18 años. Coordiné proyectos con jóvenes y cultura con temas de patrimonio, de legislación, de industrias culturales y creativas. En el 2009 entré al Ministerio de Cultura a asesorar en materia de política pública.

Siempre he estado vinculado con el sector cultura, además considero que aparte de ser transformadora de identidad, potencia patrimonios, genera fortalecimiento y reconocimiento, tiene también una dimensión económica y productiva que no ha sido tan evidenciada. En el 2010 asumí la dirección del área de emprendimiento cultural y se diseñó una política de gobierno que incentivara el desarrollo del emprendimiento cultural en el país, en materia de formación para el emprendimiento. Desde el Ministerio empezamos a generar herramientas para fortalecer los procesos de formación para abrir líneas de financiación en lo cultural y abrir articulación con otras organizaciones y dentro de eso identificamos mujeres que estaban desarrollando procesos vinculados con la artesanía y la cultura.

RM: Háblanos del proyecto “Mujeres tejedoras de vida”

AM: Este proyecto inicia en Guapi (Cauca),  en la Vereda Quiroga. Allí un grupo de 8 mujeres que se dedicaban a recolectar plástico del río y del mar, para evitar que las tortugas marinas murieran, empezaron a tejer productos artesanales con ese plástico.

Cuando llegamos allá, encontramos unos productos artesanales con una buena intención desde una perspectiva ambiental y cultural pero con baja calidad en diseño, con poco conocimiento a la hora de manipular el plástico. Entonces iniciamos un proyecto piloto en el 2012 con esas mujeres en Guapi y acompañamos su proceso enseñándoles cómo manejar el plástico, mejores condiciones y técnicas de tejido y al mismo tiempo acompañándolas en la estructuración de su actividad productiva. Se buscaba que mientras sus esposos se iban a pescar durante toda la madrugada y parte del día, ellas pudieran ir consolidando una actividad que les sirviera para generar ingresos a la comunidad y les ayudara a desligar el tema de los ingresos económicos con la actividad masculina. Acompañamos ese proceso, junto con la Escuela Taller de Popayán y nos encontramos con otras mujeres con características similares en poblaciones con altas condiciones de pobreza extrema, vinculadas a procesos de conflicto armado y así identificamos los municipios de Dibulla (Guajira) y Puerto Colombia (Atlántico). Observamos que ellas también recolectaban material plástico, otro tipo de fibras naturales y que tenían un conocimiento tradicional en el tejido artesanal pero que sus productos no eran competitivos en el mercado. Así las cosas, hicimos el proyecto del 2013 basado en la experiencia del 2012 y con la Escuela Taller de Cartagena empezamos a acompañar este proceso. Este 2014 llegamos a Punta Arena en Cartagena, Quibdó y Taganga. Actualmente, estamos en 6 municipios y cerca de 63 mujeres están participando de este ejercicio de capacitación, en técnicas de diseño, manejo del plástico y de otras fibras naturales y en componentes de emprendimiento para organizar su actividad productiva y formalizarse. Adicionalmente, también se da un acompañamiento para facilitar la circulación de esos productos en el mercado.

En este escenario la cultura se vuelve un elemento fundamental a la hora de poder generar procesos de transformación social, inclusión, empleo, de actividad productiva y se nos vuelve una posibilidad de identificar otros lugares y poder replicar estos procesos en otras instancias para que las mujeres en su saber hacer de lo cultural aporten productivamente a su desarrollo personal y familiar.



RM: ¿Existe alguna segmentación respecto a las mujeres que reciben el apoyo de “Mujeres Tejedoras de Vida”?

AM: Todas son mujeres afrodescendientes. No existe un rango de edad definido, pero lo que vemos es que muchas de las mujeres superan los 30 años. Sin embargo hemos visto un fenómeno muy interesante en el que mientras ellas asisten a los procesos de formación, sus hijas, niñas y adolescentes, acompañan a sus madres durante estas jornadas de capacitación. Esto hace parte de un proceso de transmisión de conocimiento, ya que durante estos espacios, aquellas mujeres enseñan a sus hijas el arte de tejer.

RM: ¿Piensan extender geográficamente el proyecto Mujeres Tejedoras de Vida?

