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2015-06-22
 

El concurso RELATA hace posible saltar de la esfera privada a la pública: Felipe García Quintero

 
Foto: Miguel Varona, Archivo Particular.
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El director del Taller de la Red de Escritura Creativa RELATA Popayán, quien ha participado en varias de las versiones del concurso para seleccionar los mejores cuentos y relatos, habla sobre la importancia de este tipo de reconocimientos.


Como parte de las políticas de apoyo a la creación literaria, el Grupo de Literatura y Libro de la Dirección de Artes realiza un concurso de piezas literarias en los géneros de cuento y poesía en el que podrán participar directores de talleres o asistentes a talleres vinculados a RELATARed de Escritura Creativa-, con el fin de estimular a los autores que por sus escritos se destacan en los talleres vinculados a la Red.
 
''Para un escritor ver su obra publicada es una satisfacción que inevitablemente contribuye a mejorar su confianza, puesto que se trata de un reconocimiento que contribuye a ampliar el número de lectores'', comenta Felipe García Quintero, director del Taller RELATA Popayán, respecto a la importancia que tienen este tipo de reconocimientos.
 
''Evidentemente, el que nuestra obra pueda ser publicada contribuye a formar y definir un camino, si bien es cierto también que los concursos no constituyen por sí solos a un autor o su obra'', precisa el escritor, quien define su interés por la literatura como producto de la necesidad de contar.
 
''Yo tendría cinco o seis años de edad, había migrado a Popayán junto con mis abuelos desde un pueblo de las montañas del macizo colombiano en el Cauca que se llama Bolívar, y olvidé una de  las vocales que nos había enseñado la profesora de español. Se lo dije a mi abuela y dibujé un círculo imaginario sobre la puerta de la nevera'', recuerda Felipe.
 
“–Esa no es un vocal sino el cero- dijo mi abuela, para quien sumarle cualquier número hacía que la cifra automáticamente creciera. Tiempo después me doy cuenta de que Borges da esa misma explicación para el título de Las mil y una noches”, concluye el director del taller, quien explica a través de la anécdota los orígenes de su vocación literaria.
 
''A los 17 años –yo no sabía muy bien qué camino tomar-, alguien me regaló un libro que leí durante horas, de claro en claro y de turbio en turbio, una y otra vez. No exagero al decir que llegué a leerlo hasta 17 veces seguidas, porque es un libro mágico cuyo poder de la palabra me mantuvo hechizado durante mucho tiempo: Cien años de soledad'', concluye emocionado el autor de libros que han sido publicado en Colombia y el extranjero.
 
Premios para construir memoria
 
¿Qué expectativas tiene respecto al concurso abierto por el Grupo de Literatura y Libro con el fin de estimular la creación literaria?
 
Hacer un concurso dirigido a los más de 40 talleres de la Red de Escritura Creativa con el fin de medir su desarrollo y ciertas tendencias es un acierto, porque los libros que se publican a partir de estos trabajos tienen un nivel interesante, además de generar un espacio de sana competencia que permite dar cuenta de lo que se hace y escribe en los talleres. 
 
Como en todo concurso hay voces muy consagradas que aplican y no son seleccionadas, así como el descubrimiento de autores cuya obra era desconocida. Eso genera un relevo de voces dentro del panorama literario que me parece es muy sano.
 
Aunque entendemos que se trata de un mecanismo de selección muy riguroso, quizá debería haber más de un libro, y podría pensarse en una colección más amplia y robusta.
 
¿Cuál es la importancia de contar con este tipo de textos?
 
Año tras años se está construyendo una memoria que viene a complementar una suerte de historia literaria de Colombia, puesto que esas voces de nuevos escritures no siempre tienen cabida en el mundo de las editoriales.
 
Se trata de una serie de voces, yo no diría que periféricas o marginales sino más bien distintas, que pueden ayudar a ver de una manera mucho más completa el quehacer literario en nuestro país.
 
¿Qué tipo de expectativas genera este tipo de estímulos en el entorno de los talleres vinculados a RELATA?
 
Este es un espacio que genera la suficiente expectativa como para querer darse a conocer, poner a prueba el trabajo y someterlo a un lector y un jurado. Si las cosas salen bien, se publica; y si no, queda la experiencia de preparar una obra. Se cierra un ciclo y se abre otro: pasamos de considerar la escritura como un ejercicio de carácter privado e íntimo, para enfrentarnos a un futuro donde el futuro de la obra quedará en manos del púbico y los lectores.
 
¿Se puede hacer un diagnóstico del estado de la literatura contemporánea en Colombia a partir de las obras seleccionadas?
 