AM: Nos interesa que este proyecto sea masivo y que impacte a las ciudades capitales. Una de las variables para que esto no hubiera arrancado así, es porque las ciudades capitales tienen muchos más recursos en temas de cultura, a diferencia de municipios como los que hemos abordado con nuestro proyecto. Como Ministerio es complejo invertir dinero en Bogotá, por ejemplo, cuando la ciudad tiene su propia Secretaría de Cultura. Por medio de nuestra gestión en los municipios, damos a conocer un plan piloto a las grandes ciudades para que dentro de sus propias políticas empiecen a desarrollar este tipo de proyectos con el acompañamiento del Ministerio. En este caso, el Ministerio prioriza los recursos que el sector cultura tiene en municipios donde difícilmente se podrían hacer proyectos de esta naturaleza, sino fuera por la intervención del Estado central.

RM: ¿Cuál ha sido el rol específico del Ministerio de Cultura?

AM: Como Ministerio somos el ente encargado de la política pública, de su formulación e implementación. Nosotros financiamos el proyecto y hacemos que estos recursos se enmarquen dentro de la política cultural en emprendimiento. Así como hay políticas para el emprendimiento en las grandes ciudades para jóvenes de todos los estratos, también tenemos una mirada para poblaciones en situación de exclusión. Somos los líderes del proyecto y contamos con unos socios como la Escuela Taller, quienes nos ayudan en la ejecución. 

RM: ¿Cuáles han sido los avances y limitaciones del proyecto?

AM: Avances: El reconocimiento de las mismas mujeres de ese saber hacer y cómo ven en ello una posibilidad de desarrollo productivo, que eso que ellas aprendieron en sus casas desde pequeñas, a cocinar, a tejer, a hacer comida tradicional, a elaborar artesanías, hoy en día puede ser una actividad productiva. Que ellas reconozcan eso y que identifiquen que desde allí pueden generar un ingreso, es importante.​

Limitaciones: Muchas de estas mujeres se han desarrollado dentro de su hogar y no conocen el universo más allá de la puerta de su casa. En estos casos no han logrado generar estrategias de circulación, de mercado, de venta de sus productos. Esto, junto con el tema del machismo, teniendo presente que son los hombres quienes llevan el dinero a la casa. En este caso, tratar de cambiar ese chip dentro de las mismas familias ha sido una barrera que afortunadamente ha cambiado. Por otro lado, muchas de estas mujeres no tienen la formación educativa necesaria para iniciar procesos de capacitación formal con libros y dinámicas de aprendizaje tradicionales, porque muchas de ellas tienen dificultades en lectoescritura. En este sentido, hemos tenido que construir metodologías mucho más prácticas para que ellas adquieran este tipo de herramientas.



RM: ¿Cuál ha sido la enseñanza de trabajar con mujeres en temas de emprendimiento?

AM: Las mujeres entienden los proyectos como un proceso de crianza, de entender que esto hace parte de unos tiempos, de crecimiento y de una maduración. Su condición de madre hace que la mujer le ponga toda esa impronta a los proyectos que desarrolla. Esto hace que ellas sean más rigurosas con las condiciones, el entorno y con los recursos que poseen. Entonces creo que es un rasgo característico de las mujeres/madres que uno como hombre no entiende por más padre que sea. Adicionalmente, creo que también por los entornos machistas, las mujeres han tenido que ser mucho más agudas en sus saberes para poder demostrar más capacidad frente al hombre y en eso tienen unas ventajas enormes. Creo que allí hay unas posibilidades que uno debe reconocer en la población femenina, sin desconocer que muchas de ellas ya están acostumbradas a llevar proyectos de vida solas, como es el caso de las madres cabeza de familia. Hay una Gerencia propia de su vida y no existe una Co-gerencia que es lo que sucede en algunas ocasiones cuando hay padre y madre. Ese tema, por la naturaleza misma de sus condiciones, por las experiencias que han vivido las mujeres hace que ellas tengan más tesón y persistencia y hacen que sus proyectos se consoliden.

RM: ¿Qué consejo les das a las mujeres que desean emprender?

AM: Las condiciones que las mujeres tienen por su propia naturaleza humana hacen que tengan unas herramientas fundamentales para todo emprendedor como ser arriesgado y persistente. Mi mensaje es que, gracias a ellas existe la vida, gracias a ellas pueden existir proyectos, empresas y que todo ese conocimiento que su naturaleza les ha dado lo pongan a disposición de su empresa con ese mismo tesón con el que son capaces de criar a sus hijos. El consejo es que pongan en práctica ese condición de ser mujeres para llevar adelante una empresa, porque si uno hace esa metáfora entre la creación de empresa y criar un hijo de ninguna manera carece de sentido. 

Entrevista realizada por la Revista Mprende.
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