Es un material que sirve para pensar en este tipo de problemas, aunque habría también que adelantarse una investigación de un carácter particular en la que se cruzaran otro tipo de variables, pasando por las memorias que hace el Ministerio de Cultura sobre RELATA, los concursos y la antología que publica cada año.
 
Hay una historia literaria narrada desde las regiones, mientras que la historiografía canónica es otro aspecto que tiene más que ver con los críticos y la academia. De tal manera que sin caer en el populismo o la demagogia, sí creo que la selección da buena cuenta de un país muy diverso en el que cada cual tiene su particular modo de expresión.
 
RELATA Popayán
 
¿Quiénes conforman el taller que usted dirige?
 
Se trata de un grupo bastante heterogéneo en el que hay personas con diversas edades, oficios, niveles de formación y trayectorias de vida, desde jóvenes universitarios hasta aquellos que no están escolarizados, pasando por profesionales vinculados a la academia hasta aquellas que se dedican al periodismo o incluso aquellos que ya han publicado.
 
Son cerca de 17 años de trabajo –de los que 5 o 6 hemos contado con el apoyo del Ministerio de Cultura-, a lo largo de los cuales hemos contribuido a pensar en literatura; pese a que no somos ni pretendemos ser una escuela de escritores, creo que sí se ha logrado marcar una tendencia en la que el gremio literario de Popayán algo ha tenido que ver con el taller.
 
¿Hay un denominador común que defina a todos estos autores?
 
No, no creo que pueda hablarse de una marca o denominación de origen. Nosotros tratamos de tomarle el pulso a la literatura contemporánea, aunque sin perder de vista la tradición; y en esa medida, hemos podido publicar cerca de 20 libros y hacer un aporte, del que destacaría los aportes que se han hecho en narrativa y poesía –si bien es cierto que al taller llegan muy pocos poetas-.
 
¿Cuál es la importancia de abrir un espacio a la poesía?
 
Cuando nos vinculamos a RELATA había una política de vincular talleres dedicados exclusivamente a la narrativa, debido a que en Bogotá había una proliferación de talleres de poesía y se pensaba que eso mismo ocurría en las regiones, donde la realidad es muy distinta.

La Red ha prestado atención a este tipo de demandas y reclamos, por lo que se ha tomado la determinación de acoger al género a través de concursos como el que se ha propuesto. 
 
Sabemos que es un poema y qué es un cuento, y eso hace que por ejemplo los jurados para este tipo de premios deban tener un perfil bien definido como lectores en la medida que si bien casi siempre un poeta suele leer narrativa, no siempre un narrador lee poesía. Eso también cambió y recibió respuesta por parte de la Red.
 
Muchos de los talleres procuran trabajar entorno a autores reconocidos por el canon…
 
A mí me interesa formar lectores, y parto de un principio respecto al cual un taller si bien quizá no pueda llegar a crear un escritor si puede ayudar a formar un lector competente que sea particularmente crítico y capaz de valorar una obra.
 
En esa medida, creo que la tradición nos enseña que hay unos maestros que deben ser reconocidos y leídos sin demeritar aquellas obras que a pesar de su novedad también deben ser consideradas y tenidas en cuenta.
 
Abrir un espacio para el diálogo es una tarea fundamental de los talleres, sin que ello implique que deban convertirse en una tertulia.
 
¿Cómo funciona ese proceso de formación?
 
Nosotros tenemos un primer espacio de taller formativo de lectores, al que llegan muchas personas con interés y curiosidad por la literatura que aún no escriben. Leen cuentos de la tradición latinoamericana, novela breve, ciencia ficción e incluso los primeros capítulos de la primera parte de El quijote.
 
La segunda parte está dedicada a realizar una edición de los textos producidos por los miembros del taller, con el fin de que puedan ser leídos entre ellos mismos antes de iniciar las sesiones, en las que sin embargo se vuelve a hacer una lectura en voz alta de todos los textos.
 
¿Publican habitualmente los textos que se producen en el taller?
 
Nosotros ganamos una beca de la Convocatoria de Estímulos en 2011 para editar uno de los libros de memorias del taller y cada año estamos pensando en sacar un nuevo ejemplar que reúna los mejores trabajos realizados durante un periodo que puede estar entre los dos y tres años.
 
Ahora mismo el Nodo Sur tuvo la buena idea de publicar una antología de carácter colectivo que pronto tendrá su presentación en Popayán, y será la oportunidad de conocer y compartir el trabajo que se adelanta en los diversos talleres que integran este Nodo. El ejercicio de autogestión habla del interés de los autores por querer compartir su trabajo.


Texto
Juan Carlos Millán Guzmán
Dirección de Artes,
Ministerio de Cultura
Tel. 3424100   Ext. 1504
Cel. 311 878 67 43

Foto:
Miguel Varona, Archivo Particular

 
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